Una niña de 15 meses previamente sana sin antecedentes familiares de interés, que asistía a la guardería, recibió diagnóstico de neumonía lobar con respuesta favorable al tratamiento con amoxicilina a una dosis de 90mg/kg/día. Al décimo día de tratamiento, la fiebre recurrió. Se detectó un bulto duro con base eritematosa y un área central necrótica con una lesión bullosa en los genitales (fig. 1). También se observó una lesión pequeña y necrótica de color violáceo en el margen anal. Ambas lesiones empeoraron en 24h. La analítica evidenció neutropenia grave (420/μl) y niveles elevados de enzimas hepáticas (AST/ALT 43/102U/l) y de proteína C-reactiva (244,6mg/l). Se diagnosticó ectima gangrenoso, y se inició antibioterapia con ceftazidima, amikacina y vancomicina. Se aisló Pseudomonas aeruginosa en cultivo de la lesión cutánea, y no hubo crecimiento en el hemocultivo. El tratamiento con ceftazidima y amikacina continuó hasta un total de 21 días. La respuesta clínica fue favorable, con resolución total de la lesión genital y reepitelización del área necrótica. El recuento de neutrófilos se normalizó, y no se ha detectado inmunodeficiencia hasta la fecha (estallido respiratorio e inmunofenotipo normales en linfocitos periféricos).
El ectima gangrenoso es una enfermedad infecciosa infrecuente, que se manifiesta con una lesión papular o nodular con progresión rápida a ulceración necrótica con una escara negra central1,2. Típicamente se asocia con la infección por P. aeruginosa, aunque también pueden estar involucrados otros agentes, generalmente el Staphylococcus aureus2,3. Su detección precoz y la iniciación temprana de antibioterapia son factores pronósticos claves1. Esta enfermedad se asocia con frecuencia a neutropenia y a inmunodeficiencias, por lo que hay que descartar siempre su presencia1,3.