La dermatitis artefacta se define como cualquier patología dermatológica cuyas lesiones son provocadas por el propio paciente, quien reiteradamente niega su participación en ellas. Existe un claro predominio en mujeres y es más frecuente en personas jóvenes. Debe sospecharse ante la presencia de lesiones polimorfas, con una morfología que no corresponde a ninguna de las dermatosis conocidas. Característicamente presentan trayectos lineales, angulares o patrones geométricos. El caso clínico se trata de una adolescente de 14 años, sin antecedentes médicos de interés, que consultó de urgencias por varias lesiones faciales de aparición brusca en las últimas 48h. Estas lesiones consistían en placas erosivas y ulceradas, cubiertas por costras serohemáticas y mielicéricas, de más de 2cm de diámetro. Se distribuían en la frente, ambas mejillas y el mentón. La impresión clínica inicial, tanto por la distribución como por el tipo de lesiones cutáneas, fue de patomimia o dermatitis artefacta (fig. 1). Las lesiones empeoraron a pesar de pautar antibióticos tópicos y orales. Una anamnesis cuidadosa en las siguientes visitas puso de manifiesto que la paciente sufría acoso escolar, psicológico y físico, y un temor patológico a salir sin su madre del domicilio. Estas circunstancias probablemente motivaron la autoprovocación de las lesiones con el fin de no acudir al centro escolar. La valoración psiquiátrica posterior evidenció que la paciente padecía un trastorno de la personalidad tipo evitativo, asociado a fobia social. En ningún momento la paciente reconoció autoprovocarse las lesiones. La mejoría del trastorno psiquiátrico mediante psicoterapia e inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina produjo una mejoría del cuadro cutáneo, a pesar de lo cual persistieron unas cicatrices faciales hipertróficas muy marcadas (fig. 2).
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