Con referencia al artículo titulado «¿Es la transmisión vertical de Chlamydia trachomatis un problema poco reconocido en España?», publicado previamente en su prestigiosa revista y en el que se reporta una tasa de transmisión al recién nacido del 10,7%, la transmisión vertical en los recién nacidos que se evaluó 7-10 días después del parto mostró un porcentaje de detección del 8,7% en las muestras faríngeas y del 17,6% en las conjuntivales1. En México, la prevalencia de infección por C. trachomatis en la población materna puede variar (2-11%) según la población estudiada2. El riesgo de transmisión vertical de una madre infectada es del 20 al 70% y las manifestaciones clínicas más comunes en el recién nacido son la conjuntivitis o la neumonía, que aparecen entre las 4 y las 11 semanas después del nacimiento3,4. La detección temprana que realizan Piñeiro et al. es interesante, así como su seguimiento durante 3 meses. Sin embargo, otros tejidos pueden verse comprometidos durante la infección, tales como el corazón, los riñones, el hígado, la sangre y el líquido cefalorraquídeo4, lo que podría ser interesante si los autores realizaron estudios de gabinete y clínicos que evaluaran la funcionalidad de estos órganos. En cuanto a la transmisión vertical, los autores mencionan que dan tratamiento 48h antes del parto, lo que evidencia que el tratamiento no fue suficiente o que los recién nacidos ya estaban infectados debido al alto porcentaje de transmisión reportada. Los resultados obtenidos por nuestro grupo de investigación muestran una incidencia de colonización vaginal materna del 11,6%, con una tasa de transmisión vertical del 1,5% cuando son tratadas con azitromicina antes del parto. Sin embargo, la no detección de C. trachomatis repercute en una alta tasa de transmisión vertical (del 29,7% en nuestro caso) bajo diseño híbrido de hijos de madres negativas a la detección molecular y con riesgo de síndrome de dificultad respiratoria en el neonato de 2,2 (IC 95% 1,2-3,9; p<0,03). Lo anterior describe que la detección cervical positiva durante el embarazo es solo un indicativo de una infección local, y una detección negativa no asegura que la infección no ocurra en otros segmentos de los genitales internos, aunque la paciente no muestre ningún síntoma de infección. Debido a lo anterior, se recomienda que las mujeres embarazadas menores de 25 años sean examinadas rutinariamente por lo menos en 2 ocasiones durante el embarazo.
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