La pitiriasis liquenoide y varioliforme aguda (PLEVA) es una enfermedad cutánea inflamatoria poco frecuente. Es predominante en gente joven y en varones1. Su fisiopatología es poco conocida, postulándose su origen como reacción linfoproliferativa anormal de los linfocitos T2 o respuesta aberrante a infecciones1.
Generalmente comienza como una erupción papulovesicular que evoluciona a lesiones hemorrágicas y/o ulcerativas. Existe una variante febril ulceronecrótica de curso agresivo y potencialmente letal.
Presentamos el caso de un niño de 4 años que consultó por lesiones maculopapulosas, con componente purpúrico y vesicular, sin afectación de mucosas (fig. 1). No refería fiebre, dolor, prurito ni otros síntomas y el resto de exploración era anodina. Se realizó analítica de sangre con hemograma, coagulación, proteína C reactiva y perfil inmunitario normales. Se realizó biopsia cutánea, que mostraba infiltrados inflamatorios linfocitarios tipo liquenoide en la dermis superficial, sin signos de malignidad en la inmunohistoquímica, compatible con pitiriasis liquenoide. Se inició tratamiento con azitromicina (10mg/kg/día 5 días, 2 tandas), sin remisión total, por lo que se pautó tratamiento con tacrolimús tópico 0,1%, con lenta progresión a la mejoría.
La PLEVA es una enfermedad rara de difícil diagnóstico que requiere confirmación por biopsia1. La evolución natural es a la remisión, con intervalos de semanas a años3. El diagnóstico diferencial implica distintos desórdenes cutáneos infeccioso-inflamatorios. Los tratamientos de elección son: antibióticos (macrólidos3 y tetraciclinas), fototerapia1 y agentes tópicos (corticoides e inhibidores de la calcineurina4). En casos refractarios o graves puede ser necesario utilizar inmunosupresores (metotrexato)1. Es importante realizar seguimiento porque hay descritos casos de evolución a linfoma cutáneo1.