Las intoxicaciones farmacológicas voluntarias en adolescentes con fines autolíticos representan una importante causa de morbimortalidad en este grupo de edad1.
Los fármacos implicados con más frecuencia son el paracetamol, el ibuprofeno y, en tercer lugar, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS)2,3. Estos últimos han aumentado en las últimas décadas por ser de elección en el tratamiento de la depresión mayor y los trastornos de ansiedad4 en estos pacientes.
El objetivo de este estudio es conocer la repercusión clínica, analítica y electrocardiográfica de la ingesta voluntaria de ISRS con fines autolíticos en adolescentes.
Se ha realizado un estudio unicéntrico, observacional y retrospectivo en pacientes menores de 18 años atendidos desde febrero de 2013 hasta mayo de 2018 en un servicio de urgencias pediátrico (SUP) de un hospital pediátrico terciario de referencia en enfermedad psiquiátrica, con diagnóstico al alta de «ingesta no accidental» y/o «intento autolítico». Se seleccionaron aquellos que hubieran empleado ISRS como fármaco principal ingerido (tabla 1). Se consideró intoxicación medicamentosa voluntaria aquella ingesta abusiva de fármacos por encima de la posología autorizada con fines autolíticos. El análisis estadístico descriptivo se ha realizado mediante pruebas paramétricas con Stata v.15.
Tipo de ISRS utilizado
Tipo de ISRS | N.° de pacientes (% del total) | N.° pacientes con ingesta superior a la dosis tóxicaa |
---|---|---|
Fluoxetina | 14 (58,3) | 13 |
Sertralina | 4 (16,6) | 2 |
Escitalopram | 4 (16,6) | 3 |
Paroxetina | 1 (4) | 0 |
Trazodona | 1 (4) | 1 |
ISRS: inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina.
En el periodo estudiado se registraron 306.583 episodios en el SUP. Veinticuatro pacientes fueron atendidas por ingesta voluntaria de ISRS, todas mujeres, con una mediana de edad de 15,7 años (RI: 14,4-16,7). Veintitrés presentaban enfermedad psiquiátrica de base (95,8%). La mediana de tiempo transcurrido desde la ingesta hasta su valoración en urgencias fue de 1,5h (RI: 1-2) teniendo el triángulo de evaluación pediátrica (TEP) estable 13 (54,2%); disfunción del sistema nervioso central 10 (41,7%); y shock compensado 1 (4,1%). Todas las que presentaban disfunción neurológica habían tomado además de ISRS, benzodiacepinas o antipsicóticos. Los síntomas neurológicos fueron predominantes (tabla 2), seguidos de los vómitos (4; 16,6%). La sintomatología neurológica revirtió en una mediana de tiempo de 8h (RI: 6,5-18) tras la ingesta sin necesitar ningún tratamiento, conservando la vía aérea permeable con respiración espontánea en todo momento sin alteraciones en las constantes hemodinámicas ni respiratorias.
Se administró tratamiento descontaminante urgente a 16 pacientes (66,7%). Ninguna paciente presentó alteraciones relevantes en los electrocardiogramas ni en las analíticas seriadas realizadas (gasometría, función renal y hepática, CPK), por lo que no precisaron ningún tratamiento adicional. Todas las pacientes ingresaron: 11 en la unidad de cuidados intensivos (UCI), para monitorización continua, y 13 en planta de hospitalización sin necesidad ninguna de ellas de soporte respiratorio ni hemodinámico. La mediana de estancia fue de 8 días (RI: 4-20).
En conclusion, las pacientes atendidas por ingesta de ISRS con finalidad autolítica en nuestro hospital no han presentado alteraciones analíticas ni electrocardiográficas relevantes. Se necesitan estudios más amplios que confirmen estos datos.
FinanciaciónLos autores declaran no haber recibido financiación para la realización de este trabajo.