El pasado día 20 de diciembre de 2013 falleció inesperadamente el Profesor Adolfo Valls i Soler, tras una breve y grave enfermedad.
En estos tristes momentos nos vienen a la memoria muchos recuerdos entrañables, pero quizá la imagen que se nos ha quedado más grabada en la retina, y tal vez la que mejor le identificaba, es aquella en la que le vemos con su entusiasmo proverbial en un acto científico ya fuera nacional o internacional debatiendo activamente en medio de sus queridos colegas.
Adolfo fue miembro de muchos foros científicos siendo especialmente querido y valorado por los participantes en las reuniones de la Academia Americana de Pediatría/Sociedad de Investigación Pediátrica (AAP/SPR) y de la Sociedad Europea de Investigación Pediátrica (ESPR) de la cual fue presidente de su congreso anual celebrado en Bilbao en 2003. Adolfo Valls ha sido investigador principal de múltiples estudios nacionales e internacionales y, actualmente, participaba en el consorcio internacional Neocirculation, financiado por el 7.o programa marco de la Unión Europea. Con él compartimos muchas horas durante las reuniones preparatorias de dicho proyecto en las que siempre destacó por sus aportaciones constructivas. El reconocimiento hacia su persona y las más sinceras condolencias nos han llegado desde un sinfín de lugares de dentro y fuera de Europa. Lamentablemente, no estará con nosotros en el inminente inicio del reclutamiento de pacientes.
Otra de sus principales preocupaciones, y en ello también fue un adelantado a nivel nacional, fue la investigación sobre la eficacia y seguridad del uso de medicamentos en neonatología. En este sentido, organizó muchas reuniones que buscaban como finalidad fomentar e investigar en la seguridad clínica incluyendo la eliminación de errores en la práctica diaria. Asimismo, fue miembro del grupo de expertos pediátricos de la Agencia Española del Medicamento donde se requería a menudo su opinión que siempre era bien ponderada.
Adolfo fue siempre una persona joven de espíritu…, joven y luchadora. Pocos días antes de morir le escribió a su buen amigo Mikko Hallman (Universidad de Oulu; Finlandia): «I will indeed fight back with full stamina, and as old rockers say ‘With a little help from my friends¿... (& family) I’ll will survive…». Su espíritu y su gran fortaleza fueron manifiestos desde sus inicios profesionales y se mantuvieron inalterados hasta el último de sus días.
En cierta medida, Adolfo se adelantó a su tiempo. Se formó en la Universidad de Georgetown (Washington DC; EE. UU.) y, a su vuelta a España, asumió la responsabilidad de la Sección de Neonatología del Departamento de Pediatría del Hospital de Cruces (Barakaldo) bajo la dirección de Juan Rodríguez Soriano. Era un enamorado de la fisiología y fisiopatología respiratoria, y desarrolló muchos de los protocolos de ventilación mecánica que nos introdujeron a todos por primera vez en ese mundo. Entre sus iniciativas más reconocidas, y de mayor repercusión clínica, se encuentra el impulso dado a la utilización del surfactante a los prematuros aquejados de síndrome de distrés respiratorio, creando un grupo de trabajo que aún hoy mantiene una encomiable actividad.
Sin embargo, no se conformó con la actividad asistencial y, poco a poco, no sin gran esfuerzo, logró establecer a base de ayudas de investigación conseguidas aquí y allá un grupo de trabajo experimental constituido por biólogos, veterinarios y bioquímicos, entre otros, que fue una auténtica excepción en aquella época. Entre todos, así lo decía Adolfo, fueron capaces de desarrollar un modelo experimental neonatal de cordero y lechón de contrastada solvencia, el cual fue perfeccionando con el paso del tiempo. Este hecho ha sido clave para que su grupo presentase resultados originales en los congresos más importantes a nivel internacional y publicase artículos relevantes en las más prestigiosas revistas de investigación del ámbito pediátrico y neonatal. Sabido es que un grupo no puede tener relevancia científica si no realiza experimentación animal en el límite del conocimiento. Quienes lean estas líneas podrán acudir a los buscadores científicos internacionales y comprobar los numerosos artículos que Adolfo, junto a su querido equipo, han publicado en revistas de máximo factor de impacto como Pediatrics, Pediatric Research, Neonatology, etc., de una forma continuada en las últimas décadas.
La enorme curiosidad e inquietud le llevaron también a meterse de lleno en la creación de una base de datos neonatal de índole europea (EURONEONET) con fondos obtenidos del 7.o programa marco de la Unión Europea. Esta base de datos ha sido un elemento más para incrementar sus relaciones y prestigio a nivel internacional. Una vez más, como en situaciones previas, su trabajo sirvió para abrir camino a investigadores españoles.
Su fuerte personalidad, su tenacidad, capacidad de convicción y su prestigio le llevaron a convocar y aglutinar a investigadores de instituciones relevantes de nuestro país y a conseguir del Instituto Carlos III que se reconociese una red propia dentro de las áreas área maternal, neonatal y pediátrica. Así, en 2008 comenzó su singladura en la Red SAMID (Salud Materno Infantil y del Desarrollo) que ha proporcionado una infraestructura imprescindible y ha conferido un gran impulso al desarrollo de la investigación en el área maternoinfantil. Estaba muy contento porque se nos había concedido la renovación en 2012 pero como siempre preocupado de que afrontásemos estos años con objetivos claros y concretos para que la red, su querida red, perdurase en sucesivas convocatorias.
Pocos días antes, en la habitación del hospital rodeado de sus libretas, su ordenador, su agenda, etc., y coincidiendo con la defensa de la última tesis doctoral dirigida por él en la que lamentablemente no pudo estar presente físicamente, me transmitía su ánimo, sus inquietudes y me hablaba de los proyectos que tenía para su querida Red SAMID una vez estuviera recuperado(fig. 1).
Hoy en día los logros y contribuciones científicas de los investigadores son fáciles de seguir, basta consultar la red. Sin embargo, hay aspectos del ser humano que, aún hoy por hoy, no son accesibles a través de la red. Hay gestos y modos de enfrentarse a la adversidad que dicen más que un curriculum vitae. Hay abrazos que expresando la alegría franca de compartir el éxito de un amigo nos muestran la ausencia de envidia por el éxito de los demás. Hay momentos en los que todo parece hundirse pero quien tiene capacidad de liderazgo saca fuerzas de no se sabe dónde y continúa adelante. Hay, en definitiva, personas que se adelantan a su tiempo, que tienen visión de futuro, y que logran prestigio más allá de sus fronteras, pero que no pierden la capacidad de ser humildes, afectuosos y cordiales con los demás. Así fue Adolfo, y así le recordaremos.
El mejor homenaje que le podemos hacer es mantener viva en las nuevas generaciones, que ya nos están pisando los talones, la curiosidad por lo desconocido, la pasión por obtener respuestas y la energía para seguir luchando a pesar de los obstáculos. Este es el camino que Adolfo nos mostró.