Niño de 2 años, que presenta lesiones en la piel de 4 semanas de evolución. Se iniciaron en el tronco y progresaron hacia las extremidades. Diagnosticado inicialmente de varicela, las lesiones se incrementaron progresivamente a lo largo de las semanas.
En la exploración física presenta múltiples pápulas y placas eritematodescamativas generalizadas, de predominio en el tronco y las extremidades, algunas con centro erosivo o costroso.
Se etiqueta posteriormente como pitiriasis rosada atípica. Se deriva a Dermatología, donde se observa un aumento de lesiones erosionadas y necróticas principalmente en tórax (fig. 1).
Ante la sospecha de pitiriasis liquenoide y varioliforme aguda (PLEVA), se realiza biopsia de las lesiones, iniciando tratamiento con azitromicina por vía oral y corticoides tópicos.
En la biopsia, se encuentra espongiosis con queratinocitos necróticos en epidermis, hematíes extravasados intraepiteliales e infiltrado linfocítico en dermis, compatible con PLEVA (fig. 2).
Tras 20 días de tratamiento antibiótico, presenta resolución de la mayoría de las lesiones e hipopigmentación postinflamatoria residual. Se mantiene afebril, con pequeñas lesiones activas hasta 6 meses después del diagnóstico, sin nuevos brotes a los 12 meses de seguimiento.
La PLEVA es una enfermedad de etiología desconocida, que afecta a niños y adultos jóvenes, caracterizada por pápulas rosadas o purpúricas que evolucionan hacia vesículas, pústulas y lesiones necróticas1.
No existe tratamiento específico. Entre las opciones, están los corticoides tópicos, antibióticos, fototerapia e inmunosupresores, ante ausencia de respuesta2,3.
Puede cursar en brotes y, excepcionalmente evolucionar a un proceso linfoproliferativo cutáneo, por lo que es importante su diagnóstico para poder realizar seguimeinto4.