En estos últimos años, la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha experimentado cambios que, en opinión de muchos de nuestros socios, han sido trascendentes. No es éste el momento ni el lugar para hacer un análisis pormenorizado de la transformación que la AEP ha tenido durante este tiempo, pero sí es obligado analizar, aunque sea de forma muy somera, la evolución de nuestra revista Anales de Pediatría.
En el Congreso de Zaragoza de 1999, el anterior editor de Anales de Pediatría presentó su dimisión por no estar de acuerdo con la nueva línea y el cambio de editorial que se proponía para la Revista desde la Presidencia de la AEP. Esta modificación se había presentado y discutido previamente en las Juntas Directivas (1998–2000) en las que las distintas propuestas de cambios, a todos los niveles, promovidas por el Presidente, eran sistemáticamente rechazadas por mayoría, no absoluta, pero mayoría. De prisa y corriendo, fue necesario encomendar la responsabilidad de la edición de Anales de Pediatría a un nuevo equipo. Fue una decisión urgente, arriesgada y no exenta de dificultades, ya que coincidía el cambio de editor con el cambio de editorial, y éramos conscientes de que no íbamos a contar con la mínima ayuda en este difícil tránsito, como era fácilmente previsible y como así ocurrió. Distintas voces de personas consideradas autoridades de la época se alzaron intensa y continuamente para denunciar que la nueva política propuesta estaba encaminada a desprestigiar a la revista y al más estrepitoso de los fracasos. Una vez más, hubo que soportar estas críticas infundadas de quienes las defendían junto a los «palmeros» que las jaleaban.
Con un gran esfuerzo y extraordinaria ilusión, por el gran reto que la situación suponía, el nuevo equipo editorial consiguió que la Revista no sufriera como se preveía —«detrás de mí el diluvio»—, sino que fue capaz, con un trabajo serio, riguroso y comprometido, de iniciar un nuevo camino y, sobre todo, una nueva época de mejora y prosperidad de nuestra Revista.
Desde enero de 2000, Anales de Pediatría llega de forma gratuita a todos los socios de la AEP, y esto que algunos consideraban un descrédito para la publicación, sin dar razones que soportaran el «desprestigio», fue extraordinariamente bien valorado por todos nuestros socios. La edición pasó de poco más de 3.000 ejemplares al mes, de los socios que abonaban la suscripción, a casi 10.000, que empezaron a recibirla sin costo alguno. Conviene recordar, a título anecdótico, que un presidente de una importante sociedad regional elevó la cuota a sus socios porque, según él, a partir de ese momento «regalaba» la Revista a sus asociados. Ese presidente era uno de los que más se oponían al cambio. Por otra parte, la Revista mantuvo las mismas páginas de publicidad; los ingresos que por su edición recibió la AEP crecieron significativamente respecto a los anteriores; la editorial actual se encuentra entre las más prestigiosas y con el mejor portfolio internacional y, lo que es más importante, Anales de Pediatría está próxima a obtener el tan deseado factor de impacto para situarse entre las mejores revistas pediátricas del mundo.
Algo que no habrá pasado inadvertido es el cambio de nombre de Anales Españoles de Pediatría por el de Anales de Pediatría. Este cambio no se debe a que renunciemos a nuestra nacionalidad, de la que nos sentimos orgullosos, sino a un deseo de apertura y universalidad que anteriormente ya llevaron a cabo otras revistas europeas, en Francia, Bélgica y Escandinavia, con la misma finalidad.
Estamos haciendo esfuerzos para incentivar la captación de trabajos de calidad para Anales de Pediatría. En este sentido, hemos instituido el «Premio Jerónimo Soriano», en memoria del ilustre torulense que se considera como el primer pediatra español, para premiar con 8.000 euros al mejor trabajo publicado cada año en Anales de Pediatría. En cualquier caso estamos convencidos de que contar con un factor de impacto digno será el mayor atractivo que tenga para los autores publicar sus mejores trabajos en nuestra Revista. De esta forma, Anales de Pediatría, que ya es la revista líder en el mundo de las publicaciones en español, quiere subir el siguiente escalón: competir con otras revistas pediátricas líderes en el sector de habla inglesa.
En este momento, 2008, el «factor de impacto oficioso» de Anales de Pediatría, estimado sobre datos objetivos, es 0,58. Esta cifra, para quien conozca los entresijos del mundo editorial de las revistas científicas, merece ser valorada, teniendo en cuenta que nuestra especialidad es eminentemente clínica.
Creemos que el camino es largo, pero la dirección que se tomó en el año 2000 fue la correcta. Hemos querido hacer este breve recorrido, sin acritud, pero recordando que partimos de una situación difícil, por lo que la situación actual nos debe producir satisfacción y sobre todo nos permite abrigar grandes esperanzas para el futuro de Anales de Pediatría.