Introducción
El síndrome de desgaste profesional es un trastorno adaptativo crónico asociado a un afrontamiento inadecuado de las demandas psicológicas del trabajo, que daña la calidad de vida de quien lo padece y disminuye la calidad asistencial1. El síndrome aparece en aquellos profesionales que mantienen "una ayuda" constante y directa a otras personas (entre ellas el personal sanitario) y conduce a medio plazo a la desmotivación y el cansancio psicológico2.
Se han descrito varios factores condicionantes de este síndrome, muchas veces inherentes al trabajo clínico, como los derivados de la confrontación con el sufrimiento humano, la enfermedad, la invalidez y la muerte, además de la responsabilidad de la toma de decisiones relacionadas con la vida de las personas, el trato con pacientes difíciles y, a veces, no colaboradores. Estos factores provocan un trabajo emocional que se añade al trabajo técnico3.
Además de estos factores, otras muchas circunstancias pueden aliarse para inducir situaciones crónicas de estrés en los profesionales sanitarios, si bien se considera que la percepción personal de la situación y los mecanismos de afrontamiento de los problemas son los que marcan el grado de vulnerabilidad personal, de modo que el síndrome se desarrollaría sólo en determinadas personas1-14.
En los últimos años, el síndrome de desgaste profesional ha adquirido importancia por las repercusiones directas que tiene sobre la asistencia sanitaria, el absentismo laboral, la disminución del nivel de satisfacción tanto de los profesionales como de los pacientes, el riesgo de conductas adictivas, la excesiva movilidad laboral, las alteraciones de la dinámica familiar y, en el caso de la asistencia pediátrica, el riesgo de que los pacientes reciban cuidados de una calidad inferior a la deseable, con las repercusiones negativas que ello puede condicionar1-5.
El motivo del presente trabajo ha sido conocer la prevalencia y los factores asociados y promotores del síndrome de desgaste profesional entre el personal asistencial de un servicio de pediatría hospitalario, para después tratar de orientar estrategias de prevención y tratamiento de este problema.
Material y métodos
Durante el período comprendido entre noviembre de 2002 y enero de 2003 se llevó a cabo un estudio transversal y descriptivo realizado a 127 personas de nuestro servicio de pediatría. Se ha utilizado el cuestionario Maslach Burnout Inventory7 en su versión española (tabla 1). Este cuestionario explora sentimientos y actitudes del profesional hacia su paciente y valora los tres aspectos fundamentales del síndrome de desgaste profesional: el cansancio emocional, que estima la vivencia de fatiga emocional por las demandas del trabajo; la despersonalización, que mide las respuestas de tipo impersonal y actitudes negativas hacia los pacientes y, por último, la realización personal, que refleja la satisfacción personal y competencia en la práctica del trabajo cotidiano. En total, el cuestionario consta de 22 ítems, posee buena consistencia interna y ha sido validado previamente7,12.
El Maslach Burnout Inventory considera que en la subescala de cansancio emocional una puntuación de 27 o más, representa un nivel alto, entre 19 y 26, nivel medio y por debajo de 19, nivel bajo. En la subescala de despersonalización, una puntuación mayor de 9 significaría grado alto, entre 6 y 9, grado moderado, y por debajo de 6, nivel bajo. Las puntuaciones en la subescala de realización personal tienen una significación opuesta a las dos anteriores, de modo que, entre 0 y 33 puntos se considera grado alto, entre 34 y 39 grado moderado y por encima de 39, grado bajo de realización personal (tabla 1)7,15.
Como variables independientes o factores asociados al síndrome de desgaste profesional se han analizado los siguientes elementos: edad, número de años trabajados, sexo y categoría profesional. Dentro de la variable de categoría profesional se han incluido: médicos pediatras, residentes de pediatría, enfermeras y auxiliares de enfermería que trabajan con niños.
Los datos se introdujeron y analizaron con el programa SPSS, versión 10. Los resultados se presentan como media y desviación estándar para las variables de distribución normal y como mediana y rango para las no paramétricas. Para el análisis estadístico se usó el test de la chi al cuadrado (x2). Se consideró significativa una p < 0,05.
Resultados
El cuestionario se le presentó a 127 personas, y fue contestado por 93 de ellas (tasa de participación: 73,2 %). El 83 % fueron contestadas por mujeres y el 17 % por varones. Su edad media fue de 38,6 años ± 10,2 años (límites, 23-66 años). La mediana de la antigüedad en el puesto de trabajo fue de 10 años (límites, 1-37 años). La distribución según categoría profesional fue la siguiente: 18 médicos pediatras (19,4 %), 8 médicos residentes (8,6 %), 47 personal de enfermería (50,5 %) y 19 auxiliares de enfermería (20,5 %).
Los resultados obtenidos en las distintas subescalas se presentan en la figura 1. El 67,7 % de los encuestados obtuvieron puntuaciones bajas para realización personal, el 23,9 % puntuaciones altas en la subescala de despersonalización y el 14,5 % puntuaciones altas para el cansancio emocional. De forma global, el 20,8 % de los entrevistados presentaron un grado elevado de desgaste profesional, el 19,8 %, un nivel moderado, y el 59,4 %, un nivel bajo.
Figura 1. Niveles de subescalas y grado de burnout o síndrome de desgaste profesional en nuestro estudio.
En esta muestra, no se encontraron diferencias significativas de la prevalencia del síndrome de desgaste profesional en relación con las variables personales analizadas (edad, sexo, categoría profesional y número de años trabajados).
Discusión
El síndrome de desgaste profesional fue definido por Maslach y Jackson en 1986 como un síndrome de agotamiento emocional, despersonalización y falta de realización personal que puede ocurrir en individuos que trabajan con personas7. El agotamiento emocional consiste en cansancio físico o psicológico, con sensación de falta de recursos emocionales y sentimiento de que "nada se puede ofrecer a los demás". La despersonalización incluye el desarrollo de actitudes negativas y distantes con los pacientes, tratando a los enfermos como números. La falta de realización personal surge al comprobar que las demandas que se le hacen al trabajador exceden su capacidad para atenderlas y se asocia con la ausencia de posibilidades de promoción, disminuyendo las expectativas personales y provocando una evaluación negativa de uno mismo, con sentimientos de fracaso y disminución de la autoestima.
El desgaste profesional es un proceso continuo, distinto en cada persona, que resulta de la discrepancia entre las expectativas e ideales individuales y la realidad de la actividad laboral cotidiana. El personal sanitario es especialmente vulnerable a padecer este síndrome3,16.
En los últimos años el síndrome de desgaste profesional ha adquirido especial relevancia, debido a las serias repercusiones que produce tanto de tipo laboral como personal. La salud laboral del personal sanitario puede repercutir tanto en la calidad de la atención prestada como su grado de formación y las técnicas terapéuticas disponibles.
Los resultados de nuestro estudio muestran que el grado de desgaste entre el personal de pediatría de nuestro hospital es considerable y es comparable con los resultados de otros estudios realizados en diversos grupos de personal asistencial (tabla 2)5,15,22. La prevalencia del síndrome de desgaste profesional es muy variable según la población estudiada. Los profesionales más "quemados" serían los que trabajan en atención primaria: casi uno de cada dos trabajadores lo padecen en grado alto15. Los menos afectados serían los pediatras intensivistas5. Nuestros resultados se encuentran en un rango intermedio, de modo que dos de cada diez trabajadores de nuestro servicio estarían afectados.
La presencia del síndrome de desgaste profesional entre los miembros de una unidad asistencial pediátrica puede suponer un deterioro de los cuidados dispensados a los niños5 y se ha sugerido que los pacientes atendidos por personal afectado del síndrome tienen una evolución clínica menos favorable y que se muestran insatisfechos con la calidad asistencial recibida2,5.
Otra consecuencia de esta alteración es que los profesionales "enfermos" deseen e intenten cambiar de puesto laboral, lo que originaría que especialistas competentes y expertos fueran sustituidos por personal menos entrenado, de modo que se produciría un riesgo de estancamiento de las unidades asistenciales pediátricas5.
En nuestra serie se destaca que dos tercios de los trabajadores presentan signos de falta de realización personal, situación que puede conducir a actitudes negativas hacia uno mismo y la actividad laboral, con baja productividad y pérdida de interés en la atención a los niños, además de ser un escalón inicial para el desarrollo posterior del síndrome de desgaste profesional. De ahí la importancia de detectar y tratar este problema de forma precoz.
Al contrario que en otros estudios16,17, nosotros no hemos evidenciado correlaciones entre variables como la edad, el sexo, la categoría profesional o el número de años trabajados y la prevalencia del síndrome. Posiblemente, el número limitado de casos incluidos haya influido en la ausencia de significación estadística de nuestros resultados. Otra explicación para este hecho puede ser que, en nuestro medio, los principales factores promotores del desgaste profesional son los factores laborales y la insatisfacción personal.
Consideramos que, dada la presencia del síndrome de desgaste profesional en nuestro entorno asistencial, se deberían poner en marcha medidas que eviten su desarrollo y progresión. Entre las posibles estrategias de prevención, se han destacado el soporte asistencial para profesionales enfermos, la formación continuada (tanto en competencia clínica como en técnicas de autocontrol emocional) y la racionalización de las condiciones laborales. Todo ello podría resumirse en el autocuidado del personal sanitario, con los objetivos de: trabajar con calidad, no renunciar a sentirse un profesional competente y preservar la salud mental del personal que atiende a pacientes1,2,15-23. En definitiva, la búsqueda de la mejor asistencia a los pacientes no sólo debería basarse en medidas económicas, técnicas o administrativas, sino que también debería tener en cuenta al factor humano, ya que influye directamente en el "arte de la medicina" necesario para que los enfermos reciban los cuidados más apropiados en cantidad y calidad.