Hemos leído con gran interés la carta científica titulada Infección por COVID-19 en el parto y tasas de lactancia materna exclusiva en una maternidad IHAN, publicada recientemente en Anales de Pediatría1. Los autores concluyen que las puérperas con COVID-19 presentaron tasas de lactancia materna exclusiva más bajas que las madres sin infección. Nos gustaría aportar nuestro punto de vista como pediatras de una maternidad de un hospital de primer nivel con acreditación IHAN.
En nuestro centro se atendieron entre marzo de 2020 y mayo de 2022 un total de 10 nacimientos en los que la madre presentaba infección activa por SARS-CoV-2 en el momento del parto. Esto supone un 1,1% de los 884 partos atendidos en ese periodo.
De estos 10 recién nacidos, 5 recibieron lactancia materna exclusiva, tanto durante su estancia hospitalaria como al alta. Las madres de estos niños fueron valoradas y recibieron consejo de lactancia materna durante el ingreso por el equipo de pediatras, enfermeras y matronas, de forma similar a cualquier otra puérpera y de acuerdo con las recomendaciones de la IHAN2. Cuatro de los 5 recién nacidos mantuvieron lactancia materna exclusiva al menos durante el primer mes. En el caso restante se sustituyó la lactancia materna por fórmula adaptada debido a regurgitaciones frecuentes.
Tres neonatos recibieron fórmula artificial desde el nacimiento. En 2 casos consta en la historia clínica obstétrica la preferencia por fórmula artificial, antes del diagnóstico de COVID-19. El neonato restante recibió fórmula dada la situación clínica materna (neumonía bilateral e insuficiencia respiratoria por SARS-CoV-2). Dado el deseo materno previo de amamantar, se ofreció la posibilidad de iniciar lactancia materna durante el ingreso, que declinó.
Dos neonatos recibieron lactancia mixta durante la estancia en Maternidad y al alta. En ambos se prescribieron suplementos de fórmula artificial mediante la técnica dedo-jeringa debido a la excesiva pérdida ponderal y la presencia de signos clínicos de deshidratación. Ambos neonatos eran alimentados con lactancia materna exclusiva en la primera revisión del niño sano, a los 14 días desde el nacimiento.
El COVID-19 materno supone indudablemente una dificultad adicional para el establecimiento de la lactancia materna. No obstante, este obstáculo puede reducirse prestando el apoyo y consejo de lactancia que todas las madres deberían recibir durante el embarazo y su estancia en Maternidad, que en nuestro centro se mantuvieron en todos los momentos de la pandemia. En nuestra serie solo un recién nacido dejó de recibir lactancia materna debido a la gravedad de la enfermedad materna por SARS-CoV-2. En el resto de los casos no puede establecerse que el COVID-19 haya dificultado el establecimiento de la lactancia materna.
Por tanto, consideramos que las tasas más bajas de lactancia materna podrían verse afectadas por factores organizativos que limiten la información y atención a las madres en el amamantamiento de sus hijos, como apuntan estudios previos3,4. Serían necesarios más estudios que analicen si la sobrecarga asistencial sufrida en nuestro sistema sanitario durante la pandemia puede haber contribuido a una menor tasa de neonatos alimentados con lactancia materna exclusiva.