Recientemente se han publicado en su revista diferentes trabajos sobre maltrato prenatal que evidencian un aumento del consumo de tóxicos maternos y el consiguiente riesgo asociado de síndrome de abstinencia neonatal (SAN)1.
El SAN incluye un espectro variable de síntomas clínicos de disregulación neuroconductual, cuya valoración mediante escalas y tratamiento ha sido claramente establecido2. A pesar de la aparente uniformidad de criterios, en nuestro país persiste una variabilidad terapéutica interhospitalaria.
Mediante una encuesta telefónica realizada a médicos de 25 unidades de neonatología de hospitales terciarios españoles, hemos documentado el grado de seguimiento de las recomendaciones.
La identificación de un posible SAN y la utilización de escalas de puntuación son una medida que se considera indispensable en el 100% de los centros. El sistema Finnegan, con mayor aceptación internacional, es utilizado por el 92% de los encuestados.
Desde el punto de vista terapéutico, se considera como pilar fundamental la aplicación precoz de medidas no farmacológicas que incluyen una adecuada contención, garantizar los aportes nutricionales y la integración exitosa del neonato con sus cuidadores.
Respecto al uso de fármacos, aunque existen datos limitados sobre la pauta óptima, el uso de opioides se considera el tratamiento de primera línea3, independientemente de la sustancia implicada o si se trata de una situación de policonsumo. No se evidencian diferencias significativas entre morfina y metadona. En la muestra analizada, un 72% elige los opioides como primera línea en el caso de consumo de una única sustancia. Cuando el SAN aparece en madres con policonsumo de tóxicos, únicamente el 56% los utiliza como primera línea; el 44% restante utiliza fenobarbital. Estudios comparativos publicados no evidencian ventajas del uso de fenobarbital frente a metadona, aunque existen estudios que concluyen que en casos de policonsumo, la terapia combinada (opioide + fenobarbital) reduce la estancia hospitalaria y la duración de los síntomas. Además, distintos ensayos en animales concluyen que el uso de fenobarbital en época neonatal supone un deterioro de la función cerebral. Una revisión retrospectiva de pacientes pediátricos tratados con fenobarbital en periodo neonatal, mostraba una disminución significativa en las funciones cognitivas de estos.
Por otro lado, las recomendaciones actuales incorporan la clonidina como segunda línea terapéutica. Un ensayo aleatorizado doble ciego constata que la asociación de clonidina a la terapia con opioides, reduce la duración de la farmacoterapia. Solo un 8% de los encuestados elige clonidina en terapia combinada4.
Por último, estudios recientes demuestran que la buprenorfina sublingual en neonatos con exposición exclusiva a opiáceos, es superior a metadona en duración del tratamiento y de estancia hospitalaria. Por el momento, en pacientes pediátricos únicamente está aprobado su uso compasivo, aspecto conocido por un 50% de los encuestados.
Consideramos necesario que desde los grupos expertos de nuestro país se sugiera un protocolo de uso común que permita abordar el SAN en las condiciones más adecuadas.
Gracias a las 25 unidades de neonatología que colaboraron en la entrevista realizada.