Sr. Editor:
Hemos leído el interesante trabajo de Palomo Atance et al.1 sobre los factores de riesgo cardiovascular en una población pediátrica con diabetes mellitus tipo 1 (DM1). Con un diseño transversal, estos autores1 encontraron una elevada prevalencia de sobrepeso y obesidad, sobre todo en el sexo femenino.
En los pacientes obesos del artículo citado1, la concentración de colesterol de lipoproteínas de alta densidad era más baja y la concentración de colesterol de lipoproteínas de baja densidad (cLDL) más alta. Estos resultados, aunque quedan cuestiones por esclarecer, se pudieran explicar del siguiente modo2,3. En la diabetes mellitus se produce un estado de resistencia a la insulina (RI), un fenómeno más acentuado en pacientes con obesidad visceral, lo que incrementa el flujo de ácido grasos al hígado por vía portal y provoca 2 consecuencias inmediatas en el órgano: esteatosis y aumento de la síntesis de triglicéridos4. El incremento de la formación de triglicéridos lleva al aumento de la síntesis de lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL), partículas ricas en triglicéridos que transportan lípidos hepáticos.
Posteriormente, se produce una alteración del patrón lipoproteico al activarse la proteína transferidora de ésteres de colesterol que intercambia lípidos entre lipoproteínas, lo que enriquece en colesterol las VLDL y en triglicéridos las HDL5. Esto provoca que las HDL ricas en triglicéridos se degraden más fácilmente por la lipasa hepática, lo que explicaría su reducción en sangre y la formación de partículas de LDL pequeñas y densas, más aterógenas por su capacidad de infiltrar la íntima arterial, más propensas a la oxidación y a su eliminación por receptores barrendera de los macrófagos. Los autores de la citada investigación no mencionan el método de determinación de cLDL, lo que nos impide precisar si los pacientes presentaban este patrón lipoproteico1.
Otro factor que pudiera favorecer la RI en pacientes diabéticos es el grado de inflamación crónica que acompaña al exceso de grasa corporal debido a que estos pacientes liberan grandes cantidades de adipocinas proinflamatorias, como interleucina 6, factor de necrosis tumoral alfa, resistina, visfatina, vaspina y omentina6. Se conoce que la inflamación de bajo grado se vincula con la aterosclerosis y la DM1, lo que acrecienta el riesgo cardiovascular de estos pacientes. El papel del tejido adiposo blanco como órgano endocrino se expone en la revisión de Martos-Moreno et al.6. Dos marcadores de laboratorio útiles para evaluar este estado son la microalbuminuria y la proteína C reactiva, fáciles de determinar en la atención de salud.
El perfil lipídico aterogénico en pacientes obesos se observa con frecuencia en el síndrome metabólico, cuyo rasgo esencial es la RI, una entidad muy estudiada en países desarrollados y en vías de desarrollo, que afortunadamente tiene una baja prevalencia en niños7-10.