He leído con atención el artículo sobre la revisión por pares de los manuscritos que reciben las revistas médicas1. Quisiera comentar algunos aspectos que puedan haber extrañado o confundido a algunos lectores
En el artículo hay cierta confusión con el uso de los términos «director» y «editor». Los autores otorgan al primero la responsabilidad de elegir a los «editores». Sin embargo, atribuyen a estos últimos la obligación «de coordinar y supervisar todo el proceso editorial» y de «tomar la decisión final sobre la publicación». Estas funciones son las del director de la revista, que es quien tiene la responsabilidad última de todo lo que se publica. Los autores indican que los editores «realizan práctica clínica e incluso docente». Esto es quizás lo óptimo para las publicaciones clínicas, y lo habitual en aquellas que pertenecen a sociedades profesionales médicas. Pero hay revistas de enorme prestigio (p. ej., Nature Medicine, Lancet Respiratory Medicine) en las que los editores solo trabajan para ellas y no simultanean su labor editorial con la práctica clínica o docente.
Entiendo que los errores que Candal-Pedriara et al. señalan que se derivan del uso de «revisores no expertos» (fallos en la evaluación metodológica y el rechazo de artículos «buenos» por ser excesivamente puntillosos) no tienen necesariamente que ver con la experiencia de los revisores. Puede haber evaluadores expertos que no sean capaces de observar algunos errores metodológicos, pues muchos expertos en clínica no lo son en metodología o, que siéndolo, puedan carecer de ciertos conocimientos (p. ej., estadística avanzada). Por otra parte, ser meticuloso no es en sí mismo algo negativo. Como autor, prefiero que me señalen muchos aspectos (por pequeños que sean), pues tendré que reflexionar sobre ellos y responder de la manera que entienda oportuna. En mi experiencia, los revisores «puntillosos» son los que más tiempo han dedicado a examinar el trabajo, y esto es siempre de agradecer.
No entiendo muy bien la propuesta de crear una «escuela de revisores». Creo que es poco práctico si el asunto queda en manos de cada revista. Por otra parte, ya hay cursos de entrenamiento en internet de compañías editoriales (p. ej., Wiley, SpringerNature, Taylor and Francis), e incluso cursos «certificados» (p. ej., Elsevier Academy). Asimismo, Equator Network facilita información de cursos y guías respecto a esto2. Además, hay editoriales (p. ej., SpringerNature) que requieren que el revisor deba seguir necesariamente unos pasos establecidos, de forma que debe rellenar unos campos específicos (desde la crítica del resumen hasta la adecuación del análisis estadístico) para cumplimentar su informe. Esta plantilla es de mucha utilidad pues evita que el revisor se olvide de comentar algún aspecto concreto.
En la conclusión, los autores se refieren a «incentivar, reconocer y posiblemente remunerar de alguna forma la labor de los revisores». Si bien en el artículo mencionan diversas formas de incentivar y reconocer esta tarea, es la primera vez que se refieren a que se pueda «remunerar», que el lector deberá entender como «retribuir». Habría sido interesante que este controvertido tema hubiese sido abordado en el trabajo como merece.
Conflicto de interesesEl autor declara no tener ningún conflicto de intereses.
FinanciaciónEste trabajo no ha recibido ningún tipo de financiación.