Información de la revista
Vol. 84. Núm. 4.
Páginas 211-217 (abril 2016)
Visitas
16568
Vol. 84. Núm. 4.
Páginas 211-217 (abril 2016)
ORIGINAL
Acceso a texto completo
Los errores de tratamiento en una unidad neonatal, uno de los principales acontecimientos adversos
Medication errors in a neonatal unit: One of the main adverse events
Visitas
16568
M.T. Esqué Ruiz
Autor para correspondencia
mtesque@gmail.com

Autor para correspondencia.
, M.G. Moretones Suñol, J.M. Rodríguez Miguélez, E. Sánchez Ortiz, M. Izco Urroz, M. de Lamo Camino, J. Figueras Aloy
Servicio Neonatología, ICGON, BCNatal, Hopital Clínic sede Maternitat, Universidad de Barcelona, España
Este artículo ha recibido
Información del artículo
Resumen
Texto completo
Bibliografía
Descargar PDF
Estadísticas
Tablas (4)
Tabla 1. Características de los errores de medicación declarados
Tabla 2. Repercusión en el paciente de los errores de medicación según Hartwig
Tabla 3. Causas en relación con los errores de medicación (n=511)
Tabla 4. Criterios utilizados para clasificar los acontecimientos adversos causados por medicamentos (AAM) según su evitabilidad
Mostrar másMostrar menos
Resumen
Introducción

Las unidades neonatales son uno de los ámbitos hospitalarios más expuestos a la comisión de errores de tratamiento. El error de medicación (EM) se define como el incidente, evitable, secundario a la utilización inapropiada de medicamentos, que causa o puede causar daño al paciente.

El objetivo de este trabajo es dar a conocer la incidencia de EM (incluida la alimentación) notificados en nuestra unidad neonatal así como sus características y posibles factores causales. Así mismo se expone una relación de las estrategias llevadas a cabo para su prevención.

Material y métodos

Se analizan los EM declarados en un servicio de neonatología.

Resultados

Durante un período de 7 años, en el servicio de neonatología se han notificado 511 EM. La incidencia en la unidad de críticos fue de 32,2 por 1.000 días de hospitalización o 0,2 por paciente, de los cuales 0,22 por 1.000 días tuvieron repercusión grave; el 39,5% fueron errores de prescripción, el 68,1% de administración y el 0,6% reacciones adversas a medicamentos. El 65,4% fue producido por fármacos. Se interceptó el 17%. El 89,4% no tuvo repercusión sobre el paciente; el 0,6% causó secuelas permanentes o muerte. Los profesionales de enfermería declararon el 65,4% de los EM. El factor causal más frecuentemente implicado fue la distracción (59%). Se realizaron medidas correctoras simples (alertas), intermedias (protocolos, sesiones clínicas, cursos) y complejas (análisis causales, monografía).

Conclusiones

Es imprescindible conocer la propia realidad para poder establecer medidas preventivas y, junto al trabajo en equipo y las buenas prácticas, promover un clima de seguridad.

Palabras clave:
Errores de tratamiento
Errores de medicación
Errores de prescripción
Errores de administración
Cultura de seguridad
Recién nacido
Acontecimientos adversos
Prevención
Declaración de acontecimientos adversos
Seguridad en la medicación
Abstract
Introduction

Neonatal units are one of the hospital areas most exposed to the committing of treatment errors. A medication error (ME) is defined as the avoidable incident secondary to drug misuse that causes or may cause harm to the patient.

The aim of this paper is to present the incidence of ME (including feeding) reported in our neonatal unit and its characteristics and possible causal factors. A list of the strategies implemented for prevention is presented.

Material and methods

An analysis was performed on the ME declared in a neonatal unit.

Results

A total of 511 MEs have been reported over a period of seven years in the neonatal unit. The incidence in the critical care unit was 32.2 per 1000 hospital days or 20 per 100 patients, of which 0.22 per 1000 days had serious repercussions. The ME reported were, 39.5% prescribing errors, 68.1% administration errors, 0.6% were adverse drug reactions. Around two-thirds (65.4%) were produced by drugs, with 17% being intercepted. The large majority (89.4%) had no impact on the patient, but 0.6% caused permanent damage or death. Nurses reported 65.4% of MEs. The most commonly implicated causal factor was distraction (59%). Simple corrective action (alerts), and intermediate (protocols, clinical sessions and courses) and complex actions (causal analysis, monograph) were performed.

Conclusions

It is essential to determine the current state of ME, in order to establish preventive measures and, together with teamwork and good practices, promote a climate of safety.

Keywords:
Treatment errors
Medication errors
Prescription errors
Administration errors
Culture of safety
Newborn
Adverse events
Prevention
Critical incident reporting
Drug safety
Texto completo
Introducción

Las unidades neonatales, muy especialmente sus áreas de cuidados intensivos, son uno de los ámbitos hospitalarios más expuestos a la comisión de errores de tratamiento; entre ellos, los errores de medicación (EM) forman parte de una patología emergente que en los últimos años ha llamado la atención de profesionales, organizaciones y administraciones sanitarias1; se trata de un problema grave en los pacientes hospitalizados2 e infravalorado en la población pediátrica y neonatal3.

Se define el EM como el incidente, evitable, secundario a la utilización inapropiada de medicamentos, que causa o puede causar daño al paciente4; en cambio, el acontecimiento adverso(AA) debido a medicamentos se define como cualquier daño, grave o leve, causado por el uso (o falta de uso) de un medicamento5 y las reacciones adversas a medicamento, siempre inevitables, como todo efecto perjudicial y no deseado que se presenta después de la administración de un medicamento, a las dosis normalmente utilizadas en el hombre para la profilaxis, diagnóstico o tratamiento de una enfermedad, o con objeto de modificar una función biológica6,7.

Se estima que los EM ocurren 8 veces más en las unidades de cuidados intensivos neonatales (UCIN) que en las de adultos hospitalizados8. En el período neonatal, los protocolos de administración de fármacos van a diferir de los de otras edades debido a la falta de especialidades farmacéuticas adecuadas a sus necesidades8,9, por las diferencias fisiológicas y por tratarse de una población no homogénea y cambiante que requiere pautas variables en función de la patología, el peso, la edad gestacional y los días de vida. En este grupo de pacientes es imperativo medir volúmenes pequeños, fraccionar unidades y realizar diluciones complejas; la biodisponibilidad de los fármacos después de dichas manipulaciones es, a menudo, desconocida e impredecible y puede derivar en el uso de dosis tóxicas o ineficaces que, sumado a la variabilidad de los procesos farmacocinéticos y farmacodinámicos de los fármacos (conservantes, estabilizantes, etc.)9, la gravedad de la patología, un mayor tiempo de estancia hospitalaria, la imposibilidad de comunicación con el paciente, etc., condicionan una mayor dificultad para reconocer el error. En este contexto, Cotrina Luque et al. han elaborado una lista modelo de medicamentos de alto riesgo pediátrico y neonatal, definiéndolos como aquellos que pueden causar daños graves o incluso mortales cuando se produce un error durante su utilización10.

Los EM pueden producirse en distintos momentos del proceso asistencial desde su indicación hasta su administración. Aunque en el recién nacido (RN) adquiere especial relevancia la prescripción, dispensación y administración, a menudo las causas11 se originan previamente (etiquetado, envasado, denominación). Por todo ello, por la frecuencia con que ocurren12,13 y por su potencial gravedad, su prevención debe construirse desde un enfoque multidisciplinar14.

Se acepta que para mejorar la seguridad del paciente es necesaria la identificación de los errores, su análisis e implementar las medidas necesarias para que no vuelvan a ocurrir. El objetivo de este trabajo es analizar los EM sucedidos en pacientes ingresados en un servicio de Neonatología, los medicamentos implicados, su gravedad y la posibilidad de ser evitados; también se describen las estrategias llevadas a cabo para su prevención.

Material y métodos

En el servicio de Neonatología del Hospital Clínic de Barcelona, a través de la Comisión para la Seguridad del paciente neonatal (CSPN), que empezó a trabajar en el año 2008, se creó un sistema de declaración de AA voluntario y anónimo15. A medida que se recogieron los AA notificados, se analizaron y establecieron medidas de prevención. Para facilitar su estudio, se introdujeron en una base de datos Microsoft Office Access 2003, clasificándolos como problemas de identificación, de diagnóstico, de tratamiento (por medicamentos u otros), de procedimientos (diagnósticos y terapéuticos) y de equipos y dispositivos.

Usando las herramientas del programa informático se seleccionaron los EM, atendiendo a la definición establecida en la introducción y se clasificaron según fuesen de prescripción o de administración; según el producto implicado (fármacos, alimentación, nutrición parenteral, líquidos intravenosos, hemoderivados, óxido nítrico, oxígeno, sacarosa, otros); el tipo de error (dosis incorrecta, retraso en la administración, vía o velocidad errónea, falta de dosis o de medicamento, medicamento inadecuado, deteriorado o caducado, etc.); el lugar donde ocurrió el error (unidad de críticos o de cuidados intermedios, etc.). Dada la importancia que tiene la alimentación en el correcto desarrollo somático y neurológico del prematuro, se considera como un medicamento en estas edades tempranas de la vida13,16. Respecto al personal, se registró el grupo profesional al que pertenecía el declarante, si estaba implicado directamente en el AA y su antigüedad (< 5 años, 5-10 años, > 10 años). Se analizaron los factores contribuyentes relacionados con los profesionales (distracción, rutina, falta de formación, factores individuales, problemas de comunicación), con la organización (sobrecarga asistencial, falta de protocolos, infraestructura, factores ambientales, recursos humanos, otras causas) o con equipos y dispositivos. La repercusión sobre el paciente se analizó según la clasificación de Hartwig et al.17. Las medidas que se fueron adoptando para su corrección durante los 7 años estudiados se clasificaron en 3 tipos: medidas simples (notificación directa, alertas de seguridad, etiquetaje correcto, carteles, revisión de material, etc.), intermedias (protocolos, boletín mensual, sesiones clínicas, cursos, etc.) y superiores (manuales, análisis causa raíz, jornadas anuales, trabajos prospectivos, mesas redondas, etc.).

Con el análisis de los EM se valoró si se habían interceptado, es decir, si se había impedido que el error alcanzara al paciente y si eran evitables. La evitabilidad se analizó también retrospectivamente según la tabla propuesta por Otero-López et al.2 adaptada para neonatología, adaptación a su vez del cuestionario de Schumock y Thorton18.

Resultados

Se analizaron los AA notificados entre el 1 de febrero del 2008 y el 31 de enero del 2015. Durante este período de 7 años, los 4.575 RN ingresados en Neonatología durante 73.840 días de hospitalización se distribuyeron según su estancia en unidad de críticos (2.212 pacientes) o cuidados intermedios (4.575 pacientes), correspondiendo a 13.579 días de hospitalización en críticos y 60.261 días en cuidados intermedios. De los 1.628 AA declarados, 511 (31,4%) correspondieron a EM (6 EM por mes estudiado). La incidencia de EM declarados en la unidad de críticos fue de 32,2 por 1.000 días de hospitalización (19,7 EM por 100 niños hospitalizados). El 39,5% fueron errores de prescripción, el 68,1% de administración; 3 (0,6%) no correspondieron a EM, sino a RAM (no evitables).

Los productos implicados en el error, el tipo de error, el lugar donde se ha producido, la antigüedad del personal, quién lo ha declarado y si se han interceptado o no, se expresan en la tabla 1. Destaca que el 65,4% de los EM eran producidos por fármacos, siendo los antibióticos los más frecuentemente implicados (86 EM) y de ellos la Gentamicina (29 EM) y la Vancomicina (17 EM), relacionados principalmente con el intervalo de administración. 34 notificaciones se referían a sedación y analgesia (26 de los cuales corresponden a fentanilo). Otros fármacos implicados fueron la cafeína (22 EM), los diuréticos (18 EM), los colirios (14 EM), los inotrópicos (12 EM), la insulina (12 EM) y la indometacina (6 EM).

Tabla 1.

Características de los errores de medicación declarados

  Prescripción
202 (39,5%) 
Administración
348 (68,1%) 
Totala
n=511 
Según producto
Fármacos  160 (79,2%)  208 (59,8%)  334 (65,4%) 
Alimentación  11 (5,4%)  48 (13,8%)  63 (12,3%) 
Alimentación parenteral  10 (5%)  42 (12,1%)  47 (9,2%) 
Líquidos EV  17 (8,4%)  33 (9,5%)  44 (8,6%) 
Hemoderivados  5 (2,5%)  12 (3,4%)  16 (3,1%) 
NOi  2 (0,6%)  2 (0,4%) 
Oxígeno  1 (0,5%)  4 (1,1%)  4 (0,8%) 
Otros  –  3 (0,86%)  4 (0,8%) 
Según tipo error
Retraso administración.  18 (8,9%)  58 (16,7%)  72 (14,1%) 
Vía errónea  5 (2,5%)  11 (3,2%)  16 (3,1%) 
Velocidad errónea  17 (8,4%)  46 (13,2%)  52 (10,2%) 
Falta dosis o medicamento  41 (20,3%)  72 (20,7%)  103 (20,1%) 
Medicamento inadecuado  17 (8,4%)  30 (8,6%)  44 (8,6%) 
Medicamento deteriorado o caducado  1 (0,5%)  9 (2,6%)  12 (2,3%) 
Dosis incorrecta  104 (51,5%)  112 (32,2%)  169 (33,1%) 
Tratamiento ilegible  9 (4,4%)  9 (2,6%)  13 (2,5%) 
Otras causas  2 (1%)  2 (0,6%)  2 (0,4%) 
Según el lugar de producción
Unidad de críticos  140 (69,3%)  262 (75,3%)  368 (72%) 
Cuidados intermedios  58 (28,7%)  77 (22,1%)  129 (26%) 
Otros  4 (1,9%)  14 (4,02%)  21 (4,1%) 
Antigüedad personal
< 5 años  62 (30,7%)  93 (26,7%)  139 (32,6%) 
5-10 años  31 (15,3%)  73 (21%)  92 (21,6%) 
> 10 años  83 (41,1%)  126 (36,2%)  195 (45,8%) 
No consta  26 (12,9%)  56 (16,1%)  85 (16,6%) 
Declarado por
Médico  59 (29,2%)  72 (20,7%)  121 (30,4%) 
Personal enfermería  103 (51%)  183 (52,6%)  277 (69,5%) 
No consta/otros  40 (19,8%)  93 (26,7%)  113 (22,1%) 
Interceptado  65 (32,2%)  22 (6,3%)  87 (17%) 
a

Algunos casos corresponden a errores de prescripción y de administración.

Atendiendo al tipo de error, en el 33,1% destaca la dosis incorrecta. Fue interceptado el 17%. La mayoría de los EM sucedieron en la unidad de críticos (72%). El grupo profesional sobre el que se declararon menos errores fue el de 5-10 años de antigüedad (21,6%). El personal de enfermería realizó el 69,5% de las declaraciones.

La repercusión para el paciente según la clasificación de Hartwig et al.17 se expresa en la tabla 2. El 10,6% tuvo repercusión sobre el paciente (8,32 EM por 1.000 días de hospitalización); el 0,6% (0,22 por 1.000 días) pudo contribuir a la aparición de secuelas permanentes o muerte (Hartwig 5-6). Las posibles causas responsables de los EM se expresan en la tabla 3. Los factores relacionados con los profesionales se citaron en 89% de las declaraciones, siendo la distracción la causa más frecuente (59%). Entre los factores organizativos (18,8%), destaca la sobrecarga asistencial (8,6%).

Tabla 2.

Repercusión en el paciente de los errores de medicación según Hartwig

Repercusión en el paciente de les errores de medicación
n= 511
Sin repercusión: 457 (89,4%)
No se ha llegado a producir el error. Interceptado  94  18,4% 
Producido pero sin lesión para el paciente  272  53,2% 
El error produce un incremento en la monitorización del paciente  91  17,8% 
Con repercusión: 54 (10,6%)
Cambio en las constantes vitales o extracciones analíticas adicionales  34  6,6% 
Error que requiere la administración de otro medicamento o alarga la estancia del hospital  17  3,3% 
Error que produce lesión permanente  0,2% 
Error que contribuye a la muerte del paciente  2a  0,4% 
a

Un retraso en la valoración de un recién nacido con hemocultivo positivo a Escherichia coli. Una hipercalcemia grave por exceso de aporte de calcio en prematuro de 700g y 25 semanas de edad gestacional.Tomado de Hartwig et al.17.

Tabla 3.

Causas en relación con los errores de medicación (n=511)

Factores relacionados con los profesionalesa  460 (90%) 
Distracción  306 (59,9%) 
Formación  98 (19,2%) 
Factores individuales  91 (17,8%) 
Comunicación  47 (9,2%) 
Rutina  68 (13,3%) 
Trabajo en equipo  47 (9,2%) 
Información paciente  5 (0,98%) 
Cansancio  4 (0,8%) 
Factores organizativosa  96 (18,8%) 
Sobrecarga asistencial  44 (8,6%) 
Falta de protocolos  11 (2,1%) 
Infraestructura  25 (4,9%) 
Factores ambientales  6 (1,2%) 
Recursos humanos  8 (1,6%) 
Otras causas  6 (1,2%) 
Factores relacionados con equipos, dispositivos, etc1 (0,2%) 
Factores relacionados con el paciente  2 (0,4%) 
Factores relacionados con los fármacos  51 (10%) 
a

En algunos casos coinciden diferentes factores causales.

Se consideraron evitables el 99,4% de los EM, una vez revisados con la tabla adaptada de Otero-López et al.2. Los resultados se expresan en la tabla 4. Solo los 3 casos que se atribuyeron a RAM no pudieron clasificarse en esta tabla.

Tabla 4.

Criterios utilizados para clasificar los acontecimientos adversos causados por medicamentos (AAM) según su evitabilidad

Un AAM se puede considerar potencialmente prevenible, cuando es posible contestar afirmativamente a una o más de las siguientes preguntas:  N.° total de respuestas afirmativas 
Considerando la situación clínica del paciente, ¿el medicamento implicado en el AAM es inapropiado?  53 
Considerando la edad, el peso o la enfermedad subyacente del paciente, ¿la dosis, la vía o la frecuencia de administración son inapropiadas?  268 
¿La duración del tratamiento es inferior o superior a la establecida para la indicación que se trata?  132 
¿Se ha omitido la realización de los controles clínicos necesarios para el seguimiento del tratamiento? 
¿El paciente había presentado previamente una reacción alérgica o un efecto adverso similar con el medicamento o con otros con los que presente reactividad cruzada o que tengan el mismo mecanismo de acción? 
¿El AAM se produjo como consecuencia de algún tipo de interacción? 
¿Se determinaron concentraciones séricas del medicamento potencialmente tóxicas o valores anormales en otras pruebas de laboratorio utilizadas para controlar el medicamento? 
¿Se ha prescindido del tratamiento preventivo necesario para evitar la aparición del efecto adverso, cumpliendo el paciente criterios para recibirlo? 
¿El AAM se produjo por un cumplimiento errático de la prescripción? 
¿El AAM se produjo por un error en la administración del medicamento? 
¿El AAM se produjo por una circunstancia que pueda ser considerada un error?  48 

Adapatado de Schumock y Thorton1,18.

Para la prevención de los EM se realizaron 205 acciones simples (alertas, recomendaciones), 299 acciones intermedias (protocolos, sesiones clínicas, cursos, etc.) y, como acciones consideradas de mayor complejidad, se realizaron 4 análisis causa raíz y se editó un volumen monográfico de «administración de fármacos endovenosos en el RN», realizado por un grupo de enfermeras de la unidad, con distintos ejemplares plastificados para consultar en el servicio y otros individuales, en formato «bolsillo», que se repartieron a todos los profesionales. Dadas las características del propio sistema de identificación de EM, no es posible valorar el impacto de las acciones en su disminución.

Discusión

Es muy difícil realizar una comparación entre distintos trabajos por las diferencias existentes entre los métodos de recogida y las definiciones empleadas. De acuerdo con Suresh, el número de AA identificados y documentados depende de la actividad realizada para identificarlos y, dada la variedad de enfoque de los distintos estudios19, no es tan importante el estudio comparativo con los trabajos publicados, sino el análisis de los propios errores y la aceptación de las estrategias de prevención.

Snijders et al., en un análisis de 4.846 AA declarados voluntariamente en 3.859 admisiones, encuentran incidentes con la medicación en un 27%12, cifra cercana a la nuestra (32,2%). El índice de EM es mucho más elevado en estudios que utilizan la declaración voluntaria que en aquellos en que la declaración es obligatoria (13-14,7 versus 0,97 por 1.000 pacientes/día en la UCIN)20. Ello se explica porque la declaración obligatoria focaliza los errores que producen daño permanente o muerte, mientras que la declaración voluntaria incluye los casi-incidentes o incidentes leves y si se utiliza el método «trigger tool», que busca posibles desencadenantes de AA, se obtienen muchos más que los obtenidos en las declaraciones voluntarias21.

Suresh et al. encuentran que los EM (incluyendo productos alimenticios y sanguíneos) son la causa más frecuente de AA (47%)13. Los prematuros extremos precisan para su correcto desarrollo un óptimo soporte nutricional, ya sea lactancia materna fortificada o fórmulas especiales, por lo que la alimentación se considera un medicamento16 y sus errores un EM. De Franco et al., en un estudio reciente, describen una relación de errores en la UCIN de 43 por 100 pacientes, correspondiendo el 48% de ellos a errores en la administración de medicamentos22. Ligi et al. describen una incidencia de EM de 4,9 por 100 admisiones. Los errores más frecuentes fueron de administración, en general por mala programación, de las bombas de infusión23. Campino et al. analizan 91 muestras, 52 de vancomicina y 39 de tobramicina, detectándose errores de cálculo en un 4,6% de las muestras, con una tasa de errores de precisión de 37,9%. Concluyen que, aunque los errores registrados no produjeron consecuencias clínicas negativas evidentes, podrían causar complicaciones graves y resaltan la importancia de mejorar los métodos usados para la preparación de uso intravenoso a pie de cama24.

En nuestro estudio también fueron más frecuentes los errores de administración (68,1%) que los de prescripción (39,5%), siendo en ambos la causa más frecuente la dosis incorrecta (51,5%), dato que coincide con los de Rashed et al. (42,7%), en un estudio realizado en las salas pediátricas de Hong-Kong25. Horri et al. encuentran un índice de error de dosificación de 3,8 y 3,1 por 100 prescripciones manuales en prematuros < 33 semanas de gestación en 2 UCIN y concluyen que las prescripciones manuales deberían estar prohibidas en las unidades neonatales26. En nuestro estudio, se han interceptado el 32,2% de los errores de prescripción, porcentaje bajo si se compara con el estudio de de Franco et al., en que se interceptaron el 63%22.

El 72% de los EM ocurrieron en la unidad de críticos, dato lógico debido a la polimedicación de los pacientes en dicha unidad.

El personal de enfermería ha declarado el doble que el personal médico (69,5% versus 30,4%). Guerrero-Aznar et al. encuentran que los profesionales de enfermería declaran 11 veces más que los médicos27.

Ni la antigüedad del personal ni su falta de experiencia fueron factores protectores de cometer errores sino al contrario: el grupo sobre el que se declararon menos errores fue el de 5-10 años de antigüedad (21,6%). Stavroudis et al., en un análisis de 6.749 EM, destacan como causa más frecuente el factor humano (68,4%)28; en nuestro estudio, los factores relacionados con los profesionales aparecen en un 90% de las declaraciones y los factores relacionados con la organización en un 18,8%.

Afortunadamente, existe un alto porcentaje de EM sin daño (89,4%), que también hay que reducir, ya que el no disminuirlos se considera un indicador de baja calidad asistencial1. Es conocido que los AA se producen como consecuencia de la combinación de deficiencias del sistema y errores de los profesionales29. El análisis de los EM potenciales es útil porque permite identificar tanto los puntos donde falla el sistema, como los puntos donde el sistema funciona y permite interceptarlos. Se acepta que de 1 a un 5% de los EM son capaces de causar daño30, de ahí la necesidad de establecer barreras que impidan su aparición.

Se han realizado múltiples acciones para disminuir los EM, resaltando la elaboración de un volumen monográfico sobre la administración de fármacos intravenosos en el RN, realizado por un grupo de enfermeras de la unidad, que no forman parte de la CSPN, pero que han trabajado con la misma finalidad. Es difícil el estudio comparativo propio, ya que a medida que aumenta la cultura de seguridad, aumentan las declaraciones voluntarias y se enmascara el proceso de mejora.

Las normas de «las 6 C» (fármaco correcto, dosis correcta, hora correcta, vía correcta, paciente correcto, documentación correcta) o de «los 4 yo» (yo preparo, yo administro, yo registro, yo respondo) se consideran actualmente insuficientes para alcanzar el objetivo de disminuir los EM, ya que no solo es necesario el medicamento o el procedimiento seguro (safe), sino también hay que crear sistemas a prueba de errores (fail-safe), provistos de medidas y dispositivos de seguridad para reducirlos al máximo o garantizar que no alcancen a los pacientes1,19.

Las estrategias para prevenir los EM deben incluir la creación y el uso de protocolos, la formación del personal, así como la participación de las autoridades sanitarias, de las agencias reguladoras de medicamentos y de las compañías farmacéuticas1. Las presentaciones farmacéuticas adaptadas a neonatos, la preparación de unidosis, la especificidad de vías, el uso de sistemas robóticos y de identificación digital, la prescripción electrónica, una intervención formativa amplia31,32, la monitorización continua de los AA32 y la existencia de un farmacéutico hospitalario31,33 contribuyen eficazmente a la reducción de los EM en la población pediátrica y especialmente neonatal34.

La elevada complejidad tecnológica de los servicios de Neonatología exige el conocimiento actualizado, la protocolización y la valoración y análisis del trabajo realizado. Ante el error no hay que culpabilizar, sino analizar y corregir, mejorar la comunicación entre los profesionales y promover mejores prácticas. No solo hay que crear una cultura de seguridad refiriéndonos a los valores sobre los que se construye esta, sino también hay que crear un clima de seguridad, focalizado en los términos de producción y eficacia, centrando gran parte del esfuerzo en la prevención de los EM2219,35.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

Bibliografía
[1]
M.J. Otero, A. Domínguez-Gil.
Acontecimientos adversos por medicamentos: una patología emergente.
Farm Hosp., 24 (2000), pp. 258-266
[2]
M.J. Otero-López, P. Alonso-Hernández, J.A. Maderuelo-Fernández, B. Garrido-Corro, A. Dominguez-Gil, A. Sánchez-Rodríguez.
Acontecimientos adversos prevenibles causados por medicamentos en pacientes hospitalizados.
Med Clin (Barc), 126 (2006), pp. 81-87
[3]
I. Chedoe, A. Harry, H. Molendijk, T.A.M. Dittrich, F.G.A. Jansman, J.W. Harting, et al.
Nature of medication errors in neonatal intensive care with strategies to improve safety. A review of the Current Literature.
Drug Safety., 30 (2007), pp. 503-516
[4]
National Coordinating Council for Medication Error Reporting and Prevention. NCCMERP Taxonomy of medications errors, 1998. [consultdo 20 Ene 2015]. Disponible en: http://www.nccmerp.org/aboutmederrors.htm
[5]
L.L. Leape, A. Kabcenell, D.M. Berwick, J. Roessner.
Breakthrough series guide: Reducing adverse drug events.
Institute for Healthcare Improvement, (1998),
[6]
World Health Organization Requeriments for adverse reaction reporting. Geneva: World Health Organization; 1975.
[7]
M.J. Otero-López, C. Codina Jané, M.J. Tamés Alonso, M. Pérez Encinas.
Errores de medicación: estandarización de la terminología y clasificación. Resultados de la Beca Ruiz-Jarabo 2000.
Farm Hosp., 27 (2003), pp. 137-149
[8]
J.E. Gray, D.A. Goldmann.
Medication errors in the neonatal intensive care unit: special patients, unique issues.
Arch Dis Child Fetal Neonatal Ed., 89 (2004), pp. F472-F473
[9]
A. Campino Villegas, M.C. López Herrera, M.I. Caballero, M. García Franco, I. López de Heredia y Goya, A. Valls i Soler.
¿Tienen los recién nacidos las mismas oportunidades farmacoterapéuticas que los adultos?.
An Pediatr (Barc)., 64 (2006), pp. 428-432
[10]
J. Cotrina Luque, M.D. Guerrero Aznar, C. Alvarez del Vayo Benito, E. Jimenez Mesa, K.P. Guzman Laura, L. Fernández Fernández.
Lista modelo de medicamentos de alto riesgo.
An Pediatr (Barc)., 79 (2013), pp. 360-366
[11]
R.N. Keers, S.D. Williams, J. Cooke, D.M. Ashcroft.
Causes of medication administration errors in hospitals: a systematic review of quantitative and qualitative evidence.
Drug Saf., 36 (2013), pp. 1045-1067
[12]
C. Snijders, R.A. van Lingen, H. Klip, W.P.F. Fetter, T.W. van der Schaaf, H.A. Molendijk, on behalf of the NEOSAFE study group.
Specialty-based, voluntary incident reporting in neonatal intensive care: description of 4846 incident reports.
Arch Dis Child Fetal Neonatal Ed., 94 (2009), pp. F210-F215
[13]
G. Suresh, J.D. Horbar, P. Plsek, J. Gray, W.H. Edwards, P.H. Shiono, et al.
Voluntary anonimus reporting of medical errors for Neonatal Intensive Care.
Pediatrics., 113 (2004), pp. 1609-1618
[14]
J. Perez Rodríguez.
Errores medicos en pediatría y neonatología. Un nuevo enfoque disciplinar es necesario.
An Pediatr (Barc), 64 (2006), pp. 327-329
[15]
Esqué Ruiz MT, Moretones Suñol MG, Rodríguez Miguélez JM, Parés Tercero S, Cortés Albuixech R, Varón Ramírez EM, et al. Caminando hacia una cultura de seguridad en la unidad neonatal: Experiencia de 6 años. An Pediatr (Barc). 2015;83:236-243.
[16]
A. Llapillone, D.L. O’Connor, D. Wang, J. Rigo.
Nutritional recommendations for the late-preterm infant after hospital discharge.
J Pediatr, 162 (2013), pp. S90-S100
[17]
S.C. Hartwig, S.D. Denger, P.J. Schneider.
Severity-indexed, incident report-based medication error-reporting program.
Am J Hosp Pharm, 48 (1991), pp. 2611-2616
[18]
G.T. Schumock, J.P. Thorton.
Focusing on preventability of adverse drug reactions.
Hosp Pharm., 27 (1992), pp. 538-542
[19]
G.K. Suresh.
Measuring patient safety in neonatology.
Am J Perinatol., 29 (2012), pp. 19-26
[20]
C. Snijders, R.A. van Lingen, A. Molendijk, W.P.F. Fetter.
Incidents and errors in neonatal intensive care: A review of the literature.
Arch Dis Child Fetal Neonatal Ed., 92 (2007), pp. F391-F398
[21]
P.J. Sharek, J.D. Horbar, W. Mason, H. Bisarya, C.W. Thurm, G. Suresh, et al.
Adverse events in the Neonatal Intensive Care Unit: Development, testing, and findings of an NICU-Focused Trigger Tool to Identify Harm in North American NICUs.
Pediatrics, 118 (2006), pp. 1332-1340
[22]
S. De Franco, S. Rizollo, P. Angellotti, A. Guala, G. Stival, F. Ferrero.
The error in neonatal intensive care: A multicenter prospective study.
Minerva Pediatr., 66 (2014), pp. 1-6
[23]
I. Ligi, F. Arnaud, E. Jouve, S. Tardieu, R. Sambuc, U. Simeoni.
Iatrogenic events in admitted neonates: A prospective cohort study.
[24]
A. Campino, E. Santesteban, M. García, M. Rueda, A. Valls-i-Soler.
Errores en la preparación de fármacos intravenosos en una Unidad de Cuidados Intensivos Neonatal. Una potencial fuente de eventos adversos.
An Pediatr (Barc)., 79 (2013), pp. 21-25
[25]
A.N. Rashed, L. Wilton, C.H. Lo, B.Y.S. Kwong, S. Leung, I.C.K. Wong.
Epidemiology and potential risk factors of drug-related problems in Hong Kong paediatric wards.
Br J Clin Pharmacol., 77 (2013), pp. 873-879
[26]
J. Horri, A. Cransac, C. Quantin, M. Abrahamowicz, C. Ferdynus, C. Sgro, et al.
Frequency of dosage prescribing medication errors associated with manual prescriptions for very preterm infants.
J Clin Pharm Ther., 39 (2014), pp. 637-641
[27]
M.D. Guerrero-Aznar, E. Jiménez-Mesa, J. Cotrina-Luque, A. Villalba-Moreno, R. Cumplido-Corbacho, L. Fernández-Fernández.
Validación en pediatría de un método para notificación y seguimiento de errores de medicación.
An Pediatr (Barc), 81 (2014), pp. 360-367
[28]
T.A. Stavroudis, A.D. Shore, L. Morlock, R.W. Hicks, D. Bundy, M.R. Miller.
NICU medication errors: Identifying a risk profile for medication errors in the Neonatal Intensive Care Unit.
J Perinatol., 30 (2010), pp. 459-468
[29]
A. Campino Vilegas, López Herrera M.C., M. García Franco, I. López de Heredia Goya, A. Valls I Soler.
Errores en la prescripción y transcripción de medicación de medicación en una unidad neonatal.
An Pediatr (Barc), 64 (2006), pp. 330-335
[30]
C.A. Bond, C.L. Raehl, T. Franke.
Medication errors in the United States hospitals.
Pharmacotherapy, 21 (2001), pp. 1023-1036
[31]
I. Chedoe, H. Molendijk, W. Hospes, E.R. van der Heuvel, K. Taxis.
The effect of a multifaceted educational intervention on medication preparation and administration errors in neonatal intensive care.
Arch Dis Child Fetal Neonatal Ed., 97 (2012), pp. F449-F455
[32]
P. Otero, A. Leyton, G. Mariani, J.M. Ceriani Cernadas, and the Patient Safety Committee.
Medication errors in pediatric inpatients: Prevalence and results of a prevention program.
Pediatrics, 122 (2008), pp. e737-e743
[33]
C.M. Fernandez-Llamazares, M.A. Calleja-Hernandez, S. Manrique-Rodríguez, C. Pérez-Sanz, E. Duran-García, M. Sanjurjo-Saez.
Impact of clinical pharmacist interventions in reducing paediatric prescribing errors.
Arch Dis Child., 97 (2012), pp. 564-568
[34]
L. Cordero, L. Kuehn, R.R. Kumar, H.S. Mekhjian.
Impact of computerized physician order entry on clinical practice in a Newborn Intensive Care Unit.
J Perinatol, 24 (2004), pp. 88-93
[35]
R. Antonucci, A. Porcella.
Preventing medication errors in neonatology: Is it a dream?.
World J Clin Pediatr., 3 (2014), pp. 37-44
Copyright © 2015. Asociación Española de Pediatría
Descargar PDF
Idiomas
Anales de Pediatría
Opciones de artículo
Herramientas
es en

¿Es usted profesional sanitario apto para prescribir o dispensar medicamentos?

Are you a health professional able to prescribe or dispense drugs?