Sr. Editor:
El plomo es un tóxico ambiental que puede alterar el desarrollo cerebral fetal e infantil y su función subsiguiente. El límite máximo aceptable de concentración de plomo en sangre está definido en una cifra inferior a 10 μg/dl1. No obstante, los datos acumulados a partir de investigaciones recientes indican que durante la infancia los efectos tóxicos del plomo pueden aparecer a valores inferiores, en especial los relacionados con el desarrollo neurológico y la inteligencia2.
Los niños procedentes de adopción internacional son uno de los grupos poblacionales más vulnerables y de mayor riesgo de exposición prenatal y posnatal al plomo3,4. Rusia es el segundo país en frecuencia de procedencia de los niños adoptados en el extranjero por familias españolas5, y se trata de un país en el que la exposición al plomo es un problema prevalente de salud pública6–9.
El presente estudio ha tenido por objetivo determinar la relación entre el nivel de desarrollo psicomotor y la plumbemia en una cohorte de 63 niños (el 52,4 % hombres), adoptados en Rusia, que llegaron a España entre enero de 2004 y diciembre de 2006. Hasta el momento de ser adoptados habían residido en orfanatos de ciudades rusas, las más representativas de las cuales eran Kemerovo, Nizhni Nóvgorod, Perm, Ekaterimburgo, Cheliábinsk, Yaroslávl y Uliánovsk. Todos aportaban documentación médica preadoptiva y fueron evaluados en las primeras 2 semanas posteriores a su llegada (edad media: 28,1 meses, desviación estándar [DE]:13,4; rango, 12–56 meses) siguiendo un protocolo médico y de laboratorio5, en el que se incluyó la evaluación del nivel de desarrollo psicomotor (cognitivo, social y motor) aplicando la tabla de desarrollo (0–5 años) de Haizea-Llevant y la determinación de los valores de plomo en sangre venosa mediante técnica de espectrofotometría de absorción atómica.
En 60 niños (95,5 %) se observó un nivel de desarrollo psicomotor retrasado. El retraso medio del nivel de desarrollo psicomotor fue del 21,1 (DE: 13,1) %, con un límite máximo del 51 %. Ninguno presentó criterios diagnósticos de síndrome alcohólico fetal, trastornos del espectro autista y enfermedades neuromusculares. El valor medio de la plumbemia fue de 2,6 μg/dl (DE: 1,5), con un rango de 0,5-5,4 μg/dl. Quince niños presentaron plumbemias iguales o superiores a 4 μg/dl, y el retraso medio del nivel de desarrollo psicomotor en este grupo fue del 21,5 % (DE: 15,1). En los 48 niños restantes con plumbemias inferiores a 4 μg/dl, el retraso medio del nivel de desarrollo psicomotor fue del 20,9 % (DE: 13), sin que existieran diferencias estadísticamente significativas (p = 0,554; prueba de la Z) respecto al grupo con plumbemias superiores.
Entre los hallazgos obtenidos mediante el examen médico y de laboratorio, destacaron: puntuación Z del peso y/o de la talla inferior a −2 DE, 66,7 %; ferropenia con o sin anemia, 66,7 %; puntuación Z del perímetro cefálico inferior a −2 DE, 28,6 %; estrabismo, 23,8 %; parasitación intestinal por Giardia lamblia, 23,8 %; hipotiroidismo subclínico de grado I, 19 %; escabiosis, 14,3 % y raquitismo, 4,8 %. Entre los antecedentes sociosanitarios obtenidos de la documentación médica preadoptiva, destacaron: madre biológica catalogada como “oligofrénica”, 6,3 %; exposición prenatal al alcohol, 33,3 %; exposición prenatal a drogas, 9,5 %; prematuridad, 38,1 %; bajo peso al nacimiento y/o pequeño para la edad gestacional, 47,6 %; asfixia perinatal con criterios de encefalopatía neonatal hipóxico-isquémica de gravedad moderada-severa, 19 %; abandono al nacer, 66,7 %; privación de la patria potestad por maltrato o negligencia, 33,3 %, y malnutrición, anemia o raquitismo, 57,1 %.
En estudios de investigación a largo plazo realizados entre los años 1995 y 2004 sobre los valores de plomo en sangre en recién nacidos y niños menores de 6 años residentes en ciudades industriales de Rusia se observó que entre el 0,4 y el 8,4 % de los recién nacidos tenían valores de plomo en sangre de cordón superiores a 10 μg/dl, la cuarta parte de los niños evaluados tenían valores de plomo en sangre iguales o superiores a 10 μg/dl, y el 1 % tenían valores iguales o superiores a 20 μg/dl6–9.
Sin embargo, en la cohorte estudiada de niños rusos adoptados ninguno presentó niveles de plomo en sangre iguales o superiores a 10 μg/dl. Incluso el valor medio de la plumbemia (2,6 μg/dl [DE: 1,5]) fue manifiestamente inferior al observado en todos los estudios epidemiológicos de cifras de plomo en sangre en niños realizados en España entre los años 1992 y 2000 (rango de los valores medios: de 3,9 a 8,9 μg/dl [DE: 0,2 y 2,9])10.
Los estudios realizados con niños adoptados en Rusia coinciden en que tienen un riesgo elevado de presentar retrasos del neurodesarrollo. Entre sus posibles causas destacan los antecedentes sociosanitarios previos a la institucionalización, así como las posibles deficiencias o carencias en la alimentación, los cuidados médicos, los controles higiénico-sanitarios y la estimulación psicoafectiva que reciben durante su institucionalización5. Entre los factores previos a la institucionalización o durante la duración de ésta, existe la posibilidad de una exposición ambiental al plomo excesiva4. Los efectos adversos de la exposición al plomo sobre el neurodesarrollo infantil están bien establecidos, en especial sobre la función cognitiva y el comportamiento, y estudios recientes han observado que pueden aparecer con valores de plomo en sangre inferiores a 10 μg/dl2.
En la cohorte estudiada de niños rusos adoptados, el 95,5% presentó un nivel de desarrollo psicomotor retrasado en la evaluación a su llegada, pero ninguno presentó niveles de plomo en sangre iguales o superiores a 10 μg/dl y no se observaron diferencias significativas en el porcentaje medio de retraso del nivel de desarrollo psicomotor entre los niños con plumbemias inferiores o superiores a 4 μg/dl. Sobre la base de los resultados, consideramos que la situación de cuidado institucional en Rusia puede tener un efecto beneficioso en la exposición al plomo respecto a la población general infantil rusa, y que el retraso del nivel de desarrollo psicomotor observado en la mayoría de estos niños tras la llegada al país adoptivo no está relacionado con posibles efectos tóxicos del plomo.