Estamos de acuerdo con Vargas-Gutiérrez et al en que el diagnóstico precoz y el tratamiento oportuno son fundamentales para reducir las lesiones coronarias asociadas a la enfermedad de Kawasaki (EK).
En nuestra serie, 19 de los 21 pacientes (90,4%) que recibieron tratamiento con inmunoglobulina intravenosa (IGIV) lo hicieron en las primeras 24 horas tras su ingreso. Aunque el índice de sospecha de EK fue alto, 4 de ellos (19%) fueron tratados con antibióticos parenterales de amplio espectro por sospecha de infección bacteriana grave a su ingreso. Además otros 6 pacientes (26%) habían recibido tratamiento con penicilina o amoxicilina antes de su valoración en nuestro Hospital.
La presencia de un eritema perineal en el 3°-4° día de fiebre, con descamación posterior, ha sido considerado como un hallazgo precoz de la enfermedad que permitiría su reconocimiento y tratamiento oportuno1,2. Además también se ha sugerido que su presencia es más específica de EK que de otras etiologías que cursan con fiebre y exantema3. En nuestra serie en 3 pacientes se observó un eritema perineal antes del 5° día de inicio de la fiebre.
Ninguno de nuestros pacientes presentaron niveles de albúmina ≤ 3,0g/dl al ingreso o natremias ≤ 130 mEq/l. Se observaron elevaciones de las transaminasas entre dos o tres veces el límite superior de la normalidad en 7 pacientes (30,4%).
La duración de la fiebre ha sido reconocida como un importante factor de riesgo para el desarrollo de aneurismas coronarios. En nuestra serie, tres pacientes desarrollaron lesiones coronarias. Sin embargo, todos ellos fueron tratados con IGIV a dosis actualmente recomendadas entre el 5° y 8° día de enfermedad. Uno de ellos tenía 4 meses. La edad menor de 1 año ha sido también reconocida como un factor de riesgo de lesión coronaria en EK4.
Harada et al establecieron unos criterios clínicos para determinar el riesgo de lesión coronaria en pacientes con EK5. El score Harada clásicamente ha sido considerado como marcador de riesgo de lesión coronaria al establecer qué niños debían recibir tratamiento con IGIV en Japón. Cuatro o más de los siguientes criterios se asociaban a mayor riesgo: leucocitosis>12.000/ml, plaquetas<350.000/ml, PCR>3mg/dl, hematocrito<35%, albúmina<3,5g/dl, edad<12 meses y sexo masculino. Los tres pacientes de 34, 4 y 18 meses que desarrollaron lesión coronaria, tenían scores de 5, 6 y 5 respectivamente.
En la descripción original de la enfermedad, el Dr T. Kawasaki observó descamación periungueal en la segunda semana de evolución en todos excepto uno de sus pacientes6. La descamación periungueal es uno de los signos clínicos incluidos en los criterios diagnósticos, y se ha observado entre un 98-68% de los pacientes7,8. En nuestra serie, la descamación estaba recogida en las historias clínicas en 18 pacientes (78,2%).
Las líneas de Beau son lesiones transversales y deprimidas en las uñas consecuencia de alteraciones en su crecimiento normal por afectación de la matriz. En el contexto de determinadas enfermedades puede existir un daño sistémico suficiente como para interferir en el crecimiento de la uña. Las lineas de Beau se han descrito en relación con la EK9,10. En nuestro caso únicamente se observaron estas lesiones en un lactante dos meses y medio después del diagnóstico de EK.
Espero que estos datos complementen los previamente publicados y sean de interés, aunque en cualquier caso, somos conscientes de las limitaciones de nuestro estudio. Sin duda, series más importantes permitirán un mayor conocimiento de la EK.