La toxoplasmosis ocular (TO) es la causa más frecuente de uveítis posterior en pacientes inmunocompetentes. La primoinfección cursa de manera asintomática en la mayoría de los casos, por lo que el diagnóstico suele realizarse en posteriores reactivaciones con el hallazgo de cicatrices retinocoroideas características (lesiones blanquecino-amarillentas con bordes grisáceos, generalmente de carácter unilateral).
Desde un punto de vista clínico, los pacientes pediátricos pueden presentarse con una coriorretinitis y estar asintomáticos, referir visión borrosa por la vitritis, o con clínica de ojo rojo y dolor ocular, debido a su frecuente asociación con uveítis anterior. La patogénesis de dichas reactivaciones es todavía incierta1.
El diagnóstico se realiza con los hallazgos clínicos descritos junto a unas serologías compatibles. La mayoría de los pacientes suelen presentar títulos bajos de IgG y negativos de IgM, por lo que la avidez de IgG o un incremento de titulación pueden ser útiles para el diagnóstico2. Los casos difíciles pueden requerir técnicas invasivas, como realización de PCR a Toxoplasma gondii en líquido acuoso o vítreo3; no obstante, se trata de una técnica cruenta.
Presentamos 3 casos de TO adquirida infantil en los cuales describimos signos característicos valorables en la tomografía de coherencia óptica (OCT) que han ayudado a un diagnóstico precoz/certero de la enfermedad.
Caso 1: niña, 8 años, origen Guinea Ecuatorial. Presenta uveítis anterior aguda unilateral, con clínica de dolor ocular y enrojecimiento. Se realiza estudio inmunológico y despistaje infeccioso con serologías para toxoplasma IgM negativa e IgG positiva. Inicialmente presentaba fondo de ojo normal. En posteriores controles presentaba una elevación de IgG, así como hallazgos en la OCT de una retinitis con lesiones sobreelevadas en la superficie interna perimacular, con aspecto de estalagmita, lo cual orienta a un posible diagnóstico de toxoplasmosis4 (fig. 1).
Caso 2: varón, 12 años, origen español. Presentaba cuadro de cefalea y pérdida de agudeza visual (0,8). En fondo de ojo se observaba coriorretinitis focal con vitritis compatible de lesión por toxoplasma y serológicamente mostraba una IgM negativa a toxoplasma, con IgG positiva. Controles posteriores presentaban cuadruplicación de la titulación de IgG. Inició tratamiento antibiótico y corticoides sistémicos. La evolución mostró una cicatización parafoveal con ausencia de fotorreceptores y pequeños quistes en retina, con una agudeza visual normal (fig. 2).
A) Imagen OCT. Se observan espacios quísticos en la capa interna de la retina. Son frecuentes los espacios quísticos en pacientes con toxoplasmosis, se consideran una complicación (quistes llenos de parásitos o signos de inflamación o exudación local). B) Fondo de ojo. Se observa la cicatriz coriorretiniana paramacular nasal coincidente con la imagen de OCT.
Caso 3: niña, 10 años, origen marroquí. Presentaba cuadro de panuveítis con uveítis anterior aguda granulomatosa en ojo izquierdo. En la exploración oftalmológica mediante OCT se observaron áreas de inflamación, signos de vitritis e inflamación de las capas internas de la retina. Ante la sospecha de TO, se realizó estudio con serologías: la IgG resultó positiva a toxoplasma con títulos>200; la IgM fue negativa. Inició tratamiento antibiótico con buena respuesta clínica. En controles oftalmológicos posteriores presentó un foco de atrofia coriorretiniana, sin pigmentación de bordes. Sin afectación de la agudeza visual.
Estos 3casos fueron tratados con pirimetamina-sulfadiazina y corticoides orales con buena respuesta clínica. La evolución clínico-serológica ha permitido confirmar el diagnóstico de uveítis por toxoplasma. En la OCT, la retinitis focal con vitritis adyacente es muy característica de la TO. Nuevos signos clínicos hallados en la OCT, tales como la presencia de signos precoces de inflamación (estalagtitas) (fig. 1), o residuales, como quistes en la retina5 (fig. 2) no son específicos de la toxoplasmosis y se han descrito en el contexto de otras enfermedades (linfoma intraocular). No obstante, nos pueden ayudar para sospecha diagnóstica de la enfermedad y evitar técnicas más cruentas como la determinación de PCR en vítreo. La presencia de los quistes residuales, además, podría estar relacionada con la patogénesis de las reactivaciones. La sistematización del uso de la OCT y futuros estudios podrían colaborar para la comprensión de la enfermedad.