Compartimos y agradecemos, sin duda, las interesantes y oportunas aportaciones de García LM, et al.1 a nuestro artículo sobre la necesidad de actualizar las recomendaciones de las guías de práctica clínica de bronquiolitis aguda en nuestro país, y que sin duda son aplicables de forma general a todas las demás guías de práctica clínica vigentes.
Al hilo de ello, nos parece interesante reflexionar sobre la práctica ausencia de datos en el siguiente paso, la evaluación de la implementación de estas guías y de su impacto en la práctica clínica. Una revisión sistemática reciente encontraba que transcurrido un año de la implementación de la guía, la adherencia profesional a la misma caía significativamente en uno de cada 2 casos2. A pesar de la gran expansión de guías de práctica clínica de calidad y su buena acogida en la comunidad científica, la evaluación de su implementación y la medida del impacto que tienen es baja, y prácticamente nula en nuestro medio3,4. El futuro de las guías de práctica clínica pasa por mejorar los sistemas y frecuencia de actualización, adopción, contextualización, adherencia e implementación, y más aun, lograr la involucración del paciente en el proceso, todavía muy escasa3,4. La inclusión de estas medidas en un plan integral de acción puede mejorar significativamente el recorrido y la trascendencia de la guía, y hay ejemplos positivos en el área de las guías clínicas relacionadas con la bronquiolitis aguda5.
Queda, por tanto, camino por recorrer, y tal como sugieren García LM, et al.1, un paso esencial es actualizar sistemáticamente las guías y profundizar en la metodología ideal para hacerlo. Pero creemos de igual importancia para lograr su máximo impacto en la práctica clínica de estas guías, la educación específica en medicina basada en pruebas, y la adopción de guías de práctica clínica ya desde la formación pregrado, la sistematización de su aplicación y correcta evaluación del impacto que tienen, y hasta la incentivación profesional para su utilización rutinaria.