La piomiositis es la infección bacteriana del músculo esquelético, caracterizada por la formación de abscesos intramusculares. Aunque se trata de una entidad propia de países tropicales, en los últimos años se ha observado un aumento de su incidencia en regiones de clima templado. Se trata de una enfermedad más frecuente en pacientes adultos con enfermedades crónicas1, lo que hace necesario un alto índice de sospecha para su diagnóstico en pediatría1–5.
Nuestro objetivo es describir las características de la piomiositis en la población infantil. Para ello se realizó un estudio descriptivo y retrospectivo de los pacientes menores de 15 años diagnosticados de piomiositis en nuestro centro durante un periodo de 12 años (2004 a 2015). Se revisaron las historias clínicas, analizando datos clínicos, epidemiológicos, diagnósticos y terapéuticos mediante el sistema informático Microsoft Excel® 2010.
Se incluyeron un total de 15 pacientes, 8 niñas y 7 niños, con una mediana de edad de 4,5 años (rango intercuartílico [RIQ]: 1,3-7 años). Todos eran de origen español y habían adquirido la infección en nuestro país, ningún caso fue importado. Además, ninguno era inmunodeprimido ni presentaba ninguna enfermedad crónica. Un 87% de los casos (13 pacientes) fueron piomiositis primarias, de los cuales 7 (54%) referían un traumatismo previo en la zona afectada. Dos casos fueron piomiositis secundarias a sacroileítis y contigüidad de infección cutánea. Los músculos más frecuentemente afectados fueron los de las extremidades inferiores (10 niños, 67%), principalmente el cuádriceps femoral (5 pacientes) y el psoas ilíaco (2 pacientes). El resto de casos se localizaron en extremidades superiores y musculatura cervical (2 pacientes cada uno). Hubo un caso de afectación múltiple en el que se vieron afectados ambos cuádriceps, el gemelo izquierdo y el abductor mayor, sóleo, bíceps braquial y pronador redondo derechos. Los principales síntomas al diagnóstico fueron dolor (93%), fiebre (80%), tumefacción (60%), calor (33%) y eritema local (20%).
En la analítica, 11 niños (73%) presentaron leucocitosis superior a 15.000/mm3 en el momento del diagnóstico. Solo el paciente con afectación múltiple y septicemia presentó leucopenia. La media de los valores de proteína C reactiva (PCR) fue 146,5±119,1mg/l, presentando 10 pacientes (67%) valores por encima de 40mg/l. La prueba de imagen más utilizada fue la ecografía, que se realizó en 12 pacientes (80%) y permitió el diagnóstico en 7 (58%). La resonancia magnética (RM) se realizó en 8 pacientes (53%), siendo diagnóstica en todos ellos. Se recogió hemocultivo a 9 pacientes (60%) y cultivo del material de drenaje a los 6 pacientes en los que se realizó. La única bacteria aislada fue Staphylococcus aureus en 8 pacientes (53%), siendo un caso resistente a meticilina. La rentabilidad del hemocultivo fue del 33% (3/9) y la del cultivo del material de drenaje, del 83% (5/6).
El tratamiento antibiótico se administró inicialmente por vía intravenosa hasta la mejoría de los síntomas, siendo la combinación más utilizada cloxacilina y clindamicina. Posteriormente se prolongó por vía oral, utilizando principalmente cefadroxilo o amoxicilina-clavulánico, hasta completar una media de 30,8±18,6 días. Tan solo el 40% de los pacientes precisaron drenaje quirúrgico de los abscesos. La mediana de duración del ingreso fue 12 días (RIQ: 9-24 días). Todos los casos evolucionaron favorablemente sin presentar secuelas.
En nuestro medio se debe considerar el diagnóstico de piomiositis ante un niño previamente sano con fiebre y dolor intenso en una extremidad, especialmente si existe antecedente traumático previo1,2,4,5. Puede existir tumefacción, pero los signos inflamatorios locales como calor o eritema son menos frecuentes. La técnica microbiológica de mayor rendimiento es el cultivo del material de drenaje2, aunque el hemocultivo tiene una rentabilidad superior al de otras infecciones y debería realizarse en todos los casos. En cuanto a los estudios de imagen, la ecografía es diagnóstica en más de la mitad de los pacientes y debe ser la primera prueba a realizar. Si el estudio ecográfico es normal, y especialmente ante la sospecha de afectación de musculatura profunda, la RM es la técnica de elección por su mayor sensibilidad2–5. El agente etiológico principal es S. aureus1–5, que en nuestro medio es habitualmente sensible a meticilina, por lo que cloxacilina continúa siendo el tratamiento empírico de elección. Puede asociarse clindamicina para mejorar la cobertura frente a anaerobios y cubrir la posibilidad de cepas resistentes a meticilina. En nuestra serie, más de la mitad de los casos evolucionaron favorablemente con tratamiento antibiótico exclusivo, en contraposición a la actitud terapéutica clásica que aconseja la combinación de tratamiento médico y drenaje quirúrgico1.