La autoprescripción o medicación «por poderes» en el niño no es una decisión autónoma, libre y voluntaria del paciente, sino que se fundamenta en la interpretación subjetiva que hace de los síntomas la madre o una tercera persona responsable del menor. Analizar esta situación nos parece de vital importancia, a fin de conocer condicionantes, percepciones y realidades relacionadas con esta problemática.
MétodosNos planteamos analizar mediante un estudio observacional prospectivo condicionantes maternos y familiares relacionados con la autoprescripción y medicación «por poderes» en pediatría. Desarrollamos una encuesta validada para madres de usuarios de 0-14 años de un Servicio de Urgencias pediátricas hospitalario.
ResultadosEn un periodo de tiempo aleatorio se selecciona a 1.714 madres, de las cuales 345 habían automedicado exclusivamente a sus hijos (grupo problema), las otras 1.369 (grupo control) no cumplían con el requisito anterior. La prevalencia total de medicación «por poderes» fue del 32,8%. Hay asociación significativa entre la automedicación y el nivel de estudios maternos, el número de hijos, el orden que ocupa entre los hermanos. Ni la edad materna, ni el nivel sociolaboral de la familia se relacionan con el problema. Los fármacos utilizados con más frecuencia incluyen antitérmicos y «anticatarrales», habitualmente como monoterapia.
ConclusionesNuestros resultados parecen indicar que el nivel educativo, y la experiencia adquirida por las madres con hijos previos, les genera la confianza suficiente para elegir los fármacos, que casi en el 85% de los casos proceden del «botiquín doméstico».
Self-prescribing or medicating ‘by proxy’ is not an autonomous, free and voluntary decision in the case of children. On the contrary, in this case it is based on the subjective interpretation of symptoms made by the mother or by a third person who is legally responsible for the minor. In our opinion, to analyse this situation is of great importance in order to know the determining factors, perceptions, and realities related to this problem.
MethodsOur proposal is to perform a prospective observational study for analysing maternal and familiar determinant factors related to self-prescribing and self-medicating ‘by proxy’ in paediatrics. A validated survey was developed to be applied to mothers of children aged 0 to 14 who are users of the Paediatric Emergency Department in a hospital.
ResultsA total of 1,714 mothers were recruited in a random period of time. This sample included 345 mothers who exclusively self-medicated their children (case group), and 1,369 mothers (control group) who did not meet this requirement. The overall percentage of medicating ‘by proxy’ was 32.8%. There is a significant association between self-medicating and educational level of the mother, the number of children, and the birth order among siblings. Neither maternal age nor social-occupational level are related to this problem. Most frequently used drugs include antipyretics and ‘anticatharrals’, usually administered as a monotherapy.
ConclusionsOur results seem to indicate that the educational level and the parental experience acquired with previous children could generate the required confidence in parents to choose the medication by themselves. Almost 85% of these drugs come from the ‘home first-aid kit.’
Bajo ciertos aspectos, la automedicación podría considerarse como una medida positiva de autocuidado al permitir agilizar la atención sanitaria en aquellas dolencias banales1–4. Sin embargo, su práctica irresponsable, es decir, la autoprescripción5,6 tiene efectos adversos potenciales, de alcance difícil de prever. La Asociación Médica Mundial7 delimitó de manera muy simple la diferencia entre automedicación (autoconsumo de medicamentos que no precisan prescripción) y autoprescripción (autoconsumo de medicamentos que por sus indicaciones o riesgos requieren prescripción facultativa); sin embargo, los límites que separan uno y otro concepto no son tan claramente percibidos por la población8.
Tanto la autoprescripción como la automedicación en niños tienen singularidades que obligan a considerarlas de mayor riesgo que en el adulto. Por una parte, el desconocimiento de los efectos reales en el niño de muchos fármacos utilizados en adultos, carentes de autorización en edad pediátrica9,10. Actualmente se distinguen diversas situaciones limitantes del uso de medicamentos en el niño: no recomendado, autorizado con restricciones, no especificado, uso en indicaciones no aprobadas, o uso al margen de la ficha técnica («off-label use»)11–15. Por otra parte, y tal vez sea el aspecto más singular, podría decirse que al niño, tanto la autoprescripción como la automedicación se le administran «por poderes», por decisión de una tercera persona, generalmente la madre, sin que exista ningún tipo de prescripción facultativa al respecto. En el caso del niño, no se trata, como en el adulto, de una decisión autónoma, libre y voluntaria del paciente, basada en el propio conocimiento o percepción de sus síntomas16, sino que aquí se fundamenta en la interpretación subjetiva que hace de los síntomas la madre, o una tercera persona responsable del menor. Por tanto, analizar esta situación nos parece de vital importancia, a fin de conocer condicionantes y percepciones relacionadas con esta problemática que puedan distorsionar la realidad.
Material y métodosSe diseña un estudio observacional y prospectivo, cuya población de referencia son los pacientes en edad pediátrica dependientes del Hospital Universitario San Cecilio de Granada que consultan en su Servicio de Urgencias Externas. Se reclutan los pacientes que consultan en los días seleccionados de forma aleatoria, tras información y aceptación por parte de la familia o tutor a participar en el estudio. Se facilita a los padres una encuesta diseñada, validada, corregida y aceptada por el Comité Ético de referencia (tabla 1).
Los reclutamientos se realizan en días elegidos aleatoriamente con un cronograma estacional durante el transcurso del periodo 2010-2011. Para el análisis de los datos la muestra se divide en 2grupos: Grupo problema, integrado por los niños que habían sido exclusivamente automedicados por la madre antes de acudir a urgencias, y el grupo control, constituido por aquellos que no cumplían con el criterio anterior. La figura 1 reproduce el diseño del estudio.
Los datos recogidos se incorporaron a un soporte informático, se validaron del programa Epi Info 3.4.3 versión para Windows y se realizó el análisis con el mismo programa. Se garantizó mediante documento escrito la confidencialidad de los datos. Para el estudio descriptivo de las variables cuantitativas se han calculado proporciones, utilizando para su comparación la prueba de chi cuadrado. El análisis de las variables cualitativas se ha basado en el cálculo de la odds ratio (OR) con un intervalo de confianza del 95% (IC 95%).
ResultadosSe reclutan 1.714 casos de niños, de los cuales 345 (20,1%) han sido exclusivamente automedicados por la madre. Los 1.369 niños restantes los integran: 494 que no reciben ningún medicamento, 273 que reciben medicación prescrita para otros procesos, 564 que reciben tratamiento prescrito para el padecimiento actual y 38 que fueron automedicados por alguien distinto a la madre. De estos 1.369 pacientes, 217 habían sido además automedicados. El 70,3% de los pacientes estudiados están recibiendo alguna medicación cuando consultan: la frecuencia total de automedicación es del 32,8% (345+217 de 1.714 pacientes). En la tabla 2 se presentan los resultados de la asociación entre automedicación y diversos condicionantes sociofamiliares.
Asociación de la frecuencia de automedicación con diversos condicionantes
Condicionante | OR (IC 95%) | |
---|---|---|
Número de hijos (1 referencia: 1 hijo) | 2 hijos | 2,47 (1,82-3,37) |
3 o más hijos | 3,14 (2,21-4,44) | |
Orden del hijo en la fratria (1 referencia: primogénito) | Segundo hijo | 1,83 (1,38-2,44) |
Tercero o más | 2,32 (1,69-3,20) | |
Edad de los pacientes (años) (1 referencia: 3-6 años) | 0-2 | 0,90 (0,66-1,23)a |
7-10 | 1,47 (1,10-1,97) | |
11-14 | 2,12 (1,28-3,49) | |
> 14 | 3,51 (1,51-8,16) | |
Tiempo trascurrido entre el inicio de los síntomas y la consulta en urgencias (horas) (1 referencia:<6h) | 6-12 | 4,60 (3,20-6,62) |
12-24 | 6,32 (4,31-9,27) | |
24-48 | 12,16 (7,83-18,86) | |
> 48 | 25,77 (14,30-46,33) | |
Nivel de estudios maternosb (1 referencia: Primarios/ESO) | Medios | 1,41 (1,05-1,91) |
Superiores | 1,62 (1,22-2,14) | |
Edad materna (años) (1 referencia:<20 años) | 21-30 | 1,36 (0,49-4,08)a |
31-40 | 1,39 (0,50-4,18)a | |
> 40 | 2,01 (0,66-6,49)a | |
Nivel sociolaboral familiarb 1 referencia: bajo | Medio | 1,18 (0,8-1,56)a |
Alto | 1,23 (0,92-1,65)a |
La persona que indica la medicación es principalmente la madre (90,1%) con diferencias significativas (p<0,01) respecto a los demás situaciones: abuela o cuidadora (4,2%), padre (2,6%), propio paciente (1,8%) o farmacéutico (1,3%).
No se aprecia asociación significativa entre la edad de la madre y la frecuencia de automedicación a sus hijos, tomando como referencia madres con menos de 20 años. Madres con 21 a 30 años (OR: 1,36; IC 95%: 0,49-4,08). Madres de 31-40 años (OR: 1,39; IC 95%: 0,50-4,18). Madres mayores de 40 años (OR: 2,01; IC 95%: 0,66-6,49).
Los estudios maternos (considerando una escala de 3 niveles de elaboración propia para sintetizar, inspirada en la utilizada en la Encuesta Nacional de Salud [ENS])28 se distribuyen en básicos (primarios-ESO) que representan el 54,7%; medios 20,9% y superiores 24,4% con diferencias estadísticas significativas entre sí (p<0,05 a p<0,01), que se asocian también significativamente con una mayor frecuencia de automedicación cuanto más elevado es el nivel de estudios. Para nivel de estudios medios OR 1,41; IC 95%: 1,05-1,91) y para nivel de estudios superiores (OR: 1,62; IC 95%: 1,22-2,14).
No se aprecia asociación significativa entre el nivel sociolaboral familiar (valorado con un procedimiento similar al seguido para el nivel de estudios) con la frecuencia de automedicación: bajo (OR: 1 referencia), medio (OR: 1,18; IC 95%: 0,89-1,56) y alto (OR: 1,23; IC 95%: 0,92-1,65).
En cuanto al número de hijos de la familia, predominan las familias con 1 o 2 hijos (38,1 y 41,3%), con diferencias estadísticamente significativas (p<0,01) entre cada una de estas y las que tienen 3 o más hijos (20,6%). La frecuencia de automedicación se asocia significativamente con el número de hijos: es más frecuente en las familias con más hijos; para más de 3 hijos (OR: 3,14; IC 95%: 2,21-4,44).
La frecuencia de automedicación muestra también asociación significativa con el orden que ocupan los pacientes en el conjunto de sus hermanos: es mayor cuanto más avanzado es el orden de nacimiento. Este criterio se distribuyó en la muestra con un predominio de hijos primogénitos (56,2%) con diferencia significativa (p<0,01) respecto a los demás grupos. Automedicación en 2.° hermano (OR: 1,83; IC 95%: 1,38-2,44) en tanto para el 3.er hermano o posteriores (OR: 2,32; IC 95%: 1,69-3,20).
La frecuencia de automedicación se asocia directamente con la edad de los pacientes, sin que sea estadísticamente significativa antes de los 6 años de edad. El 1,8% se automedicaron sin participación de los padres; en su mayoría fueron adolescentes, principalmente mujeres, y casi siempre por molestias menstruales.
El estudio del tiempo transcurrido entre el inicio de los síntomas y la consulta evidencia que el 45,3% acude en las primeras 6 h, el 25,6% acude entre 6-12 h y el resto con frecuencias decrecientes. Se aprecian diferencias estadísticamente significativas (p<0,01) entre todos los grupos horarios, asociándose también significativamente con la frecuencia de automedicación. La automedicación es más frecuente cuando el tiempo transcurrido desde el inicio de los síntomas a la consulta es mayor: en consultas para un periodo de 6 a 12 h (OR: 4,60; IC 95%: 3,20-6,62) y en periodos superiores a 24 h (OR: 12,16; IC 95%: 7,83-18,86).
El tipo de medicamentos utilizados está en consonancia con los motivos de consulta. Los antitérmicos (56,8%), antitusígenos y mucolíticos (40,3%) predominan sobre los demás (p<0,01), que incluyen soluciones orales de rehidratación (6,1%) broncodilatadores (5,5%) medicación tópica (4,6%) y otros (22,8%). Se emplearon antibióticos en el 18% de los pacientes. El 62,6% de los pacientes automedicados recibieron un solo medicamento. Se utilizaron 2medicamentos en el 27,8% y 3o más en el 9,6%.
En la procedencia de los medicamentos utilizados, predominan los sobrantes de tratamientos de procesos anteriores (84,9%), los adquiridos expresamente para este episodio suponen solo el 11,9% y los de otro origen el 3,2%. La elección del medicamento se debió a prescripción anterior a otro hijo (49%), prescripción anterior al mismo hijo (44%) y recomendación extraclínica (7%).
DiscusiónLa problemática de la automedicación es poco tratada en la literatura médica pediátrica, mientras que es un aspecto más habitual de la literatura médica del adulto y de medicina familiar17–19. Son muchos los estudios dirigidos a evaluar el consumo de medicamentos11–15,20–25, con poca documentación sobre aspectos tan singulares como la relación del rol materno y familiar con la automedicación.
Las cifras obtenidas sobre pacientes que reciben medicación (70,3%) y los automedicados (32,8%) concuerdan con las publicadas por otros autores20. Existen amplias variaciones propias de la influencia cultural y sociosanitaria. En España se comunican cifras de automedicación del 34%20 que, ceñidas al uso específico de antitérmicos, alcanzan el 63%23. Esta cifra en Italia es del 28%26 y en áreas rurales de Méjico del 58%24.
En nuestra muestra la persona que indica la automedicación es la madre en el 90% de los casos, acorde con frecuencias del 85,1% comunicadas por otros autores24. El consejo farmacéutico es poco frecuente, con una frecuencia en nuestro medio20 en torno al 1%, acorde con nuestros resultados. Se refieren frecuencias más altas, que incluso son autocuestionadas27.
La asociación observada entre número de hijos-frecuencia de automedicación podría explicarse por la experiencia adquirida por la madre en hijos anteriores: con la edad se sienten «capacitadas» para tratar la misma sintomatología observada en hijos previos. Argumento que cobra más peso tras comprobar que el orden que ocupa el paciente entre los hermanos se asocia con más frecuencia de automedicación.
Nuestros datos muestran que el nivel de estudios de la madre se asocia con la frecuencia de automedicación, mayor en las madres con estudios medios y superiores respecto a las de estudios básicos. Información de elaboración propia sobre datos obtenidos de la ENS manifiesta que la utilización del servicio de urgencias por mujeres adultas es menor cuando tienen estudios superiores (OR: 0,89; IC 95%: 0,81-0,97)28.
Algunos autores20,28 comunican que los menores de 4-5 años son los pacientes más medicados, sin que esto contradiga nuestros datos, que muestran cómo la medicación «por poderes» es menor en niños por debajo de los 2 años, lo que podría justificarse por la percepción de la madre de mayor vulnerabilidad de sus hijos en edades más tempranas, lo que les induce a medicarlos más por prescripción que por automedicación.
No se encuentran datos en la literatura sobre la asociación del tiempo transcurrido entre el inicio de los síntomas y la frecuencia de automedicación. Del análisis de nuestros datos podría deducirse que la medicación «por poderes» podría retrasar la consulta médica, obligando, en los casos no solucionados tras su empleo, a acudir a urgencias.
La mayor frecuencia de consultas en las primeras 6 h tras el inicio de los síntomas (45,3%) se constata también en la información obtenida al manejar datos de la ENS28 para pacientes de 0 a 14 años: es más frecuente la consulta antes de las 6 h a partir de los 5 años.
No se han encontrado tampoco datos en la literatura sobre la frecuencia de utilización de combinaciones de medicamentos en la medicación «por poderes». En un estudio20 de 336 niños que acuden premedicados al servicio de urgencias con uno, 2, y 3o más fármacos, se comunica menor frecuencia de administración de 2o más fármacos respecto a los que reciben uno. Resultados que son similares a los observados en nuestro estudio, donde se consideran únicamente pacientes automedicados.
El «botiquín doméstico» entendido como el conjunto de medicamentos que se guardan en el domicilio, procedentes principalmente de excedentes de tratamientos anteriores29, constituye un clásico en nuestra cultura sanitaria, aunque con distinta prevalencia4,19,29, se revela como la principal procedencia de los medicamentos empleados. El origen de tales medicamentos es frecuentemente la prescripción en tratamientos anteriores y, con menos frecuencia, su libre adquisición, al no precisar en su mayoría receta médica.
Consideración aparte merecen los antibióticos, medicamentos de prescripción, de los que existe al menos un envase en el 37% de los hogares españoles, procedente en el 85% de la prescripción por un médico, cuando únicamente en el 30% de esos hogares había algún miembro de la familia con tratamiento antibiótico en ese momento29,30. Los antibióticos representan en este estudio el 18% de los medicamentos de autoprescripción. Otros estudios revelan que el 24% de las madres prescriben antibióticos a sus hijos, y el 21% guardan los sobrantes para usarlos en otra ocasión31,32, ocasionalmente ya hasta caducados y en dosis bajas.
Información obtenida por elaboración propia con datos de la ENS28, al estudiar los medicamentos consumidos en las últimas 2semanas por pacientes de entre 0 y 14 años, revela que consumieron antibióticos el 11%, de los que el 98% fueron recetados. Con bastante probabilidad, los tratamientos con dosis y duración inferior a la prescrita deben contribuir también al almacenamiento.
El hábito materno de automedicarse se asocia también con mayor frecuencia a automedicar a los hijos33. Nuestros resultados parecen confirmar que el entrenamiento de la madre en la identificación de síntomas, basado en la experiencia con sus otros hijos, le permite adquirir ciertas «competencias» para indicar la administración de un medicamento, al que considera idóneo generalmente por la prescripción que hizo un médico en procesos que interpreta como similares. Este razonamiento está en concordancia también con el origen de los medicamentos utilizados para la automedicación, pues el 84,9% son restos de tratamientos anteriores.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.