En contestación a la carta publicada en Anales de Pediatría1, encontramos muy pertinente este análisis pues incide en un aspecto de enorme actualidad e impacto social.

Las conclusiones contrastadas de los autores no encuentran diferencias significativas entre géneros, en cuanto a la ocupación de los 200 cargos de mayor responsabilidad analizados en sociedades pediátricas, el 50% de ellos desempeñados por mujeres, y a pesar de que en concreto el cargo de presidente sí muestra un desequilibrio de 60/40 a favor del género masculino principalmente en las entidades transversales. Las mujeres tienen menos representatividad de cargos en juntas directivas de otras asociaciones y sociedades científicas de España, comparadas con la pediatría, donde hay paridad en cuanto al número total de cargos analizados.

Este es, sin duda, un dato de enorme trascendencia, máxime en el contexto sociodemográfico en el que vivimos en nuestro país donde la mayoría de puestos directivos y de responsabilidad recaen en hombres. No obstante, aunque en las sociedades pediátricas el porcentaje de cargos de responsabilidad está igualado, si se tiene en cuenta el porcentaje total del género femenino entre los pediatras, muy superior al 50%, las mujeres deberían de seguir avanzando en la ocupación de estos cargos.

Es por tanto, un motivo de satisfacción la representatividad femenina en la pediatría y, desde el Comité Ejecutivo de la Asociación Española de Pediatría, la sociedad pediátrica nacional más transversal, nos hacemos eco de esta oportuna carta que analiza, basándose en evidencias, la situación prácticamente equiparable en cuanto a género del desempeño de cargos de responsabilidad en las asociaciones pediátricas de nuestro país.

No debiera haber discriminación en la asunción de responsabilidades o adjudicación de cargos por razón de raza, condición social, género, religión o credo y solo los méritos y la eficiencia en el desempeño de los mismos deben regir los cargos y el funcionamiento de nuestra sociedad. En el caso de la pediatría, en el que, a pesar de que el número de profesionales mujeres es mayoritario, existe una equiparación de mujeres en puestos de responsabilidad respecto a los hombres; ejemplo que consideramos deberían seguir otras sociedades científicas nacionales y del que nos sentimos muy orgullosos.