Sr. Editor:
En España nacen medio millón de niños al año. Aunque los datos sobre lactancia materna son dispersos, es posible que (siendo optimistas) alrededor del 30-40 % mantenga la lactancia materna como forma exclusiva de alimentación hasta los 4 meses de edad, por lo que al menos 300.000-350.000 recibirán productos sustitutivos de la leche materna. Podemos suponer, por los datos indirectos de otros estudios, que al menos el 20 % de éstos tienen algún padre o hermano alérgico. Según estos sencillos datos, más de 50.000 niños sanos por completo, posiblemente entre el 10 y el 15 % de los lactantes nacidos en España, deberían tomar una fórmula ampliamente hidrolizada con carácter preventivo según las recomendaciones de varias sociedades pediátricas internacionales, que parecen ser asumidas en un artículo reciente del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría1. ¿Está ocurriendo esto? ¿Sería beneficioso que así fuera?
En el citado artículo se realiza una interesante puesta al día sobre el papel de la exposición precoz a los alimentos en la inducción de la tolerancia oral y su posible papel preventivo de las alergias alimentarias. Pero acaba haciéndose eco de las medidas de prevención pasiva, que incluyen la alimentación con hidrolizados en lactantes de riesgo que no tomen leche materna. Estas recomendaciones, de las que se han publicado actualizaciones este mismo año, no están exentas de polémica científica. De hecho, la Section on Pediatrics, European Academy of Allergy and Immunology (SP-EAACI) las ha revisado y reafirmado a raíz de la acusación de fraude científico hecha al autor de varios de los estudios en los que se basaban sus recomendaciones2. Esta circunstancia sí provocó una revisión fundamental y el cambio en las conclusiones del análisis de la Cochrane, que ahora opina que en los niños de alto riesgo, no alimentados al pecho, las pruebas de que el uso de una fórmula ampliamente hidrolizada reduzca el riesgo de alergia sobre una fórmula adaptada con leche de vaca son débiles3. Las conclusiones de la SP-EAACI habían sido, además, puestas en tela de juicio por otros autores por las debilidades de los estudios en los que se basaban4. Respecto a las recomendaciones del Comité de Nutrición de la Academia Americana de Pediatría, las que se reflejan en el artículo de Anales de Pediatría han sido recientemente sustituidas por otras que matizan la utilidad de las fórmulas hidrolizadas e introducen el factor económico en la toma en consideración de su empleo5. Otras sociedades, como la World Allergy Organization, no incluyen la utilización de fórmulas hidrolizadas entre sus recomendaciones de prevención primaria de las alergias6.
Otras objeciones que se pueden hacer a esta polémica medida se resumen a continuación:
- 1.
¿Cuáles son los efectos adversos o las desventajas de alimentar con un hidrolizado frente a una fórmula adaptada? ¿Cuál es el coste?
- 2.
¿Quiénes son los niños de alto riesgo?: los que tienen un familiar de primer grado (padre o hermano) afectado de una enfermedad alérgica, según la SP-EAACI y las nuevas recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría. Nuestro porcentaje estimado del 20 % posiblemente se queda corto.
- 3.
¿Cuál es el número de lactantes que deben ser tratados para prevenir un caso de enfermedad? Este dato es fundamental para conocer la eficiencia de una actuación médica. Si la frecuencia de alergia a leche de vaca es del 0,5-1 % (2.500–5.000 lactantes al año) y aceptáramos una eficacia preventiva del 100 %, necesitaríamos alimentar con hidrolizados a alrededor de 15–20 niños para prevenir un caso de alergia a la leche de vaca (la revisión Cochrane calculó 25 niños para prevenir una alergia)3.
- 4.
Debería debatirse si la administración de un hidrolizado durante unos meses a un cuantioso número de lactantes es mejor que la administración del mismo hidrolizado durante más tiempo pero sólo en el mucho más reducido número de futuros enfermos.
- 5.
No se ha demostrado otro efecto beneficioso sobre las enfermedades alérgicas, salvo una reducción de la dermatitis atópica. No tiene efectos preventivos sobre el asma y la rinitis alérgica.
En vista de las incertidumbres y de las controversias pendientes de resolver, creemos que no es posible afirmar con certeza que puede obtenerse un beneficio significativo de la alimentación con una fórmula hidrolizada en uno de cada 7–10 niños nacidos en España, frente a los costes de dicha medida y los posibles problemas nutricionales reconocidos por el propio Comité de Nutrición de la AEP. La proclamación de recomendaciones que afectan a la nutrición de una proporción tan importante de la infancia de España debería tener unos fundamentos muy sólidos, dadas las posibles repercusiones de su implantación a gran escala.