En la publicación de Piñeiro Pérez et al.1, referente a las recomendaciones sobre el diagnóstico y el tratamiento de la infección urinaria, los autores concluyen que la ecografía abdominal está indicada en el episodio agudo solo en los casos de infección del tracto urinario (ITU) que precise hospitalización, sospecha de complicaciones e ITU recurrente.
Faura Morros et al.2, en su artículo a cerca de la rentabilidad diagnóstica de la ecografía renal tras la primera infección de orina en lactantes, indican que el rendimiento de la ecografía después de la primera ITU es bajo.
Es bien conocida la semiología clínica de la infección urinaria1. Mientras que en pacientes incontinentes la clínica sistémica es la norma, la semiología local predomina en los que controlan esfínteres.
Igual que se proponen una serie de signos y síntomas clínicos compatibles con la infección urinaria, creemos que deberían considerarse también los criterios ecográficos característicos de la misma.
En el caso de infección urinaria baja las características ecográficas de la vejiga pueden ser determinantes para su diagnóstico topográfico. La pared vesical engrosada en vejiga distendida (>3mm), su espesor disuniforme a modo de «mamelones» y/o la presencia de contenido hiperecogénico y móvil, en un contexto clínico compatible, son muy sugerentes de cistitis infecciosa.
Si bien es cierto que ante una pielonefritis aguda no complicada podemos tener una ecografía del aparato excretor normal, hay signos característicos de un mayor grado de afectación como son el aumento del tamaño renal (global o focal), alteraciones de ecogenicidad (aumentada o disminuida) con respecto al resto del parénquima renal, pérdida de diferenciación córtico-medular y engrosamiento de las paredes de la pelvis renal o de los uréteres.
Es admitido que la ecografía es la prueba diagnóstica de elección para el estudio inicial del tracto urinario en pediatría (tabla 1).
Indicaciones más frecuentes de la ecografía del aparato excretor
1. Ectasia piélica prenatal |
2. Detección de alteraciones renales asociadas a otras malformaciones |
3. Estudios familiares de pacientes con enfermedad renal hereditaria |
4. Hermanos e hijos de pacientes con reflujo vesicoureteral |
5. Infección urinaria y anomalías subyacentes que predisponen a la ITU |
6. Estudio de procesos como proteinuria, hematuria, hipercalciuria o hipertensión arterial |
7. Síntomas persistentes de tracto urinario inferior obstructivos o irritativos |
8. Cólico nefrítico |
9. Dolor abdominal recurrente |
10. Masas abdominales |
ITU: infección del tracto urinario.
La ecografía es una técnica inocua, barata, reproducible, precisa, validada y rápida, tanto por su accesibilidad y portabilidad, como por la inmediatez de los resultados.
Un mayor conocimiento de los signos ecográficos sugestivos de la ITU3 podría estimular al pediatra a la búsqueda de los mismos como uno de los primeros pasos a seguir en la gestión diagnóstica de sus procesos clínicos.
Por ello, consideramos que la ecografía del aparato excretor no debería demorarse ante la sospecha de un cuadro de infección urinaria.
Somos cada vez más los pediatras que hemos incorporado la ecografía clínica, también denominada ecografía a pie de cama (EPC), como una herramienta diagnóstica más en nuestro quehacer diario, tanto en el ámbito hospitalario como en la atención primaria, con resultados altamente satisfactorios. Es por lo que compartimos las reflexiones de Mayordomo-Colunga et al.4, quienes esgrimen en su trabajo la conveniencia del desarrollo de planes de formación y la integración de la EPC en el programa formativo de la especialidad.
Por último, manifestamos que la disponibilidad de la ecografía clínica supone una mejora significativa de la calidad asistencial, que conllevará, cuando se democratice, una revolución protocolaria de la atención pediátrica actual.