A continuación presentamos el caso de un niño alemán de 7 años residente en una zona urbana de Berlín, que se encontraba pasando sus vacaciones estivales en Mallorca. Acudió al Servicio de Urgencias de nuestro hospital por parálisis facial periférica derecha de 48 h de evolución. El único antecedente relevante era la retirada de una garrapata del pecho mientras jugaba en el jardín de su casa 6 semanas antes del inicio de la clínica. Con la excepción de la paresia facial, la exploración física fue normal. Tampoco se observó ningún hallazgo significativo en la analítica general. No se practicó punción lumbar. Se pautó tratamiento ambulatorio con prednisolona oral y se realizó serología para Borrelia burgdorferi ante la posibilidad de una neuroborreliosis. Pocos días después del regreso del paciente a su país se recibieron los siguientes resultados: ELISA (enzyme-linked immunosorbent assay‘técnica de radioinmunoanálisis’) e inmunoblot o Western blot (inmunoelectrotransferencia) para detectar inmunoglobulina (Ig) M e IgG, que fueron positivos. Se comunicó el resultado a la familia y tras esto el niño fue llevado a un hospital de su ciudad, en el que ingresó en buen estado general, sin presentar signos meníngeos ni otros cambios en la exploración neurológica. En el estudio del líquido cefalorraquídeo (LCR) destacó pleocitocis de 51 células/ml con predominio de linfocitos, con glucorraquia y proteinorraquia normales. La IgM frente a B. burgdorferi en LCR mediante ELISA resultó positiva. Recibió tratamiento intravenoso hospitalario con cefotaxima (150 mg/kg/día) durante 3 días, completando 2 semanas de tratamiento antibiótico en domicilio con ceftriaxona intramuscular (50 mg/kg/día). La evolución posterior fue favorable con recuperación completa de la movilidad facial.
La borreliosis de Lyme es una enfermedad multisistémica causada por B. burgdorferi con expresión clínica muy variable, y sus manifestaciones neurológicas aparecen en los estadios temprano diseminado y tardío. La neuroborreliosis en los niños presenta una serie de rasgos diferenciales en relación con los adultos. En primer lugar, la parálisis facial aislada seguida de la meningitis linfocítica son las presentaciones más frecuentes en la población pediátrica a diferencia de los adultos en los que predomina el síndrome de Bannwarth, una radiculoneuritis asociada a parálisis de pares craneales y pleocitocis linfocítica en LCR. En segundo lugar, ambas formas clínicas en la infancia presentan mejor evolución. Por último, ciertas manifestaciones observadas en adultos a largo plazo, como los trastornos neurocognitivos, no se han descrito en el ámbito pediátrico1–4.
La borreliosis de Lyme es la causa verificable más frecuente de parálisis facial en niños en áreas endémicas, es causante del 25 al 30% de los casos. De hecho, en estas zonas la mitad de los casos durante los picos epidémicos en verano y otoño son causados por B. burgdorferi1,5. Frecuentemente, ésta es la única manifestación de la enfermedad, ya que muchos pacientes no recuerdan haber tenido picadura de garrapata o haber presentado eritema migratorio (EM) ni tampoco presentan manifestaciones clínicas de meningitis a pesar de un estudio de LCR alterado1. Además, la afectación puede ser bilateral, lo que sitúa a la neuroborreliosis entre las pocas causas de parálisis facial bilateral1,5–7. Como en el resto de las formas clínicas de neuroborreliosis, el diagnóstico de certeza se basa en la presencia de IgM en LCR, mientras que en su ausencia el diagnóstico se considera probable si se evidencian alteraciones en el LCR, fundamentalmente pleocitocis linfocítica1,3,4.
Muchos expertos recomiendan tratar por vía parenteral con ceftriaxona, cefotaxima o penicilina durante 2 a 4 semanas, previo examen de LCR. Otros aconsejan el tratamiento oral con amoxicilina en menores de 8 años y con doxiciclina en niños mayores si la punción lumbar es normal, y están los que abogan por el tratamiento oral sin punción lumbar en ausencia de síntomas y signos clínicos de meningitis. En todo caso, no resulta sorprendente la controversia acerca del tratamiento de la parálisis facial aislada teniendo en cuenta que la evolución con o sin tratamiento antibiótico es la remisión en 4 a 6 semanas en la mayoría de los casos. Así pues, el objetivo fundamental del tratamiento antibiótico sería evitar que la enfermedad avance hacia la fase tardía. Finalmente, debemos señalar que no hay pruebas concluyentes a favor del uso de corticoides1–7.
La distribución de la borreliosis de Lyme en España presenta un gradiente descendente norte-sur, es particularmente endémica en áreas de la cornisa cantábrica. Es probable que sea poco frecuente en la cuenca mediterránea, si bien su prevalencia real en distintas zonas es desconocida debido, entre otras causas, a la infradeclaración y a la falta de estandarización del diagnóstico serológico8,9. No obstante, se trata de una enfermedad emergente en muchos países de Europa de donde procede un gran número de turistas que anualmente nos visitan9,10. Por tanto, debe sospecharse en niños procedentes de zonas endémicas con parálisis facial o meningitis linfocítica en verano y otoño aunque no haya antecedentes de picadura de garrapata ni EM.
Autor para correspondencia.
A. Pérez López
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