Sr. Editor:
La colitis colágena representa, junto con la colitis linfocítica, una forma de colitis microscópica, y suele manifestarse con diarrea acuosa crónica y abdominalgia de tipo cólico. Los análisis sistemáticos son normales en general, al igual que los estudios radiológicos y endoscópicos, y es anatomopatológicamente donde se encuentran las alteraciones morfológicas características.
Presentamos el caso de un paciente varón que a los 17 meses de edad es llevado a nuestra consulta por un cuadro de deposiciones líquidas, explosivas, con hebras de sangre roja y eritema perianal, de 1 mes de evolución. Presenta febrícula y vómitos esporádicos. Los antecedentes personales y familiares no son de interés. La exploración física es normal. El estudio de heces es negativo. Se inicia tratamiento con fórmula sin lactosa y a los 2 meses acude a una revisión encontrándose asintomático; se le diagnostica una intolerancia secundaria a la lactosa y se decide alta y control por parte de su pediatra.
A los 2 años y 5 meses es remitido de nuevo por empeoramiento de la sintomatología tras la reintroducción de la leche de vaca. Presenta deposiciones de consistencia blanda que se alternan con otras líquidas, explosivas, malolientes, con hebras de sangre roja en ocasiones y mucosidad; también refiere distensión y dolor abdominal. Al estar en tratamiento con fórmula hidrolizada presenta una leve mejoría de la sintomatología. La exploración física es normal. El tacto rectal es normal. En el hemograma se observa leve trombocitosis. En cuanto a la bioquímica los valores son los siguientes: hierro 46,8μg/dl, ferritina 3ng/ml, PCR y VSG normales. La IgE específica a proteínas de leche de vaca es negativa. Los marcadores de celiaquía son negativos. La alfa-1-glucoproteína es de 177mg/dl. Los estudios de imagen son normales, al igual que la endoscopia digestiva alta con biopsia duodenal. Durante su seguimiento el cuadro persiste, con estancamiento ponderal. Se inicia terapia con fórmula elemental y hierro oral, pero la diarrea y la ferropenia continúan. Se practica colonoscopia en la que se aprecia mucosa colónica de aspecto macroscópicamente normal. Anatomopatológicamente se visualizan signos de inflamación aguda y crónica y, focalmente, se detecta un discreto engrosamiento de la membrana basal del epitelio de superficie compatible con colitis colágena. Se inicia tratamiento con mesalazina oral, existiendo en la actualidad buena respuesta por parte del paciente, con desaparición de la sintomatología, ganancia ponderal y mejoría de los valores de hierro y ferritina.
La colitis colágena es un proceso inflamatorio crónico descrito por primera vez por Lindstrom1 en 1976. Su incidencia2 no es bien conocida. En un estudio realizado por el Hospital de Terrassa (Barcelona) durante 5 años se estimó una incidencia anual de 1,1 por 100.000 habitantes. Su etiología3 se desconoce, si bien se han postulado la hipótesis de la participación de un agente luminal externo, factores autoinmunitarios y determinados fármacos (AINE y antibióticos). Suele presentarse en mujeres de mediana edad y rara vez en niños4,5. El síntoma principal es la diarrea acuosa crónica, continua o intermitente. Suele acompañarse de abdominalgia cólica y cierta pérdida de peso; menos frecuentes son la incontinencia fecal, náuseas, vómitos, flatulencia o emisión de mucosidad.
El diagnóstico3 es clínico, endoscópico y, fundamentalmente, histológico. Los estudios sanguíneos sistemáticos suelen ser normales, aunque pueden encontrarse eosinofilia, leucocitosis con neutrofilia y elevación de la VSG. La colonoscopia es normal en la mayoría de los casos, y es necesario realizar una colonoscopia total para descartar otras enfermedades y para realizar la toma de múltiples biopsias. El examen histopatológico revela un infiltrado inflamatorio crónico en la lámina propia, arquitectura criptal normal, lesión del epitelio superficial, acumulación de linfocitos intraepiteliales y, lo más característico, la existencia de una banda irregular de colágeno inmediatamente por debajo del epitelio de superficie de la mucosa colorrectal, cuyo grosor debe ser superior a 10μm.
Con respecto al tratamiento, la remisión espontánea ha sido documentada en algunos pacientes y en otros se ha conseguido una mejoría con medidas sintomáticas. Suele responder bien al uso de antiinflamatorios (aminosalicilatos)6, con mejoría de la diarrea y desaparición del engrosamiento de la banda de colágeno. Los corticoides pueden utilizarse si los salicilatos no logran que el cuadro mejore, o si no son bien tolerados. Recientemente se ha demostrado que el uso de budesonida7–9 oral durante 6–8 semanas puede ser eficaz, con altas tasas de respuesta clínica e histológica. Este fármaco, además, produce una mejora en la calidad de vida10 y tiene efectos adversos menos sistémicos que los observados con los corticoides convencionales.
Se puede concluir que la colitis colágena es un trastorno poco frecuente de presentación rara en la infancia, en el que es fundamental realizar un diagnóstico precoz para el inicio del tratamiento adecuado lo antes posible. Evoluciona de forma intermitente, con períodos de remisión y exacerbación, pero en general es una enfermedad de curso benigno y con un pronóstico favorable en la mayoría de los casos.