En octubre de 2014 se ha publicado en Anales de Pediatría una propuesta del Comité de Estándares y el Grupo Castrillo de la Sociedad Española de Neonatología sobre el cribado de infección por citomegalovirus (CMV) en prematuros <1.500g1. Sobre esta propuesta los investigadores que formamos parte del Comité Científico del Registro Estatal de Infección Congénita por Citomegalovirus (REDICCMV) queremos realizar algunas consideraciones.
La infección congénita por CMV (CMVc) es asintomática al nacimiento en el 90% de los casos, pero el 50% de los recién nacidos sintomáticos y hasta un 10-15% de los asintomáticos van a presentar secuelas a largo plazo. Aproximadamente un tercio de los recién nacidos con CMVc son prematuros y/o presentan bajo peso para la edad gestacional2. La infección posnatal por CMV en prematuros se presenta en un 6-22% de los<1.500g y puede ocasionar manifestaciones clínicas graves. Por lo tanto, los prematuros <1.500g son un grupo de alto riesgo en el que se debe recomendar el cribado sistemático de la infección perinatal por CMV.
En la propuesta citada se recomienda realizar cribado universal mediante PCR en orina a los prematuros <1.500g entre las 4 y 6 semanas de vida. Esta estrategia permitiría detectar a los pacientes con infección congénita y posnatal por CMV. El problema surge al intentar diferenciar el origen congénito o posnatal de la infección en pacientes asintomáticos. El algoritmo sugiere la realización de una PCR en muestra de sangre seca de las pruebas metabólicas recogida en las 2 primeras semanas de vida. Una PCR positiva indicaría infección congénita y una prueba negativa una infección probablemente adquirida. Sin embargo, la PCR en sangre seca presentó baja sensibilidad (35%) para el diagnóstico de CMVc en el estudio prospectivo más amplio de cribado3. En el único estudio en España, Vives-Oñós et al. documentan una sensibilidad del 50%4. Esta técnica es laboriosa y no está estandarizada en muchos laboratorios del país. La escasa sensibilidad de la PCR en sangre seca podría ocasionar un alto porcentaje de falsos negativos en niños con infección congénita, con implicaciones en el tratamiento y seguimiento a largo plazo.
Desde el REDICCMV planteamos una propuesta alternativa para el cribado de la infección por CMV en prematuros <1.500g (fig. 1). La principal diferencia sería la realización del cribado al nacimiento, permitiendo detectar todas las infecciones congénitas, sintomáticas y asintomáticas. Si en el seguimiento un paciente con cribado negativo presentara síntomas compatibles con infección posnatal, una segunda muestra de orina confirmaría el diagnóstico. En los prematuros con cribado negativo y sin síntomas de infección posnatal, sería recomendable la realización de una nueva PCR/cultivo en orina antes del alta. Aunque la infección posnatal no parece aumentar el riesgo de hipoacusia neurosensorial, sí se ha relacionado con una mayor incidencia de alteraciones neurocognitivas a largo plazo.
Coincidimos con los autores en la necesidad de estudios prospectivos en esta población, y confiamos establecer en el futuro protocolos multidisciplinares consensuados sobre la infección perinatal por CMV en los niños prematuros.