El prolapso uretral es muy poco frecuente en niñas. Su clínica más habitual es la aparición de una masa o hemorragia vaginal, normalmente no dolorosa, aunque puede presentar disuria o molestias leves1. La etiopatogenia no está bien establecida postulándose la debilidad de la musculatura pélvica, defectos en tejido periuretral o el aumento de presión intraabdominal como factores predisponentes2. No suele asociar otras anomalías del tracto genitourinario, por lo que no están indicadas pruebas de imagen de rutina. El diagnóstico diferencial incluye ureterocele, pólipos, himen imperforado y tumores malignos uretrales o vaginales. El tratamiento puede ser conservador con baños de asiento y corticoides tópicos o quirúrgico; habitualmente se indica cirugía por fracaso del conservador, recurrencias o complicaciones. Esta presenta un alto porcentaje de curación siendo una de las técnicas más utilizadas la resección circular de la mucosa prolapsada2.
Niña de 8 años remitida a urgencias por sangrado genital escaso e intermitente en los últimos 7 días. Refería prurito. Exploración física general normal. En zona genital presentaba una masa circular de coloración rojiza, friable ocupando la parte central del introito vulvar, no dolorosa a la palpación (fig. 1). Se diagnosticó prolapso uretral tras la exploración que incluyó paso de sonda a través de la masa con salida de orina. El tratamiento fue inicialmente conservador persistiendo un grado leve de prolapso sin síntomas en el seguimiento.
Aunque poco frecuente, conocer el prolapso uretral evita la realización de pruebas complementarias innecesarias para su diagnóstico que se realiza solo mediante inspección3.