Entre los días 19 y 25 de abril de 1914 se celebró en Palma de Mallorca el Primer Congreso Español de Pediatría, bajo el lema «Proteged a los niños». La especialidad se había desgajado hacía pocos años de su secular vinculación con la Obstetricia y la Ginecología, tanto en su aspecto docente como asistencial. Con las cátedras de Enfermedades de la Infancia recién creadas, en cierto modo, este Congreso significaba la puesta de largo de la Pediatría en nuestro país. El Prof. Martínez Vargas, catedrático en Barcelona, fue el presidente y el alma del Congreso. Era preciso hacer frente a una elevadísima tasa de mortalidad infantil. El Congreso respondió a aquella demanda social y sanitaria en la que participaron más de 300 pediatras, con representantes extranjeros de Bélgica, Francia, Rusia e Hispanoamérica. Las actividades se distribuyeron en 4 secciones: Puericultura, Medicina Infantil, Cirugía e Higiene, y acreditados profesores impartieron conferencias magistrales sobre los temas de la patología infantil más acuciantes de la época. Cien años después, lo que hoy somos es el fruto recogido de quienes nos precedieron; unos fueron figuras brillantes de la pediatría y otros, la mayoría, pediatras anónimos. Consagraron sus vidas, su ciencia y la mejor de sus sonrisas al cuidado del niño. Así éramos, y así somos. Con satisfacción y legítimo orgullo, es un honor, para el Grupo de Historia de la Pediatría y Documentación de la AEP, celebrar esta conmemoración centenaria en el marco de Anales de Pediatría.
Between the 19th and 25th April 1914, the First Spanish Congress of Paediatrics was held in Palma de Mallorca under the slogan “Protect the Children”. The specialty had broken away a few years earlier from its secular connection with Obstetrics and Gynaecology, both in its teaching aspect as well as regarding healthcare. With the newly created Chairs in Childhood Diseases, in a way this Congress meant the coming-of age and debut int society of paediatrics in our country. Prof. Martínez Vargas, a university professor in Barcelona, was the Chairman, and soul of the congress. There was a need to face a very high rate of infant mortality. The Congress responded to that social and sanitary/health demand with the participation of over three hundred pediatricians, including foreign representatives from Belgium, France, Russia and Latin America. The activities were divided into four sections: Childcare, Child Medicine, Surgery and Health, and accredited lecturers gave master classes on the most pressing issues of child pathology of the time. One hundred years on, what we are today is the fruit gathered by those who preceded us. Some were brilliant figures in paediatrics and others, the majority, anonymous paediatricians. They dedicated their lives, their science and their best smile to child care. The way we were and the way we are. With legitimate pride and satisfaction, it is an honour for the Group on the History of Paediatrics and AEP Documentation to celebrate this centennial commemoration in the framework of the Annals of Paediatrics.
«Proteged a los niños: sanos, son la alegría del hogar, consuelo de la vejez, la perpetuidad de la raza, la savia de la nación. Sin ellos, el hogar es solitario, la vejez desvalida, la raza se extingue y las naciones desaparecen». Prof. A. Martínez Vargas
¿Cuándo nace una especialidad? ¿Cuándo lo dictaminan las autoridades académicas aparentemente competentes o cuando un grupo de médicos sienten la necesidad de dedicarse a una parcela de la medicina poco cultivada? La Pediatría es un buen ejemplo de lo difícil que es responder a esta pregunta. Desde que, a principios del siglo xvi, se editaron en España, en un plazo de 12 años, 3 libros de Pediatría (Jerónimo Soriano, Luis Mercado, Francisco Pérez Cascales)1,2 hasta que, en 1877, se erigió el primer hospital de niños en España, y en 1887 se acreditaron las primeras cátedras de «Enfermedades de la Infancia», transcurrieron casi 3 siglos.
Durante los siglos xvi a xix, muchos médicos anónimos se dedicarían preferentemente a las enfermedades de los niños. Quizás eran los más idealistas, perdidos ante la altísima mortalidad infantil. ¿Quién podía hacer algo realmente eficaz ante los niños nacidos inmaduros, ante la perlesía, las cámaras lientéricas, el pasmo o el apostema, por ejemplo? Nadie.
En la primera mitad del siglo xix, varios textos franceses de Pediatría fueron traducidos al español. Se pueden citar, el Tratado de enfermedades de los niños hasta la pubertad, de J. Capurón, traducido en 1818 por Higinio Antonio Lorente, y el Tratado de las enfermedades de los niños de Barrier, traducido por Luis Oms y José Oriol en 1843, adaptándolo a las explicaciones de Mayner en Barcelona3. Un mundo nuevo se abría con las brillantes escuelas pediátricas de Alemania y Francia.
La Pediatría incipiente del siglo xix permaneció vinculada a los obstetras. La docencia de la patología infantil se mantuvo durante muchos años en nuestras universidades —plan de 1843—ligada a la «Cátedra de obstetricia y enfermedades de mujeres y niños». Es cierto que algunos de ellos dedicaron especial atención a los más pequeños. Así, el catedrático de Obstetricia de Granada, Arturo Perales, desarrolló en 1888 un curso de «Nociones de enfermedades de los niños». Además, publicó 3 obras dedicadas a la patología infantil3.
La desvinculación de la Obstetricia fue lenta y paulatina. Aún en 1911, la Sociedad Ginecológica Española convocó en Madrid un Congreso de Obstetricia, Ginecología y Pediatría, en el que, junto a una comunicación sobre las Indicaciones del tratamiento quirúrgico en las inflamaciones pelvianas, por ejemplo, se pudo escuchar otra sobre el Concepto actual de la meningitis aguda, no fímica, y su tratamiento4. La Pediatría experimentó poco después un afianzamiento y un rápido auge, que fueron posibles, en gran medida, gracias a la creación de las cátedras y de los centros asistenciales especializados5.
Las primeras cátedras e instituciones pediátricasCátedrasLas cátedras de Pediatría datan de un R. D. de 16 de septiembre de 1886. En 1887, pasa Francisco Criado Aguilar de su cátedra de Patología General en Zaragoza, por concurso, a la de Enfermedades de la Infancia de Madrid6. En el mismo año y página de la Gaceta de Madrid (el BOE de entonces), se confirmaron las plazas de 2 compostelanos, Juan Lojo Batalla a la de Santiago7, dato no mencionado en los tratados de historia de la Pediatría española, y Patricio Borobio a la de Zaragoza8.
Tras estos concursos, en 1888, se celebraron las primeras oposiciones, que condujeron a las cátedras de Valencia, Barcelona y Granada, respectivamente, a Ramón Gómez Ferrer, Juan Enrique Iranzo Simón, que, poco después, se marchó a la de Obstetricia de Zaragoza, y Andrés Martínez Vargas (1861-1948), que, 4 años más tarde, se trasladó a Barcelona.
Hospitales y consultoriosDe las instituciones, la primera fue el Hospital del Niño Jesús9-11. Inaugurado en Madrid en 1877, y dirigido, escasos meses, por Manuel Arnús Fortuny. Lo sustituyó Mariano Benavente (1818-1885), «un santo con sombrero de copa y levita»12, prestigioso especialista de la Inclusa de Madrid11, padre de Jacinto Benavente, premio Nobel de Literatura en 1922. Junto con Francisco Criado y Aguilar (1850-1946), autor del Tratado de las enfermedades de los niños13, y Andrés Martínez Vargas, puede afirmarse que configuraron el triunvirato fundador de la moderna Pediatría o paidopatía española.
Otros fueron el Consultorio de Niños del Instituto de Terapéutica Operatoria, luego, Instituto Rubio Galí y el Consultorio de Enfermedades de los Niños de Barcelona que, en 1890 creó, a sus expensas, Francisco Vidal Solares (1854-1922). Este último, 2 años después, creará el Hospital de Niños Pobres al que, por colaboración ciudadana, se incorporaría una Gota de Leche, institución de la que hablamos más adelante.
Por esa época se fundaron el Sanatorio Marítimo de Chipiona, destinado a niños amenazados de tuberculosis, que creó Manuel Tolosa Latour (1857-1919) en 18926, el Hospital Asilo de San Rafael, creado por la Orden de San Juan de Dios en Pinto en 1892 y trasladado a Madrid en 1897, el Hospital de Niños de Santa Cruz de Tenerife en 190114 y los sanatorios de Plencia y Calafell, y el Sanatorio Marítimo Príncipe de Asturias de La Lanzada, en Pontevedra, impulsado en 1925 por el catedrático compostelano Miguel Gil Casares. Tras su fallecimiento en 1931, pasó a denominarse Sanatorio Gil Casares.
Las Gotas de LecheElemento fundamental fue la creación de las Gotas de Leche. Durarían más de medio siglo, respondiendo al riesgo de desnutrición en los primeros meses de vida, uno de los problemas esenciales de la infancia. Si la madre sufría de escasez o ausencia de secreción láctea, las 2 únicas opciones eran la lactancia artificial con leche de cabra, burra y, menos veces, de vaca, con los consiguientes riesgos metabólicos, entonces solo intuidos por la medicina de la época, y la lactancia mercenaria, que no estaba al alcance económico de la mayoría de las familias. A la Plaza de Santa Cruz en Madrid, como a un mercado, acudían nodrizas de muchos rincones de España para ofrecerse al mejor postor15.
Con la creación de estos auténticos «bancos de leche», además de fomentar la solidaridad entre mujeres lactantes de las más diversas clases sociales, hasta de la Real Casa16, vino a paliarse aquella dificultad para muchas madres, como mínimo en el ámbito urbano. Si la leche donada no se distribuía y consumía en cada jornada, se hervía como método de higienización.
La nutrición pediátrica y la pediatría social fueron de la mano, en un adelanto de lo que ha sido desde entonces una labor básica en el conjunto de la medicina infantil. La primera de la que tenemos noticia es la de Barcelona, en 1902, organizada por Felipe Cardenal, Ignacio Girona y Soler Fajarnés16. La de San Sebastián comenzó el 15 de agosto de 1903, en uno de los pabellones del Mercado de San Martín. Fue inaugurada por S.M. la Reina Madre D.ª María Cristina, el 28 de septiembre17.
Un año después, Rafael Ulecia y Cardona inaugura la de Madrid, que fue la primera en tener servicio de esterilización y reparto16. El Doctor Ulecia había presentado en el Congreso de Deontología Médica de 1903 la comunicación Mortalidad en la primera infancia18, similar a la que entregó, ese año, a la Junta Municipal de Sanidad de Madrid: Informe acerca de la mortalidad infantil de Madrid, sus principales causas y medios de combatirla6. El Dr. Ulecia, consecuente con sus estudios y propuestas contenidos en estas publicaciones, fue un activo promotor de la difusión de las Gotas de Leche por España, asesorando en la creación de varias más.
Sin duda, una ciencia específica dedicada a la infancia orientó a muchos médicos al estudio de esa disciplina en la que aprendieron que ser pediatra era algo más que tratar las enfermedades de los «hombrecitos pequeños».
El Primer Congreso Español de Pediatría. Lema: «Proteged a los niños»ProlegómenosEn octubre de 1913, se celebró una sesión de la Sociedad Pediátrica Española en la que se leyó un escrito del catedrático de Pediatría de Barcelona, Andrés Martínez Vargas (fig. 1), con motivo del Congreso de Pediatría que deseaba organizar en Palma de Mallorca en abril del año siguiente19,20. En ese texto, se daba cuenta de la alta tasa de mortalidad infantil en España y se quejaba de las actitudes de algunas madres y del poco respeto a la Ley de Protección a la infancia de 1904 que, con esmero, había redactado Manuel Tolosa Latour21. En enero de 1904, también entró en vigor la Instrucción General de Sanidad, obra del director general, Dr. Cortezo, en su empeño de modernizar la sanidad española22.
A principios del siglo xx, la tasa de mortalidad infantil en España era elevadísima, 157 por 1.000 nacidos vivos. Como dato concreto, en 1900 por cada 1.000 menores de 15 años morían 410, muy por encima de las cifras europeas. Estas tasas, con un descenso muy lento, comparadas con el resto de Europa, iban a perseguirnos hasta los años cincuenta.
¿Estaba muy sensibilizada la sociedad ante el grave problema que constituía la angustiosa pérdida de vidas infantiles? Hasta mediados del pasado siglo, la muerte de un niño era aceptada resignadamente como un hecho natural. «Angelitos al cielo» fue una frase muy repetida que no puede ser más expresiva.
El objetivo prioritario de la Reunión de Palma lo dejó claro el propio Martínez Vargas: «Disminuir la enorme mortalidad infantil evitable que nos abochorna ante el mundo, llena de luto nuestros hogares y merma ciudadanos a la Patria»23.
Inauguración, participantes y exposición comercialDel 19 al 25 de abril de 1914, se celebró en Palma de Mallorca el Primer Congreso Español de Pediatría bajo el lema «Proteged a los niños».
El Congreso, previsto para los días 12 al 18 de abril, fue aplazado porque coincidía con una Asamblea de Protección a la Infancia organizada por el Gobierno en Madrid, a la que debían asistir varios de los representantes extranjeros que ya estaban adheridos al Congreso y, en particular, Eugene Lust, secretario general de la Unión Internacional para la Protección a la Infancia. Por ello, el día 19, en el teatro Principal de Palma (fig. 2), tuvo lugar su inauguración solemne24. «La banda del Regimiento de Infantería n.° 61 tocó la Marcha Real a la llegada de Francisco de Borbón Castellví, capitán general de Baleares y representante de S.M. el Rey»25. En la Presidencia, junto a él, se situaron el presidente del Congreso, Andrés Martínez Vargas; el delegado regio y presidente de la Real Academia de Medicina de Palma, Pedro Jaume Matas; el presidente del Colegio Médico-Farmacéutico de Palma, Jaime Font y Monteros, y los representantes de Francia, Italia, Bélgica, Brasil, del Ayuntamiento, la Diputación y el Obispado25.
El secretario, Antonio Alorda Servera, leyó la Memoria, en la que explicaba la génesis del Congreso.
Andrés Martínez Vargas agradeció a S.M. el Rey el haberse dignado aceptar la presidencia y, después de los saludos protocolarios, explicó que había sugerido la sede de Palma fue porque «Emplazadas las Islas Baleares en el Mediterráneo, como perlas engarzadas en collar de esmeraldas que une a las naciones de genio latino, germen y foco de la civilización, deseamos que de allí mismo surja la regeneración de los niños españoles». Buena parte del discurso de refirió al grave problema de la mortalidad infantil, a saber: «El problema infantil en todos sus aspectos; en el horror al vacío infantil que debía sentir la sociedad española. España perdía a la sazón, cada año, 200.000 niños de cero a 5 años; año hubo en que murieron 229.000. Capitalizadas las criaturas muertas, según el tipo admitido, resultaba una pérdida anual de 142.800.000 pesetas, sin contar el océano de dolor en los hogares y la privación de valores positivos, de productores para la artesanía y de cultores de arte o de la ciencia»25.
Constituían mayoría los congresistas de Cataluña y Baleares. Los extranjeros de prestigio que asistieron fueron Berillon, Lucien Mathé, L. Plantier y Edmond Vidal (Francia), Eugene Lust (Bélgica), M.J. Breittmann (Rusia), Ernesto Cacace (Italia), Moncorvo (Brasil) y Antonio Vidal (Argentina).
La exposición comercial tuvo lugar en la Lonja de Palma (fig. 3). Tenía oficinas de información instaladas por Fomento del Turismo y casetas de todo tipo donde se exponían productos que consistían desde marcas aún existentes hoy, como la leche condensada La Lechera, hasta aguas minerales, especialidades farmacéuticas diversas, aparatos ortopédicos y de confección para niños, material de saneamiento y los jarabes de frutas Frutafina del Dr. Torréns, de Sóller25.
Las actividades del Congreso se dividieron en 4 secciones (Puericultura, Medicina Infantil, Cirugía Infantil e Higiene Escolar), cuyo índice completo de comunicaciones aparece en el Cuaderno de Historia de la Pediatría Española número 7 editado por el Grupo de Trabajo de Historia de la Pediatría y Documentación Pediátricas de la Asociación Española de Pediatría 2014 y que estará disponible en la página web de la sociedad. Además, se impartieron 4 conferencias magistrales y una de divulgación dictada por Martínez Vargas.
Primera Sección. Puericultura25La Primera Sección estuvo presidida por Gómez Ferrer, catedrático de Pediatría de la Universidad de Valencia. Se presentaron 7 trabajos. Dos de ellos versaron sobre 2 instituciones benéficas destinadas al cuidado y nutrición de los niños, a saber, la Gota de Leche de Barcelona (Dr. Córdoba) y el Instituto de Protección y Asistencia a la Infancia de Río de Janeiro (Dr. Moncorvo, hijo). A nuestra mente actual puede llamar la atención la comunicación nominada Tratamiento de la insuficiencia de la secreción láctea por medio de la electricidad en la que Raimundo Piña y Aguiló expuso las «excelencias» de la faradización y la franklinización. La atrepsia (del griego a, privación, y threpsis, nutrición) es el término que se utilizaba para designar la fase final de la desnutrición con desaparición del panículo adiposo. Entonces se utilizaba el suero Hayem (Georges Hayem, 1841-1933), el suero fisiológico de la época, compuesto de cloruro de sodio, sulfato de sodio y agua destilada y hervida, de empleo en cuadros infecciosos, especialmente el cólera, para intentar recuperar a los jóvenes pacientes. Francisco Ribas, de Mallorca, explicó su experiencia de 20 casos con dicho suero, al que añadió hierro, cafeína y peptona, denominándolo «suero antiatrépsico», que había ensayado inicialmente, en 1898, en un niño de 13 meses que «era una animada calavera».
Martínez Vargas presentó El código de la madre instruida, constituido por una serie de preceptos básicos sobre procreación, embarazo, atención al neonato, alimentación, cuna, vestimenta, dentición. En la Discusión, se aprobó unánimemente con 2 adiciones: la de Eugene Lust, «… todo hijo tiene derecho al pecho de su madre y toda madre el deber de criar a su hijo», y la de Gómez Ferrer, sobre profilaxis de la ceguera mediante la instilación de solución argéntica en los ojos del neonato.
Segunda Sección. Medicina infantil25Enrique Nogueras Coronas (1882-1925), antiguo auxiliar de Martínez Vargas, catedrático de Pediatría de Salamanca, tras haberlo sido brevemente de Santiago, y amigo de Don Miguel de Unamuno, presidió la Segunda Sección, en la que se presentaron 12 comunicaciones dedicadas, especialmente, a las enfermedades infecciosas.
A la tuberculosis, la peste blanca, se le dedicaron varios trabajos. Grande era su preeminencia en la época y el desconocimiento de la forma de afrontarla. Así, Moragas Pomar (Amígdalas y su relación con la meningitis tuberculosa en los niños) creía que las amígdalas que habían perdido su condición defensiva eran la puerta de entrada de gérmenes como el bacilo de Koch que, por la red linfática, podía llegar a las meninges. El Dr. Aguilar Jordán, director de la Gota de Leche de Valencia, «estaba convencido de la eficacia» de La terapéutica de la tuberculosis infantil por los cuerpos inmunizantes de C. Spengler, que había utilizado en 48 niños. Ese autor en 1908, había publicado que «los glóbulos rojos de la sangre son los principales acumuladores y vectores de las sustancias inmunizantes antituberculosas que el organismo infectado fabrica para oponerse a la acción infectante del bacilo de Koch y que, extraídas de aquellos elementos morfológicos tales sustancias defensivas, podían ser utilizadas con fin terapéutico». El producto comercial (Y.K.) «no era otra cosa que sangre inmunizante antituberculosa acidificada inalterable». La historia ha dictado sentencia sobre la eficacia del remedio.
Otras presentaciones en esta Sección versaron sobre otros temas de infectología, como la vacunación contra la fiebre tifoidea (Primeras vacunaciones colectivas a la infancia practicadas en España [Francisco Fontanals, director de la Inclusa de Lérida), las dispepsias y gastro-enteritis crónicas de la primera infancia (Nogueras Coronas) y las leishmaniosis parasitarias en el mediodía de España (Fidel Fernández Martínez, Granada).
Tercera Sección. Cirugía infantil25Esta Sección, la más amplia, con 14 trabajos, estuvo presidida por Ramón Torres Casanovas, catedrático de Clínica Quirúrgica de Barcelona. Figura preeminente fue Aurelio Martín Arquellada (fig. 4), jefe de Cirugía Ortopédica del Hospital del Niño Jesús, del cual sería jefe de Servicio en 1916, a la muerte de Luis Guedea. Su contribución al Congreso fue importante al realizar presentaciones sobre Algunas consideraciones sobre el tratamiento incruento de la luxación congénita de la cadera, Algunas consideraciones acerca del tratamiento del tortícolis congénito de origen muscular y Tratamiento de la espina bífida por el procedimiento de Ribera (fig. 5). Este Ribera, era su maestro, José Ribera Sans (1852-1912), nacido en Tarragona, formado en Granada con Juan Creus Manso, director del Hospital del Niño Jesús desde 1885 tras la muerte de Mariano Benavente y catedrático de clínica quirúrgica de la Facultad de Medicina de Madrid.
Notoria fue la intervención de José Velasco Pajares (fig. 6), dermatólogo del Hospital del Niño Jesús. Versó sobre El radio-elemento en pediatría. Es sorprendente que 16 años después del descubrimiento del radio por María y Pierre Curie ya se dispusiera del bromuro de radio comercial y se conocieran sus propiedades para tratar determinados procesos cutáneos. Así, Velasco presentó sendos casos de un sarcoma recidivado del ángulo interno del ojo (fig. 7), de una cicatriz hipertrófica térmica y de un lupus vulgar de cara, todos tratados con éxito. Su queja fue la de siempre, la económica: «Por desgracia, estos agentes terapéuticos son muy caros. El miligramo de bromuro de radio puro cuesta en la actualidad 460 francos servido a (sic) 3 o 4 meses fecha; pues si se desea al momento hay que pagarlo con un sobreprecio de 150 a 200 francos, y aun más; y el mesotorio a precio algo más bajo (335 francos por miligramo), pero también caro». Años después, Velasco escribió un Manual de radiumterapia. Fisio-Química, biología, farmacología y clínica del radio, mesotorio, torio x y actinio (Establecimiento Tipográfico del Asilo del Niño Jesús, Madrid, 1917).
Otras comunicaciones versaron sobre temas tan variados como el tratamiento de las escoliosis o de la enfermedad de Hirschprung, la tuberculosis quirúrgica infantil y la laringostomía. La consecuencia de lo visto es reconocer la larga tradición que tiene la cirugía pediátrica en España.
No queremos terminar este apartado sin mencionar los primeros pasos dados en la introducción en medicina pediátrica de la fisioterapia o «actituterapia». La participación de Miguel Ordinas Rosselló versó sobre La gimnasia de las actitudes y el corrector antideformante. Sus indicaciones. «Esta gimnasia viene a llenar un vacío científico y este aparato una necesidad médico-social».
Cuarta Sección. Higiene escolar25Joaquín Aguilar Jordán, director de La Gota de Leche de Valencia, presidió esta Sección. Se comunicaron 10 trabajos, 2 dedicados a la introducción de la educación física en las escuelas. Algo tan lógico, a nuestros ojos, tardó en llegar a los colegios españoles. Los pediatras de entonces pusieron su granito de arena para conseguirlo.
Invitado especial al Congreso fue el pediatra napolitano Ernesto Cacace, que presentó su Instituto Nipio-Higiénico de la Cátedra ambulante de Higiene infantil y la Escuela Popular de Maternidad, dentro de su idea sobre la Nipiología, como ciencia que integra la total atención al niño pequeño, del griego nēpios, que no habla —«el que no dice ni pio»—, y logos, ciencia. Diríamos que se trataba de una especie de subespecialidad pediátrica que no tuvo continuidad histórica, dedicada a ahondar en las particularidades de los neonatos y los lactantes jóvenes. En Barbastro, ciudad oscense donde nació Martínez Vargas, se conserva el edificio donde estuvo ubicado el Instituto Nipiológico. El Dr. Cacace también disertó sobre La higiene antimalárica escolástica y la cátedra ambulante de higiene antimalárica.
La participación sudamericana, aparte de la del Dr. Moncorvo, antes mencionada, estuvo representada por Antonio Vidal, jefe de los Servicios de Higiene Escolar en la Enseñanza Secundaria, Normal y Especial de la Republica Argentina. Disertó sobre La tuberculosis y la escuela. La organización de la lucha antituberculosa en la escuela.
Conferencias magistrales y conclusiones25Entre las conferencias magistrales, debe recordarse la que impartió el italiano Gustavo Pittaluga sobre el Kala-azar infantil. Pittaluga era discípulo del gran malariólogo Giovanni Battista Grassi. Se había establecido en España en el año 1903, después de su participación en el Congreso Internacional de Medicina. Ramón y Cajal lo puso al frente del Servicio de Desinfección del Instituto Nacional de Higiene, reconociendo su prestigio y los importantes trabajos que realizó en España sobre el paludismo.
Sobre Los medios profilácticos de la difteria, enfermedad de tan señalada incidencia en la época, disertó el Dr. Rodríguez Méndez, quien se mostró partidario del suero antidiftérico, a pesar de los potenciales accidentes séricos —cuyo riesgo minimizó— que pudieran producirse.
Otra alocución notoria fue la nominada Concepto moderno de la educación física del niño. Fue dictada por José de Eleizegui (1879-1956), natural de Santiago26, pediatra y pedagogo, que sería después catedrático de Higiene Escolar en la Escuela Nacional de Puericultura de Madrid. Era director de España Médica, publicación que se ocupó ampliamente del Congreso.
El profesor Gómez Ferrer pronunció unas breves palabras sobre los fines que deberían perseguir los siguientes congresos de Pediatría, fundamentalmente científicos y sociales.
El propio presidente Martínez Vargas habló, a petición de los congregados, sobre Los cuidados de los niños en el estado de salud y enfermedad, tratando aspectos tan variados como: alimentación, dentición, pesaje frecuente, higiene y ventilación, convulsiones y manejo de purgantes.
Un resumen de las conclusiones del Congreso, sumamente sociales y de progreso para la época, figurará en el citado Cuaderno de Historia de la Pediatría Española número 7, en el que aparecerá, además, una glosa de la figura de Martínez Vargas.
Epílogo¿Qué significó el Congreso de Palma en aquella España de 1914? No fue el Congreso de la alta tecnología, ni el de las terapias vanguardistas, ni el de los grandes descubrimientos científicos. No faltó la participación de pediatras procedentes de Europa, todavía bien ajenos a una cruel guerra que en 4 años arrasaría tierras y ciudades y segaría la vida de más de un millón de niños. Para los pediatras españoles fue el Congreso de las batallas del día a día, de la lactancia, del suero Hayem, de las vacunas, de la atrepsia, de las diarreas, del eccema de los niños de pecho, de la tuberculosis, de la leishmaniosis, de la voluntad, de la pedagogía y de la moral, del cuerpo y del alma del niño, y de tantas cosas que les preocupaban, cuando la esperanza de vida al nacer rondaba los 50 años.
Andrés Martínez Vargas fue el alma y el fermento aglutinador del Congreso de 1914. Ocupó la cátedra de Barcelona casi 40 años; fue esa figura notable que dio a conocer la Pediatría española en muchos de los congresos celebrados en distintos países europeos. Aunque su obra fue generalmente reconocida, tampoco le faltaron enemigos. En las últimas páginas del libro de Actas se menciona que «algunos permanecieron inactivos y ponían trabas a la organización de este Primer Congreso». Más adelante se habla de una «sigilosa oposición» y que se «ha demostrado que no es el número, sino la calidad, lo que da importancia y valor a la mercancía», en referencia a los pediatras de prestigio que evitaron ir a la reunión. Con toda justicia, García del Real no dudó en calificarlo como «maestro de todos».
El Congreso de Palma de 1914 marcó un antes y un después en la Pediatría y en la sociedad españolas. Así éramos y así sucedió.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.