Sr. Editor:
La revisión de los estudios epidemiológicos sobre la repercusión de la gripe en la infancia, que se resume en el reciente trabajo de Reina sobre las indicaciones de la vacuna antigripal, constituye el marco de referencia para la controversia científica sobre la conveniencia de administrar esta vacuna de manera universal o a determinados grupos de riesgo 1. Las sociedades médicas norteamericanas han optado por recomendar la inmunización universal en los niños de 6 a 23 meses, como se comenta en el artículo de Reina. Esta decisión ha sido puesta en tela de juicio por recientes metaanálisis sobre la eficacia y la efectividad de la vacunación antigripal en la infancia 2,3. Los datos en lactantes y en niños pequeños son tan escasos que no se ha podido demostrar una eficacia de la vacuna inactivada diferente del placebo. La vacuna fue eficaz en los niños mayores pero la efectividad fue baja, en torno al 33 %. Este último dato refleja el peso relativo de la gripe, que es sólo una entre las varias enfermedades víricas responsables de la morbilidad por infecciones respiratorias en estas edades. La incertidumbre sobre el beneficio de implementar una campaña anual de vacunación en toda la población de 6 a 23 meses de edad, frente a los costes y las dificultades que ello implica, parece la causa por la que el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría no haya asumido esa recomendación. Es posible que nuevos estudios puedan demostrar la eficacia, la efectividad e incluso la eficiencia de la vacunación antigripal universal en los niños menores de 2 años, o en otras edades, pero aún no disponemos de esos datos. El supuesto beneficio para la inmunidad colectiva se ha observado al vacunar a niños de todas las edades y es poco probable si sólo se vacuna a los lactantes.
Tampoco la recomendación de proteger a los grupos de riesgo se libra de la controversia. La mayoría de los organismos asesores sobre la vacunación, y aquí sí que se incluye el Comité asesor de la AEP, aconsejan la inmunización, entre otros, de los niños afectados de asma. Las principales guías nacionales e internacionales sobre el asma son algo laxas en esta recomendación, amparadas en los resultados desalentadores obtenidos en las revisiones sistemáticas 4. Algunos trabajos recientes ratifican su escasa utilidad en los niños asmáticos 5-7. Esto no es extraño, ya que no es el virus influenza, sino los rinovirus los principales agentes infecciosos relacionados con el desencadenamiento de la crisis de asma 8, frente a los que no existe una prevención efectiva. La falta de pruebas a favor de la vacunación antigripal en el asma puede ser la principal responsable de la pobre cobertura y deja la decisión final en el ámbito de la relación médico-paciente, en la que se dilucidan muchas cuestiones que no tienen una respuesta científica concluyente.
Dada la accesibilidad de la vacuna frente a la gripe en nuestro sistema sanitario y su demostrada seguridad 4,9-11, parece razonable seguir las recomendaciones de los expertos y ofrecerla a todos los niños de los grupos de riesgo e incluso a aquellas familias que lo reclamen y en las que se pueda esperar un beneficio de su administración. Por el contrario, no está claro que sea preciso ampliar la cobertura con las actuales incertidumbres sobre la utilidad de esta vacuna.
Correspondencia: Dr. L. Moral Gil.
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