Un niño de 3 años de edad consultó por la aparición de pápulas eritematosas que habían evolucionado a vesículas y pústulas de aparición reciente en cuello y brazo derecho (fig. 1).
El paciente no había padecido la varicela, pero había recibido la vacuna atenuada contra el virus varicela-zóster (VVZ).
El raspado del fondo de una de las lesiones y tinción con azul de toluidina (frotis de Tzank) demostró la presencia de células epiteliales gigantes multinucleadas compatibles con cambios citopáticos producidos por el VVZ (fig. 2), por lo que se realizó el diagnóstico de confirmación de herpes zóster.
El herpes zóster es una enfermedad infrecuente en la población pediátrica, sin otras comorbilidades1. Puede deberse a la reactivación del VVZ tras una varicela previa, aunque también existen casos descritos tras haberse administrado la vacuna atenuada de la varicela2,3. En este último caso se postula la hipótesis de que el zóster se deba a una reactivación del virus atenuado latente en los ganglios nerviosos sensitivos.
El diagnóstico diferencial del herpes zóster puede realizarse con otras erupciones vesiculo-ampollosas frecuentes como dermatitis de contacto, impétigo o picaduras. El frotis de Tzank es una técnica económica y rápida que permite un diagnóstico eficiente de las infecciones producidas por el virus herpes2. Los cambios que se observan en las células epiteliales son aumento de su tamaño con núcleos grandes, múltiples y amoldados. El hallazgo de dichos cambios es muy sugestivo de infección, y puede facilitar el diagnóstico del proceso, evitando la realización de pruebas más lentas y costosas.