La infección por citomegalovirus (CMV) se suele reactivar durante la lactancia, excretándose el virus por la leche. Aunque la infección precoz a través de la leche materna probablemente tiene poca repercusión en niños a término, no está bien establecido que no tenga consecuencias en los prematuros, especialmente en los menores de 1.500g, en los que cabe temer que pueda afectar al desarrollo neurológico a largo plazo o causar déficit sensorial, especialmente hipoacusia. El algoritmo presentado en la recomendación se basa en pruebas no cruentas, relativamente poco costosas, y que permite llegar a un diagnóstico de «no infectado», «infección congénita» e «infección adquirida» con claras repercusiones en el pronóstico. Por lo tanto, el cribado de los niños de menos de 1.500g de peso al nacer pretende diferenciar las infecciones congénitas de las adquiridas, y con ello se puede establecer ya una posible indicación terapéutica.
De acuerdo en que los recién nacidos de menos de 1.500g deben estar en un programa de seguimiento neurológico, pero conocer un factor más de riesgo no excluye al prematuro del seguimiento, y siempre puede ser una alerta clínica. El término cribar tiene, según la Real Academia de la Lengua (http://www.rae.es), el sentido de «seleccionar rigurosamente». En este sentido es perfectamente aceptable realizar el cribado de la infección por CMV sin aumentar la angustia de los padres1 y, aún más, poder llegar a establecer una relación causa-efecto entre las posibles secuelas que pueden desarrollar los prematuros y diferenciar las debidas a su inmadurez de las originadas por una infección vírica. Por otra parte existen otras enfermedades (fibrosis quística) incluidas en los programas de cribado universal, que tampoco tienen un tratamiento completamente efectivo. Aunque no se le llama cribado, también se incluyen en el examen sistemático de los prematuros otras pruebas para establecer factores de riesgo. Por esta razón aludida, no se debería practicar una prueba de imagen (RM, TC, ecografía) o funcional (EEG), dado que no se va a intervenir sobre la mayoría de lesiones y, probablemente, pueden crear más alarma en los padres.
Es cierto que en la actualidad no se aconseja tratar a los niños asintomáticos, pero en un futuro pueden cambiar las indicaciones o aparecer nuevos fármacos. El valganciclovir por vía oral tal vez sea una opción próxima. Precisamente la complicación que mejora más con el tratamiento es la hipoacusia2,3.
Además, si puede establecerse la eficacia de la congelación de la leche materna, esta sí es una medida de prevención factible. Los detractores aluden a la posible pérdida de algunos componentes de la leche, pero omiten que las leches de banco antes de la congelación son pasteurizadas y este proceso sí destruye factores vivos y biológicos de la leche materna.
Conocer si un prematuro es portador y excretor de CMV también obliga a un mayor cuidado en su aislamiento para evitar la infección de otros niños ingresados.
Por todo ello, consideramos que conocer si un prematuro está infectado o no por el CMV durante su estancia hospitalaria es útil y sin efectos nocivos.