En relación con la reciente publicación titulada «Rasgos clínicos sugestivos de trastorno del espectro autista como manifestación de sensibilidad al gluten no celíaca»1, y dada la importancia y trascendencia del tema que trata desde el punto de vista neuropediátrico, nos gustaría realizar algunas reflexiones y aportar algunos comentarios.
Los trastornos del espectro autista (TEA) son un conjunto de alteraciones neurobiológicas de gran repercusión social y familiar, no presentando diferencias significativas en cuanto a las incidencias según el nivel socioeconómico y cultural. En los últimos años, la prevalencia está aumentando de forma considerable y los estudios realizados con la finalidad de conocer su etiología y etiopatogenia no dejan de avanzar2.
La adopción de una dieta sin gluten, como un tratamiento alternativo en los TEA, es un fenómeno poco estudiado (al margen de reportes de casos clínicos aislados). En un reciente metaanálisis de todos los estudios publicados en relación con este tema3 se concluye que la evidencia para recomendar una dieta sin gluten en los pacientes con TEA es débil y muy limitada. Sin embargo, sí subraya que estas dietas restrictivas se han asociado a rechazo social, estigmatización, déficits en la socialización e integración, junto con el mal uso de recursos y potenciales efectos adversos a nivel biomédico.
La teoría más citada para justificar la adopción de dietas sin gluten en los TEA es en relación con neurotransmisores y tiene que ver con la liberación de péptidos que tendrían actividad opioide intestinal. Sin embargo, múltiples estudios no han conseguido demostrar esas concentraciones de péptidos opioides en plasma o en el sistema nervioso central de los pacientes con TEA. Tampoco por excreción urinaria, ni siquiera con métodos con gran sensibilidad y especificidad como la espectrometría de masas acoplada a cromatografía líquida de alta resolución4.
Este tipo de dietas restrictivas suelen ser percibidas por la población general como medidas terapéuticas «sin riesgo». Sin embargo, sí se ha demostrado que las mismas pueden suponer un cambio en las rutinas de los pacientes con TEA que afectan, por sí mismos, a sus comportamientos alimentarios. Asimismo, la adopción de dietas de eliminación puede ir en contra de los esfuerzos para mejorar su integración social en estos niños, siendo un factor de aislamiento.
Por todo esto, y sobre la base de la literatura existente, creemos que se debe ser extremadamente cauteloso a la hora de establecer una relación entre los trastornos relacionados con el gluten y cuadros de tanta relevancia clínica en Neuropediatría y Psiquiatría Infantil como son los TEA.