Sr. Editor:
El osteoma osteoide representa el 5% de todos los tumores óseos y un 11% de los tumores óseos benignos. Sus manifestaciones clínicas son bien conocidas: afecta sobre todo a niños, adolescentes o jóvenes que refieren dolor de predominio nocturno y que se alivia con salicilatos o antiinflamatorios no esteroideos1,2. Sin embargo, sigue siendo habitual que el tiempo medio para diagnosticar este tumor supere los 2 años3 y requiera de consultas a diversos especialistas.
Presentamos el caso de un varón de 14 años que consultó por gonalgia izquierda de 2 años de evolución, con atrofia de cuádriceps. El dolor era habitual, sin clara relación con el ejercicio. Se localizaba en la cara anterior de la rodilla y no refería otros signos o síntomas articulares. Mejoraba con ibuprofeno e incluso la familia destacaba que el paciente había llegado a consumirlo a escondidas. Previamente, varios especialistas lo habían diagnosticado de tendinitis patelar.
A la exploración presentaba dolor a la palpación del tendón patelar y el perímetro del muslo izquierdo era 4cm menor que el derecho. La rotación interna de ambas caderas estaba claramente disminuida y era dolorosa en la izquierda. Los miembros inferiores no mostraban otras alteraciones.
Se solicitaron radiografías de rodilla y pelvis. Las primeras fueron normales, pero en la metáfisis femoral, cercana a la cadera izquierda, se evidenciaba una osteopenia regional y una lesión con marcada esclerosis cortical y nidus central, compatibles con un osteoma osteoide (figura 1). El estudio con tomografía computarizada (TC) confirmó la presencia de un nidus de 5,4mm (figura 2). Se solicitó una consulta con el Servicio de Traumatología de nuestro hospital, que realizó una resección del nidus. El estudio anatomopatológico confirmó el diagnóstico. Cuatro meses tras la intervención, el paciente está asintomático y la movilidad de ambas caderas es normal, aunque persiste una discreta atrofia en el muslo izquierdo, con un perímetro 2cm menor.
Figura 1. Radiografía de pelvis. Osteopenia regional en la cadera izquierda, esclerosis cortical y nidus central (señalado por una flecha).
Figura 2. Tomografía computarizada de fémur: engrosamiento cortical y nidus de 5,4mm.
El diagnóstico del osteoma osteoide puede ser fácil cuando su presentación clínica es típica, pero uno de los hechos más habituales en este tumor es el retraso o los errores en el diagnóstico, reflejado tanto en publicaciones clásicas4 como en casos o series más recientes5,6,7. El plazo para diagnosticar un osteoma osteoide no suele ser menor de 6 meses y oscila como media entre 13,8 y 28 meses3,8. Se han señalado diversos factores como causantes de este retraso diagnóstico en los osteomas del fémur y la cadera2,3,4,6,8: con frecuencia el dolor es referido más allá de esta articulación; las radiografías simples en ocasiones no tienen valor diagnóstico; ciertos síntomas neurológicos pueden predominar en su presentación clínica; y el índice de sospecha de estos tumores es bajo, lo que hace del diagnóstico de esta entidad un auténtico dilema.
Los pacientes con lesiones en la cadera o en el tercio proximal del fémur refieren el dolor en el muslo y en la rodilla casi con la misma frecuencia que en la propia cadera. En una serie de 31 pacientes con osteoma osteoide de cadera, 15 pacientes referían el dolor en ésta, 13 en la rodilla y 10 en el muslo4. En otro estudio5, 4 osteomas femorales próximos a la cadera dieron síntomas sólo en la rodilla, lo mismo que en nuestro paciente. Además, en nuestro caso las caderas mostraban una limitación de la movilidad, dolorosa en la izquierda. Este hecho también se ha descrito previamente en la cadera y en otras localizaciones y se cree que se debe a una sinovitis por contigüidad1,4. La radiografía fue muy clarificadora para el diagnóstico en nuestro paciente, con hallazgos típicos, pero hasta en un cuarto de los casos puede ser normal, sobre todo si el osteoma es pequeño o se localiza en el hueso esponjoso2,3,6. Si así ocurre, la gammagrafía con tecnecio, la resonancia magnética o la TC son necesarias para el diagnóstico2,3,5. Tampoco es raro que el motivo principal de consulta sean síntomas neurológicos, que orientan a estudios innecesarios y demoran más el diagnóstico. En algunas series la atrofia muscular afecta casi a la mitad de los pacientes y las alteraciones en los reflejos osteotendinosos hasta a un tercio de éstos; los menos frecuentes son la franca debilidad y los dolores ciáticos7,8,9. En nuestro paciente predominaba el dolor frente a la atrofia, más reciente y sin repercusión funcional. Como último motivo de retraso diagnóstico también se destaca el bajo índice de sospecha de estas lesiones4. Dada su presentación clínica y hallazgos radiográficos, con frecuencia atípicos e inespecíficos, se recomienda incluir al osteoma osteoide en el diagnóstico diferencial de todo dolor monoarticular de larga evolución, sobre todo en niños, adolescentes y jóvenes con dolor en la rodilla5. En estos casos, la gammagrafía es la prueba más sensible, y evita la demora del diagnóstico hasta en un 66% de los casos3.