Niño de 7 años, ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos (UCIP) debido a crisis asmática grave refractaria. Siguiendo el protocolo interno1, se inició ventilación no invasiva (VNI) en modo presión de soporte, empleando una interfase buconasal. Durante la VNI se administraron salbutamol y bromuro de ipratropio (BI) mediante un nebulizador intercalado en la tubuladura. La fuga de aire medida por el respirador era de 20-25 lpm, a pesar de lo cual la sincronía paciente-respirador era adecuada y el paciente evolucionaba favorablemente. A las 18h del ingreso, se observó que presentaba la pupila derecha dilatada y fija (figura 1). La exploración neurológica no evidenció ninguna alteración y el niño refería no tener cefalea ni náuseas. Se suspendió el BI, sin realizarse estudios de neuroimagen. La anisocoria desapareció progresivamente en las siguientes 15h. El niño fue dado de alta de la UCIP 24h más tarde.
La aparición de anisocoria ya ha sido referida en niños que recibían BI nebulizado2 y en algún paciente adulto durante el empleo de VNI3,4. Las fugas que frecuentemente aparecen durante la VNI en niños, por la escasez de interfases específicas para ellos, puede favorecer la llegada del agente nebulizado a la conjuntiva ocular. Por otra parte, los pacientes pediátricos precisan sedantes con frecuencia para conseguir una adecuada adaptación a la VNI1, lo que dificulta en gran medida una adecuada valoración neurológica. El BI debe ser considerado en el diagnóstico diferencial de la anisocoria, lo que podría evitar la realización de algunos procedimientos innecesarios.