Sr. Editor:
La papilomatosis reticulada y confluente de Gougerot-Carteaud es una dermatosis infrecuente de etiología desconocida que se inicia habitualmente durante la adolescencia y cuya importancia radica en el diagnóstico diferencial con otras entidades clínicamente similares. Este hecho adquiere relevancia dada su buena respuesta clínica a minociclina en la mayoría de los casos. Se caracteriza por la aparición de pápulas confluentes y placas parduscas finamente descamativas que afectan al cuello, la zona superior de tronco y las axilas. Comentamos el caso de una paciente atendida recientemente en nuestro servicio.
Paciente de 15 años de edad, sin antecedentes personales de interés, que acude a nuestra consulta para valoración de lesiones cutáneas hiperpigmentadas, asintomáticas, en la región pectoral, el cuello y la zona superior de la espalda, que se habían desarrollado de forma progresiva durante 2 años, y habían recibido tratamiento previo con antimicóticos tópicos con mala respuesta clínica. En la exploración física presentaba placas parduscas finamente descamativas, confluentes que afectaban a cara posterior de cuello (fig. 1) y la región intermamaria (fig. 2). La exploración con luz de Wood, el examen directo con hidróxido potásico (KOH) y el cultivo de las escamas resultaron negativos. Se realizó una toma de biopsia de las lesiones localizadas en la cara posterior del cuello, que mostró una discreta papilomatosis con acantosis e hiperqueratosis a nivel de epidermis, con leve dilatación vascular en la dermis papilar. Todo ello era compatible con la sospecha clínica de papilomatosis reticulada confluente. Se inició tratamiento con minociclina 100mg cada 12h durante 3 meses y se observó una notable mejoría clínica con aclaramiento casi completo de las lesiones.
La papilomatosis reticulada y confluente (PRC) es una entidad rara y probablemente infradiagnosticada, caracterizada clínicamente por la aparición lenta y progresiva de pápulas y placas finamente descamativas, de tonalidad marronácea, en el cuello, la zona superior de tronco y las axilas. Se presenta habitualmente tras la pubertad, y es un poco más frecuente en mujeres (1,4:1). Clínicamente, se suele confundir con otras entidades: acantosis nigricans (placas aterciopeladas de coloración pardusca en las axilas y las caras laterales del cuello, con hiperqueratosis más marcada que en la PRC, y asociada en ocasiones a estados de hiperinsulinismo o neoplasias subyacentes), pitiriasis versicolor (máculas finamente descamativas en zona superior de tronco, habitualmente hipopigmentadas pero en ocasiones hiperpigmentadas), dermatitis seborreica, parapsoriasis, amiloidosis maculosa, etcétera.
La etiopatogenia es desconocida. Se han postulado diversas teorías: la existencia de una respuesta alterada del huésped a hongos saprofitos de la piel1,2 o una alteración en la queratinización de origen genético (hay casos familiares descritos) o adquirido3. Se ha descrito también en relación con trastornos endocrinos3 (obesidad, diabetes mellitus no insulinodependiente, síndrome de Cushing y enfermedad tiroidea) o fotosensibilidad4. Aunque existen casos descritos de coexistencia de PRC y acantosis nigricans5, la mayoría de los autores los consideran dos entidades distintas diferenciables clínicamente por su distribución, edad de inicio (más precoz en general en la PRC) y respuesta terapéutica a tratamientos antibacterianos (positiva frecuentemente en la PRC)6.
Desde el punto de vista terapéutico, se han comunicado de forma ocasional resultados favorables a antifúngicos7, derivados de la vitamina D8, retinoides tópicos9 o isotretinoína oral10, si bien el tratamiento de mayor eficacia en las series más largas de pacientes con PRC ha sido la minociclina, usada en dosis de 100-200mg/día durante 1-3 meses, con aclaramiento completo de las lesiones en el 80 % de los casos11. También se han descrito buenos resultados con otros antibióticos como amoxicilina12, ácido fusídico, eritromicina, claritromicina y azitromicina13.