Niña de cuatro años atendida en Urgencias por cefalea intensa y vómitos seguidos de un episodio de pérdida de conocimiento e hipotonía de cinco minutos de duración. La paciente se presentó con palidez cutánea y con una puntuación de 14/15 puntos posibles en la escala de Glasgow. La madre informó que la paciente padecía una jaqueca crónica desde hacía un año. Tras realizarse una tomografía computarizada (TC) (Figura A), se colocó drenaje ventricular externo. La angiografía (Figuras B y C) reveló un aneurisma en la arteria basilar.
A) La TC mostró hemorragia subaracnoidea e hidrocefalia obstructiva.
Angiografía cerebral. Serie de la arteria vertebral izquierda, proyecciones lateral B) y anteroposterior C). Aneurisma gigante fusiforme en los dos tercios inferiores de la arteria basilar. Se descartaron opciones terapéuticas como el sacrificio del vaso principal o la reconstrucción asistida con stent por la edad de la paciente y consideraciones anatómicas.
Secuencias T1 y recuperación de la inversión atenuada de fluido (FLAIR) de RM: postoperatorio inmediato (D y E) y seis meses de postoperatorio (F y G). Las imágenes muestran una reducción progresiva del saco aneurismático y resolución parcial del efecto masa y la hidrocefalia obstructiva.
Se descartaron el sacrificio del vaso parental o la reconstrucción asistida con stent como opciones terapéuticas debido a la edad de la paciente y consideraciones anatómicas. La reversión del flujo de la arteria principal se consideró como el abordaje óptimo, ya que el test de oclusión con balón de la arteria vertebral izquierda única (con hipoplasia extrema de la arteria vertebral derecha), realizado bajo monitorización neurofisiológica, produjo una desviación adecuada del flujo basilar. Por lo tanto, el aneurisma se manejó mediante la oclusión endovascular de la arteria vertebral izquierda pasada la arteria cerebelosa posterior. Se realizó resonancia magnética (RM) tras la intervención endovascular (Figuras D-G). La paciente recibió el alta a los 34 días, sin secuelas neurológicas.
Los aneurismas cerebrales son infrecuentes en la infancia, con una incidencia estimada de 0,5 a 4,6%. La manifestación clínica más común es la cefalea, seguida de síncope y convulsiones. Los aneurismas gigantes parcialmente trombosados constituyen un subgrupo específico de aneurismas que cabe considerar como una entidad clínica y patológica aparte. Debido a sus características histológicas y su tendencia a producir un efecto de masa, el tratamiento óptimo es el sacrificio del vaso principal mediante cirugía abierta o endovascular. En este artículo se presenta el segundo caso pediátrico tratado con este abordaje en nuestro centro.
FinanciaciónEste trabajo no ha recibido ningún tipo de financiación.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.