Introducción
La exposición involuntaria al humo del tabaco puede provocar importantes efectos adversos para la salud1. De hecho, se estima que puede suponer para un no fumador un riesgo equivalente al consumo de entre 4 y 10 cigarrillos al día2. Ello se debe a que el humo que aspira el fumador involuntario o pasivo (persona que en un ambiente cerrado inhala humo de tabaco procedente de otros fumadores) contiene una concentración de determinados componentes tóxicos muy superior al del humo que aspira directamente el fumador (persona que ha fumado a diario durante el último mes cualquier cantidad de cigarrillos)2,3.
Son fundamentalmente los niños, y en especial los de menos de18 meses, los más afectados por el tabaquismo pasivo dado que no pueden evitar la exposición al tabaco si ésta se presenta2. Su tracto respiratorio al ser todavía inmaduro y no tener suficientemente desarrollados los mecanismo de defensa, es vulnerable a cualquier agresión, como la que provoca el humo del tabaco, que puede afectar, entre otras cosas, al crecimiento y a la función pulmonar futura1,2. Se ha estimado que la dosis total de nicotina que reciben los hijos de fumadores es equivalente al hecho de fumar unos 60-150 cigarrillos al año. De hecho, la exposición pasiva al humo del tabaco durante la infancia se ha asociado a través de numerosos estudios con un incremento del riesgo relativo de presentar daño prenatal en el feto, retraso de crecimiento intrauterino, síndrome de muerte súbita del lactante, enfermedades agudas del tracto respiratorio, enfermedades agudas otorrinolaringológicas (sinusitis, rinitis, otitis, etc.), atopia y asma4.
Teniendo en cuenta que un niño que vive en clima templado, como es nuestro medio, puede pasar de un 60 a un 80 % del tiempo dentro de casa, es evidente la importancia que puede tener el control del consumo de tabaco por personas adultas dentro del hogar para la salud del niño 5. La finalidad de este trabajo es la de analizar la relación entre infecciones respiratorias de vías altas y bajas en niños y la exposición al humo de tabaco en el hogar.
Material y métodos
Se trata de un estudio retrospectivo descriptivo, realizado en el Centro de Salud Delicias Sur de Zaragoza. Durante el período de estudio entre el 15 de enero y el 15 de abril de 2004 se realizó una encuesta a las familias de los niños visitados en las consultas en la que se determinó el hábito tabáquico de las familias así como el número de episodios de patología aguda respiratoria tanto de vías altas como bajas y exacerbaciones de la patología pulmonar crónica (asma bronquial) diagnosticadas en dicha población entre el 1 de enero de 2003 y el 1 de enero de 2004. Se incluyeron en el estudio todos los niños menores de 14 años (nacidos con anterioridad al 1 de enero de 2003) que acudieron a la consulta en el período de estudio. La muestra poblacional seleccionada se obtuvo de la población infantil perteneciente al Centro de Salud Delicias Sur de Zaragoza.
En la encuesta se recogió información acerca de la existencia de fumadores entre los familiares convivientes en el hogar con el niño, número de cigarrillos fumados al día, escolarización, número de hermanos y antecedentes patológicos respiratorios en los padres/hermanos. Se consideró positiva una historia familiar de alergia si alguno de los padres o hermanos había tenido alguna vez asma, eccema o rinitis alérgica. Se recogió también el tabaquismo materno durante la gestación, considerándose positiva la exposición con cualquier número de cigarrillos. En los que declaraban ser ex fumadores se investigó la situación tabáquica a lo largo de 2003, excluyéndose del estudio los ex fumadores de más de un año. Se obtuvo información sobre el lugar de nacimiento del niño y de los padres.
Se completó la información mediante la revisión de los registros clínicos en programa informático OMI-AP, versión 5.0. De los datos perinatales se recogió si fue embarazo pretérmino o no (considerando prematuros a los niños nacidos antes de la semana 37 de gestación). El test de Apgar al nacer y si hubo lactancia natural. Dichos datos se obtuvieron de los registros personales al control perinatal del niño cuando se realizó en su día por parte del pediatra y a través de los informes de alta tras el parto.
Para el recuento de los episodios respiratorios agudos padecidos por el niño en 2003 no se consideraron episodios clínicos aquéllos referidos por la familia y que no pudieron verificarse por un médico dejando constancia escrita en la historia clínica personal. Así mismo se consideró como un nuevo episodio aquella clínica compatible presentada al menos 7 días después de finalizar un episodio previo. Los episodios respiratorios agudos se dividieron en 2 bloques: vías altas y vías bajas englobando en el primer grupo todos aquéllos cuya localización se hallaba de laringe (incluida) hacia vías altas superiores. Como patología aguda respiratoria de vías bajas se englobaron todas aquéllas localizadas en la tráquea hasta alvéolos pulmonares. Los criterios clínicos utilizados para los diferentes procesos se describen en la tabla 1.
Se seleccionaron un total de 450 niños, tras excluir 40 que se habían incorporado al centro de salud a lo largo de 2003 por lo que no se disponía de su historia clínica personal previa. Una vez recogida toda la información se introdujeron los datos en base Access 6.0 codificando un número a cada ficha para preservar el anonimato del sujeto al introducir los datos. Éstos, se procesaron en programa informático SPSS 11.5 analizando las diferencias entre el número de episodios respiratorios y la convivencia del niño con fumadores en el hogar. Se realizó análisis estadístico univariante, bivariante y multivariante pretendiendo ajustar, a través de este último, los resultados por posibles factores de confusión que pueden interferir.
Resultados
La muestra final analizada constaba de 410 niños. El 47,1 % eran niños (193/410) y el 52,9 % niñas (217/410). La edad oscilaba entre 1 y 14 años de edad, con una media de 6,15 años, siendo las principales características epidemiológicas las mostradas en la tabla 2. Todas las madres que fumaron durante el embarazo siguieron haciéndolo a lo largo de 2003. El 51,85 % de las madres fumadoras (70/135) no lo hicieron en la gestación. La asistencia a guardería fue de un 42,21 % (76/189 niños) con respecto al total de población menor de 4 años. Sólo refirió fumar un chico y su edad era 14 años. En un 94,1 % (341/362) fue parto a término y el 93,82 % (334/356) recibió lactancia materna en el período neonatal.
La media de episodios de vías altas por cada niño con hogar libre de exposición al tabaco fue de 2,53 frente a 3,52 episodios que aparecieron en caso de existir uno o varios fumadores en la casa. En episodios de vías bajas sin exposición al humo de tabaco la media fue de 0,25 episodios y con exposición fue de 0,67 episodios/año.
En el análisis estadístico bivariante se halló una relación estadísticamente significativa entre hábito tabáquico de los padres e incidencia de patología respiratoria de vías bajas en los niños. Sin embargo, la relación entre padre fumador e incidencia de patología de vías altas no fue estadísticamente significativa. En cuanto a la relación de las mismas con el tabaquismo materno hallamos significación estadística con las vías altas y bajas, obteniendo en ambos casos una p < 0,001 y p < 0,0001, respectivamente. Si lo analizamos con respecto a la existencia de uno o varios fumadores en casa obtenemos significación estadística tanto para vías altas (p < 0,0001) como bajas (p < 0,0001). El 5,1 % de los niños (21/410) resultó estar diagnosticado de asma bronquial. Se detectaron 11 niños con uno o varios episodios de neumonía, cinco con bronquiolitis y 15 de los niños asmáticos presentaron al menos una reagudización de su patología.
El análisis estadístico multivariante reveló que el modelo se reducía a dos variables significativas: la edad (con una relación inversa, con odds ratio [OR]: 0,83; intervalo de confianza del 95 % [IC 95 %]: 0,76-0,90) y el hábito tabáquico de la madre (OR: 4,56; IC 95 %: 1,84-11,34) (tabla 3). En relación a la magnitud de la exposición al tabaquismo materno, si la madre fuma 11-20 cigarrillos, el riesgo es de 1,4, y si fuma más de 20, es de prácticamente 2 (tabla 4). En el caso de la patología de vías bajas, el modelo selecciona dos variables: la edad, con una OR similar a la del caso de vías altas, y el tabaquismo materno, con una OR: 3,5 (IC 95 %). Para el caso de neumonía, el modelo solamente selecciona como variable asociada de forma independiente al hábito tabáquico de la madre con una OR de 4,3 (tabla 5). En el caso de la neumonía y patología de vías bajas, no se observó una relación dosis-respuesta de la cantidad de cigarrillos consumidos por la madre probablemente por el escaso número de episodios de infecciones respiratorias de vías bajas estudiados, lo que no excluye la asociación si el número estudiado fuera mayor.
Discusión
Para medir la exposición ambiental al humo de tabaco se han usado diversos métodos. Los métodos directos son los marcadores biológicos entre los cuales el más utilizado es la cotinina6. Los marcadores aéreos dan información sobre el nivel de exposición y también se están usando para verificar la aplicación de los espacios sin humo. Se ha revelado también que en los hogares con fumadores, los niveles de nicotina ambiental son significativos mientras que no se detectan en los hogares sin humo de tabaco7. Diversos estudios que han comparado las respuestas de los cuestionarios/entrevistas con la medición de marcadores biológicos como la cotinina han concluido que, a pesar de que suelen subestimar los riesgos, estos son un método válido para estimar la exposición al humo de tabaco 8. Es importante resaltar en primer lugar la elevada incidencia de fumadores en hogares donde se convive con niños. El humo del tabaco constituye el principal contaminante ambiental al que éstos están expuestos. En este estudio, el 50,2 % tenía al menos una persona fumadora en casa, y el 32,9 y el 39,5 % convivían con una madre o un padre fumador, respectivamente. En un 2,8 % fumaba por lo menos un hermano. Según los estudios de Gurkan et al9 y Okah et al10 entre el 33-77 % de los niños en Estados Unidos, el 50 % de los niños ingleses, y hasta el 70 % de los niños turcos estarían expuestos al humo del tabaco de forma regular en sus hogares. Si nos centramos en Estados Unidos sólo el 12,5 % de los hogares con niños en áreas urbanas estarían libres de la exposición al tabaco. Esta cifra contrasta con la obtenida en este estudio dado que el 49,8 % de los niños no conviven con fumadores en el hogar.
Que el tabaquismo materno en la gestación da origen a secuelas en el feto es un hecho ya conocido. Esta exposición causa, entre otros problemas, bajo peso al nacer y problemas respiratorios en la infancia, aumentando así la morbimortalidad del niño. Nuwayhid et al11 demostraron en un estudio sobre 995 gestantes que en las fumadoras aumentaba el riesgo de bajo peso al nacer y que además existía correlación con la cantidad de cigarrillos12. A pesar de ser estos datos conocidos por la sociedad, en nuestro medio fumaron el 15,6 % de las gestantes y la totalidad de ellas continuaron haciéndolo en 2003. Por todo ello es difícil separar los efectos de la exposición intrauterina de la neonatal, aunque es muy probable que ambas tengan un efecto nocivo sinérgico e independiente. En lo concerniente a la distribución por sexos, no hemos hallado diferencias estadísticamente significativas en relación a la patología aguda de vías altas o vías bajas, sí en el caso de la neumonía en las que presenta una asociación estadísticamente significativa con el sexo femenino, lo que concuerda con diversos estudios que detectan una mayor susceptibilidad de las mujeres al humo ambiental de tabaco. Respecto a las bronquiolitis nuestro estudio corrobora algo ya descrito en la literatura especializada que es un predominio de esta entidad en los varones. Nafstan et al13 ya abordaron el estudio que relacionaba la lactancia materna con el tabaquismo e inmadurez del tracto respiratorio inferior (ITRI). Determinaron que el tabaquismo materno incrementa el riesgo de ITRI en niños alimentados al pecho durante menos de 6 meses, pero no si la lactancia materna se prolonga más allá del sexto mes de vida. En este estudio, no se ha podido corroborar ya que no se valoró el tiempo de lactancia materna.
Lo que sí ha quedado claro en este estudio es que los episodios de patología respiratoria están estrechamente ligados con la existencia de uno o varios fumadores en casa. Existe relación estadística significativa para episodios agudos respiratorios de vías altas y bajas. El hábito tabáquico materno parece ser un importante factor de riesgo para la mayor incidencia de patología respiratoria aguda en los niños frente al hábito paterno. Ello podría deberse, probablemente, por el mayor contacto que suele tener la madre con el hijo respecto al padre. De hecho, estudios publicados recientemente que abordan la sintomatología respiratoria aguda como puede ser la aparición de sibilancias en lactantes han reflejado igualmente que dicha presentación está correlacionada más con el hábito materno que con el paterno, observándose además un gradiente según el número de cigarrillos fumados14.
Respecto al asma bronquial diversos estudios ya han demostrado que esta entidad es más frecuente y de peor evolución en niños fumadores pasivos. En este caso no se puede corroborar dicho dato ya que el número de casos registrados es muy bajo15. Por todo lo citado anteriormente es necesaria una importante concienciación de la sociedad y del sector médico de fomentar la información acerca de las consecuencias derivadas del tabaquismo pasivo en los niños. Winickoff et al16 comprobaron que el grado de información sobre las consecuencias de la exposición al humo de tabaco proporcionado por pediatras y médicos de familia fue muy bajo, lo que señala la necesidad de mejora en esta cuestión. La estrategia seguida por los padres fumadores para evitar la exposición al humo de tabaco en sus hijos, como fumar fuera de casa, hacerlo en la cocina cerca del extractor de humos, etc., ha demostrado insuficiente protección pues se ha comunicado niveles de cotinina en orina elevados, en hijos de fumadores que siguen estas conductas17. Debe aconsejarse a las familias que dejen totalmente de fumar para proteger a sus hijos de los efectos del humo de tabaco.
En conclusión, los niños son especialmente sensibles a la exposición doméstica al humo ambiental de tabaco. El humo tabáquico aumenta el riesgo de patologías de vías respiratorias y la frecuentación a los centros sanitarios y puede causar alteración de la capacidad pulmonar y patología respiratoria crónica. El papel de la educación sanitaria es fundamental por lo que la participación de todos los profesionales sanitarios es imprescindible para proteger a los niños del humo de tabaco desde el momento de la concepción hasta que tengan la edad para decidir por sí mismos de forma informada y consciente si admiten exponerse al humo ambiental de tabaco.
Agradecimientos
A Carmen Izaguirre (in memoriam), Amparo Fuertes, M.ª Cleofe Crespo, Concepción Esteban y M.ª José Peña por su contribución al registro de datos. A Josep Jiménez Villa de la Universidad de Barcelona por su ayuda en el análisis estadístico. A Manel Nebot, de la Agencia de Salud Pública de Barcelona por sus valiosos comentarios y sugerencias.
Correspondencia: Dra. N. García Sánchez.
Centro de Salud Delicias Sur.
Dronda, 1. 50009 Zaragoza. España.
Correo electrónico: ngarcias@salud.aragon.es
Recibido en noviembre de 2006.
Aceptado para su publicación en febrero de 2007.