Tras leer el interesante trabajo de Velasco Arnaiz et al1, quisiéramos hacer unas consideraciones sobre el fenómeno spice, probablemente el último paso en el mundo de la producción y consumo de drogas de síntesis, entre cuyos potenciales usuarios están los adolescentes, tanto por su aparente inocuidad como por el amplio dominio y uso de Internet entre ellos2.
El Spice es una mezcla de hierbas (en torno a 14 tipos diferentes, dos de ellas —Pedicularis densiflora y Leonitis leonurus— con probable efecto psicótropo) que se vende como incienso en las smart shops o «tiendas inteligentes» desde 2004. Aproximadamente a partir de 2006 se populariza su consumo en forma de porros como alternativa legal al cannabis, aumentando su oferta y ventas a través de Internet, todo ello a pesar de que en su envase advierte que no es apto para el consumo humano3.
Además de las hierbas, lo más importante desde el punto de vista clínico es la presencia de cannabinoides sintéticos, añadidos de forma deliberada, mucho más potentes que el tetrahidrocannabinol, como son el JWH-018, el CP 47,497, el HU-210, el JWH-073 y el homólogo C8 del CP 47,497. Estos productos sintéticos se han introducido en el mercado sin estudios clínicos conocidos sobre farmacología y toxicidad, ni siquiera en modelos animales, siendo la única fuente de información los foros de usuarios en internet4. En muchos países estos cannabinoides son legales, al ir la legislación por detrás de su diseño, fabricación y comercialización, así como por la rapidísima adaptación de los fabricantes para cambiar los compuestos de su fórmula según se van prohibiendo/controlando, por otros similares aunque legales5.
Su consumo produce un cuadro similar al del cannabis, con enrojecimiento conjuntival, taquicardia, boca seca, y alteraciones del estado de ánimo y de la percepción. Sus efectos duran unas 6horas. Se han comunicado casos de brotes psicóticos, en probable relación con su mayor potencia de estimulación de receptores cannabinoides6. También se han observado cuadros de abstinencia, en el caso del Spice Gold7.
Aunque ya comienzan a estar disponibles algunos de los patrones de referencia para su detección mediante técnica de espectrometría de masas8, siguen siendo indetectables en muestras de orina o plasma con las técnicas analíticas disponibles en la mayoría de los hospitales (enzimoinmunoensayo cualitativo o semicuantitativo).
Podría ocurrir que adolescentes con sintomatología de intoxicación por cannabis o alteraciones del comportamiento/psiquiátricas compatible con el consumo de drogas, en los que tras el resultado negativo por parte del laboratorio de urgencias o con los test de diagnóstico rápido a pie de cama, se llegue a un diagnóstico erróneo9, sobre todo si prevalecen las pruebas analíticas sobre el toxsíndrome observado y se desconocen estas nuevas sustancias.
Creemos necesario que los clínicos dedicados a las urgencias10 conozcan la existencia de estos nuevos productos ligados a las smart shops e Internet, y las limitaciones en su determinación analítica11.