Sr. Editor:
Vemos con agrado que los resultados obtenidos en nuestro estudio sean de interés. Apreciamos también que Anales de Pediatría dé foro a estudios con resultados parcialmente negativos, donde se duda de uno de los índices pronósticos más usados por redes de colaboración internacional como SEN1500, Euro-NeoNet (ENN) y la Vermont-Oxford Network (VON).
Vemos algunas diferencias y coincidencias entre su estudio de Cuestas Montañés et al1 y el nuestro. En él, encuentran una mayor sensibilidad, pero un menor valor predictivo. La principal diferencia recae en la manera de evaluar al índice CRIB. La mayor parte de nuestro análisis se realizó mediante el uso de curvas COR, mientras que Cuestas Montañés et al1 además de usar esta curva, puntualizaron con el valor del CRIB de 10 puntos. Sin embargo, al igual que ellos, nosotros también consideramos que la utilidad del CRIB tanto para predecir la mortalidad, como para predecir la hemorragia intraventricular es baja. Con esta evidencia, validamos nuestras conclusiones, en las que sugerimos que es preferible utilizar el peso al nacer como factor predictivo, ya que es una medida común reproducible y de fácil acceso a todas las unidades de terapia intensiva neonatal. Consideramos, además, que es menos propensa a sesgos como la manipulación del ventilador para obtener el mínimo y máximo apropiado de FiO2 para mantener una saturación entre el 88 y el 95 %.
Sin embargo, el tratamiento apropiado y oportuno marca una diferencia en la sobrevida de los pacientes menores de 1.500 g, que pareciera no explicarse sólo por el peso al nacer, sino por un conjunto de variables, como las que componen el CRIB. Este índice parece no ser tan reproductible y, por lo tanto, disminuye su utilidad. En consecuencia, coincidimos en que el CRIB no es la mejor herramienta para el ajuste por gravedad de la enfermedad en los recién nacidos con peso menor a 1.500 g, para evaluar el desempeño. Proponemos que en estos pacientes se use el peso al nacer.