Neonato de 28 días de vida, sin antecedentes de interés, que es traído a urgencias por presentar desde hace 2 h fiebre de 38°C, sin otros síntomas asociados. A su llegada a urgencias presenta palidez cutánea e irritabilidad, siendo el resto de la exploración física anodina. Dada la edad del paciente, se realiza analítica de sangre, orina y LCR, que orientan hacia una meningitis bacteriana (tabla 1).
Datos analíticos al ingreso
Analítica de sangre: hematíes 2,85 106/μl; hemoglobina 8,8g/dl; hematocrito 25,4%; leucocitos 26,1 103/μl, neutrófilos % 50,1%; linfocitos 35,5%; monocitos 14%; plaquetas 425 1063/μl; PCR 14,2mg/dl |
Analítica LCR: glucosa 54mg/dl; proteínas 197,85mg/dl; leucocitos 3.000/μL; neutrófilos 94%; linfocitos 2%; monocitos 4% |
Se decide iniciar tratamiento antibiótico (cefotaxima+ampicilina) previa recogida de cultivos. Presenta buena respuesta clínica al tratamiento: se evidencia progresiva mejoría del estado general y desaparición de la fiebre en 48h. En el estudio microbiológico se confirma crecimiento de Salmonella enterica serotipo Poona (S. Poona; sensible a ampicilina, cefotaxima, ciprofloxacino y gentamicina) en sangre y LCR. Se notifica el caso a Sanidad. En el transcurso del ingreso no presenta complicaciones clínicas. Se completan 4 semanas de tratamiento antibiótico con cefotaxima.
Pese a la ausencia de sintomatología digestiva en el paciente o en el entorno familiar, se realiza coprocultivo al paciente, a ambos padres y al hermano gemelo, siendo este positivo para S. Poona en el paciente y en el hermano gemelo asintomático; ambos consumidores del lote de leche que posteriormente ha sido relacionado por el Centro Nacional de Epidemiología (CNE) con una epidemia de gastroenteritis por S. Poona.
Previo al alta, se realiza una tomografía computarizada cerebral, que es normal. En la exploración al alta y en el posterior seguimiento clínico ambulatorio, el paciente se encuentra asintomático, sin presentar secuelas neurológicas.
En diciembre del 2010, el CNE notificó a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición la detección de un brote de gastroenteritis aguda por S. Poona en lactantes, que podría estar en relación con el consumo de leche de un lote concreto de leche infantil de inicio de una conocida marca. En concreto, se notificaron 289 casos de infección por S. Poona (77% en menores de 6 meses) y el 84%, consumidores de la citada leche. Sobre la base de estos datos, aunque no ha existido oficialmente confirmación microbiológica de la presencia de S. Poona en los envases de leche obtenidos en los hogares de los afectados, la empresa fabricante procedió a la retirada voluntaria de este lote «debido a problemas de estanqueidad».
En el presente artículo, se describe el primer caso de meningitis por S. Poona en un paciente consumidor de dicha leche.
Con respecto a la meningitis por Salmonella spp., cabe remarcar que se trata de un cuadro excepcional en países desarrollados. No así en países en vías de desarrollo, donde la Salmonella spp. puede llegar a producir alrededor del 11% de las meningitis bacterianas en el periodo neonatal1. Se trata de un proceso severo, con un porcentaje de mortalidad y secuelas graves considerable, tal como refleja la serie publicada por Wu et al.2. En ella, un 13% de los paciente con meningitis por Salmonella fallecieron, un 75% presentó al menos una complicación en la fase aguda (hidrocefalia 50%, colección subdural 42%, infarto cerebral 33%, ventriculitis 25%, empiema 13% y absceso cerebral 8%) y un 71% presentó en el seguimiento a largo plazo secuelas motoras, epilepsia, retraso en el lenguaje y/o retraso cognitivo. Estos datos contrastan con la evolución tan favorable de nuestro paciente. En este sentido, aunque la situación sociosanitaria existente en Taiwán puede suponer un sesgo a la hora de tomar estos datos como referencia, el inicio precoz de la cobertura antibiótica en nuestro caso probablemente haya resultado fundamental. Cabe destacar, también, la necesidad de realizar coberturas antibióticas prolongadas, dado que cursos menores de 4 semanas se han asociado a recurrencias3.
A tenor del caso, cabe remarcar que la leche artificial infantil no es un producto estéril y, por tanto, puede encontrarse contaminada con gérmenes. Algunos de ellos pueden ser potencialmente patógenos, como es el caso de Enterobacter sakazakii y Salmonella enteritidis4,5. De hecho, en los últimos 25 años, se han descrito, al menos, 6 brotes de toxiinfección alimentaria en relación con la contaminación de fórmulas infantiles4-8. Ante estos hechos, en 2007 la Organización Mundial de la Salud elaboró unas directrices para la preparación, el almacenaje y la manipulación de leche maternizada en polvo (http://www.who.int/foodsafety/publications/micro/pif_guidelines:sp.pdf.). Estos datos, junto con las ventajas nutricionales y emocionales ya conocidas, reforzarían la importancia de promover la lactancia materna.
Por otro lado, pese a que existen casos documentados de toxiinfección alimentaria por S. Poona9, los casos reportados no son secundarios a contaminación de leche artificial. Sí se ha reportado un caso de meningitis por S. Poona en un neonato alimentado con pecho en relación con una mastitis materna por el mismo germen10.