Agradecemos el interés por nuestro trabajo de los autores de esta carta, aunque no estamos de acuerdo con la interpretación que hacen de los resultados de nuestro estudio. Ese análisis no nos parece correcto, ya que solo valoran los datos absolutos de pacientes que requieren ventilación mecánica invasiva (VMI), sin tener en cuenta el número de pacientes con bronquiolitis que requirieron ingreso en la unidad de cuidados intensivos pediátricos (UCIP) en cada periodo de tiempo.
Es un hecho bien conocido que la gravedad de la bronquiolitis varía con los años y las epidemias. Esto puede explicar, tal como explicamos en los resultados y la discusión de nuestro trabajo1, que el número de pacientes con bronquiolitis que han requerido ingreso en la UCIP en los últimos años haya aumentado. Este hecho ha sido observado también por otros autores2,3, y sucede a pesar de que ha mejorado la asistencia respiratoria en los hospitales sin UCIP y en las plantas de pediatría con la utilización precoz de la oxigenoterapia de alto flujo y la presión positiva continua (CPAP). Como las indicaciones de ingreso en la UCIP no han variado, es razonable pensar que un porcentaje de pacientes con insuficiencia respiratoria secundaria a bronquiolitis que antes ingresaban en la UCIP, ahora son manejados adecuadamente en las plantas de pediatría. Esta es la experiencia en muchos de los hospitales de nuestro país.
En nuestro estudio, el porcentaje de pacientes que han requerido ventilación invasiva ha disminuido claramente en los últimos 6 años de estudio, el 46% frente al 22,6% (p<0,0001) y este hecho ha coincidido con un aumento significativo de la utilización de ventilación no invasiva (VNI).
Nuestros datos coinciden con la experiencia clínica de muchas UCIP en las que, al desarrollar un protocolo de VNI precoz, han observado una disminución del porcentaje de pacientes con bronquiolitis que requieren ventilación mecánica invasiva, y contrasta con la experiencia de países en los que la VNI no es una práctica habitual y en los que el porcentaje de intubación no ha cambiado4.
Por supuesto, como en todo estudio observacional longitudinal no se puede establecer claramente una relación causa/efecto, pero la asociación clínica y estadística es muy evidente. En nuestra opinión no es éticamente justificable realizar un ensayo clínico para comparar si la VNI disminuye el porcentaje de la intubación con respecto a la oxigenoterapia convencional.
Con respecto a la mortalidad, aunque el porcentaje fue menor en el segundo periodo de estudio, las diferencias no son significativas. Esto es lógico, ya que aunque la muestra es relativamente grande, la mortalidad de la bronquiolitis es baja (2%). Además no es razonable esperar que una medida de asistencia respiratoria como la VNI pueda influir de forma muy importante en la mortalidad de esta enfermedad.
Por tanto, nuestros datos coinciden con la experiencia clínica de que la VNI constituye una herramienta terapéutica importante en la insuficiencia respiratoria secundaria a bronquiolitis, que ha cambiado la práctica clínica, y se asocia a una disminución de la necesidad de VMI.