En nuestra sociedad es frecuente el consumo de alcohol en la adolescencia siendo habituales las consultas derivadas de su abuso en los Servicios de Urgencias Pediátricas (SUP)1,2. Ante una intoxicación etílica aguda (IEA) suele realizarse una analítica para cuantificar la concentración de etanol en sangre y detectar alteraciones hidroelectrolíticas3,4; sin embargo, este procedimiento no siempre parece justificado. Nuestro objetivo fue conocer la frecuencia de alteraciones hidroelectrolíticas y de la glucosa, su relación con el grado de IEA, y las medidas terapéuticas utilizadas para su corrección, con el fin de valorar el rendimiento analítica sanguínea en estos pacientes. Para ello diseñamos un estudio descriptivo, observacional y analítico durante 30 meses (1/1/2007–30/6/2009). Se incluyeron las consultas al SUP de los adolescentes con IEA a los que se había realizado analítica sanguínea que incluía determinación de la concentración de etanol, equilibrio ácido-base, ionograma y glucemia. Se excluyeron los que tenían enfermedades endocrino-metabólicas, y se analizaron sus resultados y la actitud terapéutica asumida tras conocerlos. Se consideró IEA la presencia de fétor etílico, disartria, verborrea, inestabilidad de la marcha y/o disminución del nivel de conciencia en un contexto acorde; y se definió como IEA leve una concentración de etanol en sangre inferior a 150mg/dl, moderada entre 150 y 300mg/dl, y grave, superior a 300mg/dl. Los exámenes complementarios se realizaron según criterio del médico responsable.
Durante el periodo de estudio se realizaron un total de 265 consultas de adolescentes con IEA y a 120 (45,3%) se les realizó analítica sanguínea. En estas 120 consultas, la edad media fue 16,1 años (DE 1,1 años) siendo 55 (46,2%) varones. En la tabla 1 se muestran los valores de los diferentes parámetros analíticos analizados. En 18 (15,0%) casos la IEA fue leve, en 97 (80,8%) moderada y en 5 (4,2%) grave. Se detectó un caso de hipoglucemia (56mg/dl), 49 (40,8%) de acidosis respiratoria, y 22 (18,3%) de acidosis metabólica (8 con anion-gap elevado). Hubo 20 (16,7%) casos de hipernatremia y 56 (46,7%) de hipopotasemia. Se realizaron tóxicos en orina en 105 (87,5%) casos y en 14 (13,3%) adolescentes se objetivó intoxicación asociada por otra sustancia psicoactiva, principalmente cannabis (7 casos). No se detectaron diferencias significativas entre el grado de IEA o el consumo de otros tóxicos y el tipo de alteración hidroelectrolítica. Todas las alteraciones fueron leves y en ningún caso fue necesaria la corrección con sueroterapia ni con iones.
Resultados de los parámetros analíticos determinados. N=120
Analítica sanguínea | Media | DE | Rango |
Etanol (mg/dl) | 198 | 54 | 62–345 |
Glicemia (mg/dl) | 105 | 16 | 56–146 |
Equilibrio ácido-base | |||
pH | 7,34 | 0,05 | 7,22–7,47 |
PCO2 (mmHg) | 44 | 7,1 | 28–63,9 |
Bicarbonato (mEq/l) | 22,9 | 2,9 | 17,2–34,8 |
Exceso de base | −2,3 | 2,5 | −8,8–9 |
Ionograma | |||
Sodio (mEq/l) | 144 | 2,2 | 137–150 |
Potasio (mEq/l) | 3,5 | 0,4 | 2,7–4,8 |
Cloro (mEq/l) | 110 | 2,9 | 104–120 |
Los datos analizados muestran que, aproximadamente en la mitad de los pacientes con clínica compatible con IEA, se realizó analítica sanguínea, siendo la acidosis respiratoria la alteración hidroelectrolítica más frecuente. Este hallazgo discrepa con otros artículos, dónde la acidosis metabólica con anión gap elevado (secundaria a acidosis láctica y a hipoglucemia) es la alteración más frecuente5. Pensamos que este hallazgo se debe fundamentalmente a que nuestros pacientes son adolescentes, bebedores ocasionales, y que acuden por intoxicaciones agudas. En estos casos la acidosis suele ser respiratoria, secundaria a la hipoventilación, sin que se produzcan alteraciones metabólicas importantes, más relacionadas con el consumo crónico. Por otro lado, no se hallaron diferencias según el grado de IEA presentada y la gravedad o frecuencia de la acidosis, hecho que también difiere con la bibliografía5 donde las IEA moderadas y graves presentan más acidosis y que se explica porque no a todos los pacientes se realizó analítica, siendo con seguridad la mayoría de los dados de alta del SUP sin esta prueba, pacientes con IEA leve. Asimismo, no se detectaron diferencias significativas entre los pacientes que habían consumido solo alcohol y los que habían consumido otras sustancias6, este es un dato a valorar con cautela, ya que solo hubo 14 adolescentes con consumo de otros tóxicos por lo que sería interesante realizar estudios con mayor número de poli-intoxicaciones para poder definir mejor este aspecto.
Ningún paciente precisó corrección con perfusión endovenosa ni con iones, deduciendo que la mayoría de IEA en adolescentes no generan alteraciones hidroelectrolíticas que precisen correcciones específicas7,8. En cuanto a las alteraciones de la glucemia, solo se detectó un caso de hipoglucemia leve, dada la facilidad para realizar una glucemia capilar, y la posible repercusión de la hipoglucemia, debería realizarse de forma rutinaria. A pesar de no detectarse en el momento de la determinación, destacar que en las guías de toxicología se recomienda la administración de glucosa intravenosa en las IEA para compensar los efectos hipoglucemiantes7,8.
Los datos expuestos anteriormente nos permiten concluir que no es necesaria la realización sistemática de analítica en todos los pacientes con IEA. Sin embargo, debe recordarse que la determinación de etanol es obligatoria cuando se trate de un caso que atente contra la seguridad en el tráfico o concurra o pueda derivar en alguna causa judicial. También debe determinarse cuando no haya certeza sobre la sustancia consumida, hecho relativamente frecuente entre los adolescentes que son traídos al SUP en ambulancia9, con alteración del nivel de conciencia, y sin ningún acompañante que pueda proporcionar información acerca del tóxico consumido4,9,10.