Sr. Editor:
El angioedema es una extravasación dérmica, subcutánea o submucosa del plasma asociada habitualmente con una urticaria con la que comparte un mismo mecanismo etiopatogénico. La mayoría de las veces suelen ser cuadros agudos y autolimitados, con una duración inferior a 6 semanas. Cuando su duración es superior y se cronifican suelen ser de etiología desconocida, y el 90 % de los casos se diagnostican como idiopáticos después de haber excluido otras causas como alimentos, fármacos, agentes físicos o enfermedades autoinmunes1.
Niña de 9 años de edad remitida por su pediatra a la consulta de alergia por presentar edema facial de predominio matutino de 3 meses de evolución, sin lesiones de urticaria ni otra sintomatología acompañante. En la anamnesis realizada no se encontró relación con alimentos, fármacos ni otros posibles agentes desencadenantes, ni tampoco antecedentes personales ni familiares de interés alergológico. El edema mejoraba parcialmente con levoceterizina, hidroxina y deflazacort, sin llegar a remitir desde su inicio.
En la exploración física realizada destacaba un ligero sobrepeso y un edema en surcos nasogenianos. Los análisis de orina y de sangre realizados (hemograma, bioquímica general, hormonas tiroideas, estudio de complemento, IgA, IgG e IgM) fueron normales. Los anticuerpos antinucleares y antitiroideos fueron negativos. La cifra de IgE total fue de 9 U/ml (valores normales [VN], 100–120 U/ml). Las pruebas cutáneas para hipersensibilidad inmediata con una batería estándar de neumoalérgenos habituales de la zona, látex y Anisakis simplex fueron negativas. En dos muestras de heces se objetivaron quistes de Giardia lamblia.
La paciente fue diagnosticada de infestación por G. lamblia y angiodema facial crónico, y se instauró tratamiento con metronidazol oral (5mg/kg/8h) durante un total de 10 días; el angioedema remitió totalmente y pudo suspenderse el tratamiento antihistamínico y esteroide. El control posterior de heces fue normal. Un año después permanecía asintomática sin necesidad de ningún tipo de tratamiento.
Describimos un caso de angioedema facial crónico asociado a una infestación por G. lamblia. La desaparición de los síntomas y de los quistes de Giardia tras el tratamiento con metronidazol sugieren la existencia de una relación causal entre la parasitosis y el angioedema. Hasta el momento no se ha demostrado que la giardiasis pueda producir urticaria y/o angioedema por un mecanismo alérgico, aunque la asociación encontrada entre estas dos enfermedades, en algunos estudios2, hace pensar que la infestación por G. lamblia puede ser una causa de urticaria y/o angioedema alérgico, más que una simple asociación3, posiblemente por la implicación de la interleucina 6 y las moléculas 1 de adhesión vascular y adhesión molecular4.
En el caso descrito llama la atención que la única manifestación clínica sea un angioedema. Habitualmente, la infestación por Giardia suele ser asintomática, aunque en los niños con frecuencia cursa con síntomas gastrointestinales, como dolor y distensión abdominal, diarrea y vómitos, y cuando hay una afectación cutánea suele ser una urticaria, a veces acompañada de angioedema2,5, pero no un angioedema de forma aislada.
Esto nos lleva a plantear que en el protocolo diagnóstico de un angiodema crónico, sobre todo en niños, aunque no haya una urticaria asociada, debería incluirse la determinación de parásitos en heces, ya que es una exploración complementaria sin riesgos, con una buena relación coste-beneficio, que, en algunos casos, como el comentado, podría llevarnos a hacer un diagnóstico precoz.