La urticaria crónica se define como la existencia de una erupción eritematohabonosa de rápida aparición, pruriginosa asociado o no a angioedema1, y presente a diario o casi a diario durante al menos 6 semanas1,2. La prevalencia global de la urticaria se estima en torno al 20% de la población general3, si bien la duración de los síntomas durante un tiempo igual o superior a las 6 semanas tan solo se produce en el 1% de los afectados1. Las causas pueden ser físicas (por presión, frío, acuagénica, solar, colinérgica, vibratoria, o dermografismo), inmunológicas o idiopática. La urticaria crónica idiopática representa aproximadamente el 50% del total de casos, habiéndose realizado numerosas especulaciones sobre las posibles etiologías subyacentes. Entre otras posibilidades se han involucrado aditivos alimentarios, fármacos, infecciones virales, parasitarias y focales crónicas, entre ellas la infección por Helicobacter pylori 2 (presente en el 24-80% de pacientes con urticaria crónica, según área geográfica4).
Son múltiples los mecanismos etiopatogénicos que pretenden explicar la relación entre la infección por esta bacteria y la presencia de urticaria crónica. En primer lugar, parece existir una reacción inmunológica mediada por inmunoglobulina E2, de tal manera que los pacientes con mayores niveles de IgE al diagnóstico experimentan una mejoría más evidente de los síntomas tras el tratamiento erradicador de la bacteria5. Afirmación que es desmentida sin embargo por otros autores, al no encontrar resultados estadísticamente significativos4,6. En segundo lugar, la presencia de esta bacteria en la mucosa gástrica estimula la secreción por parte de eosinófilos activados de proteínas citotóxicas implicadas en la producción del cuadro urticarial3. Además, la infección por este microorganismo parece también influir en la producción de citoquinas pro-inflamatorias así como en la expresión de ciertos epítopos de adhesión a células endoteliales interviniendo de esta forma en la puesta en marcha de una respuesta inmune sistémica7. Por último, otro mecanismo fisiopatológico propuesto es el aumento de la reactividad linfocitaria provocado por la propia infección2.
Se presenta el caso de una niña de 3 años de edad en seguimiento por erupción urticarial de 6 meses de evolución, de aparición brusca y presentación diaria, sin otros síntomas sistémicos asociados. Se realiza tratamiento antihistamínico con desloratadina (1,25mg/día repartido en 2 dosis) sin notar una clara mejoría clínica. A lo largo de la evolución del cuadro se realizan diferentes estudios complementarios para intentar alcanzar un diagnóstico etiológico del mismo, destacando: hemograma, bioquímica sanguínea y urinaria, reactantes de fase aguda, estudio del complemento, niveles de IgE total e IgE específica a neumoalergenos, alimentos, látex y anisakis, todos ellos con resultados dentro de la normalidad. Se solicita también estudio serológico para la detección de virus hepatotropos (citomegalovirus, virus de Epstein Barr, parvovirus B19, VHC, VHB, VHA), Mycoplasma y Helicobacter pylori siendo todos negativos a excepción de este último con resultado positivo. Posteriormente, se confirma el diagnóstico de infección por Helicobacter pylori tras realización del test del aliento con urea marcada, iniciándose tratamiento erradicador con triple terapia (omeprazol, amoxicilina y claritromicina) a dosis habituales durante 21 días, confirmándose erradicación mediante test de aliento negativo realizado al concluir tratamiento y un año después del mismo.
Tras 7 días de cumplimiento terapéutico la clínica urticarial cede completamente permaneciendo la paciente asintomática en controles semestrales y posteriormente anuales hasta la actualidad.
El papel de la bacteria Helicobacter pylori en la patogenia de la urticaria crónica ha sido discutido durante muchos años con resultados controvertidos en los diferentes estudios planteados5 y sin quedar actualmente aclarado. Algunos autores niegan una implicación directa en su etiología, aunque sí admiten y demuestran en sus estudios una mayor exacerbación de los síntomas en pacientes infectados y establecen una relación directamente proporcional entre dicha severidad, el inóculo bacteriano y el grado de infiltración inflamatoria demostrada por biopsia gástrica3.
La mayoría de estudios realizados acerca de la implicación etiológica de esta bacteria analizan datos procedentes de estudios observacionales realizados con un escaso número de pacientes y con un seguimiento a corto plazo de los mismos. Además, los casos clínicos descritos y estudios realizados en población pediátrica son actualmente muy escasos. Estas circunstancias, unidas al alto porcentaje de cuadros urticariales autorresolutivos y a la existencia de múltiples factores influyentes, dificultan la interpretación de los resultados y la evaluación de un tratamiento efectivo4,5. Es preciso, por tanto, la realización de estudios basados en un diseño adecuado con un mayor número de pacientes, incluyendo pacientes pediátricos, y un seguimiento más a largo plazo de los mismos para evaluar el verdadero beneficio del tratamiento erradicador en los casos de urticaria crónica e individuos portadores de Helicobacter pylori2.