La práctica asistencial actual se caracteriza por intentar alcanzar elevadas cotas de calidad en todos los campos y especialidades, y no hay otro método para medir la calidad objetiva y la percibida que el uso de indicadores1. Por ello, es loable que la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas diseñase unos indicadores de calidad (IC) en el proceso asistencial toxicológico, que Martínez et al.2 presentasen en 2012 un primer estudio multicéntrico sobre indicadores toxicológicos y que ahora Giménez-Roca et al.3 nos ofrezcan una evaluación de los mismos en una amplia serie de intoxicados, realizando además unas propuestas dignas de resaltar.
Como en artículos precedentes4, la mayoría de incumplimientos que se han detectado en los IC corresponden a los de proceso asistencial. Los resultados de Giménez-Roca son bastante coincidentes con los nuestros, tanto en los aspectos positivos (correcta indicación del carbón, ausencia de broncoaspiraciones asociadas al mismo) como en los negativos (demora en su administración). Hemos evaluado que el Sistema Español de Triaje clasifica inadecuadamente al 13,3% de las ingestas tributarias de descontaminación digestiva que se atienden en nuestro hospital, causando un retraso en la administración del carbón5. Los autores plantean una interesante solución a esta demora, como es la asignación automática de algunos de estos pacientes en el triaje como de prioridadii y que se podría complementar con la instauración de un triaje avanzado específico para la administración de carbón, y con el que hemos conseguido en nuestro hospital una reducción significativa del tiempo puerta-carbón de 36min a 22min de mediana6.
Por otro lado, el flumazenilo es, junto con la naloxona, el antídoto que más se utiliza en la práctica clínica. Sus indicaciones deben ser estrictas y su dosificación cuidadosa por el riesgo de complicaciones7, por lo que consideramos también muy adecuado que se haya evaluado como un IC, como se hace en la población adulta8.
También nos parece importante resaltar su propuesta para abordar la habitual deficiencia en el registro de datos del episodio. La elaboración de listas de comprobación o checklist que se aplica en diversos ámbitos, junto con otras medidas como el diseño de formularios asistenciales con soporte informático, deberían ayudar a corregir estas deficiencias9.
En la serie de Giménez-Roca, a pesar del incumplimiento del estándar de calidad en 9 de los 20IC, solo el 0,5% de los casos requirió ingreso en la UCI y la mortalidad fue del 0%, lo que sugiere que el cumplimiento de todos los indicadores no habría mejorado estas cifras. Estos resultados en el ámbito pediátrico son los que también se observan en adultos y que se relacionan, muy probablemente, con la baja toxicidad de las exposiciones que se atienden en nuestro medio, aunque siguen presentándose casos de evolución mortal10.