Desde diciembre de 2019, momento en el que se identificó el nuevo coronavirus SARS-CoV2 y la infección que ocasiona (COVID-19), hemos podido conocer prácticamente “a tiempo real” datos sobre su patogenia, incidencia y posibles tratamientos mediante la publicación de numerosos textos científicos.
En el ámbito pediátrico español se ha recogido una proporción de casos en torno al 1% con respecto a la población general,1 teniendo la mayoría de nuestros pacientes una sintomatología leve como fiebre de corta duración y clínica catarral,2 lo que concuerda con los datos internacionales publicados hasta la fecha.3
A pesar de la aparentemente escasa repercusión clínica debido a esta infección, nos gustaría señalar en nuestra carta otras implicaciones, diferentes a las propiamente infecciosas, que conlleva esta situación.
En el momento actual, debido al estado de alarma en nuestro país, las restricciones de movilidad pueden ocasionar problemas en la salud de nuestros niños, sobre todo en aquellos con patología de base por la cual precisen una rutina y/o realización de actividad física de forma regular (trastorno de espectro autista, diabetes…). La permanencia en el domicilio de estos niños que precisan cierto tiempo diario de expansión podría ocasionar empeoramiento de su patología de base.
Por otra parte, queremos recalcar la importancia de detectar situaciones que conlleven posibles problemas emocionales y/o psicológicos tanto en los niños como en sus familias. Están surgiendo situaciones por las que un menor debe separarse de sus progenitores por estar infectados y en los que no existe apoyo familiar. En nuestro centro hemos conocido un caso de ingreso en centro de acogida por este motivo.
También es importante señalar, los problemas de distanciamiento maternofiliales tras el parto en casos de madres infectadas,4 en las que además es posible que ni siquiera el padre pueda conocer al hijo al estar también infectado o ser sospechoso de estarlo. Estas situaciones repercuten de forma negativa tanto en la madre, que se encuentra en un momento muy sensible, como en el neonato que no puede realizar piel con piel con ninguno de sus progenitores. La separación materno-filial se ha llevado a cabo con varios neonatos en nuestro centro; tanto por ser el recién nacido hijo de madre afecta de COVID-19 como a la espera de obtener el resultado de la PCR para SARS-CoV2 solicitada ante síntomas maternos compatibles.
Finalmente, el hecho de que el confinamiento supone un mayor riesgo de exposición al maltrato familiar en ambientes propicios hace que este aspecto también deba tenerse en cuenta a la hora de valorar las consecuencias de la pandemia.
La pediatría debe atender al niño de una forma holística, valorando tanto aspectos físicos como psicológicos del menor. Por este motivo, nos gustaría que se tuviesen en cuenta las repercusiones emocionales en los niños para poder brindarles la mejor atención posible durante y tras el confinamiento.