He leído con interés la carta de Moreno-Villares y Dalmau-Serra1 en la que informan del reciente cierre de la revista Acta Pediátrica Española y analizan el panorama de las publicaciones pediátricas en nuestro país. Comparto su opinión sobre la repercusión negativa de dicho cierre en los incentivos de los pediatras más jóvenes para iniciarse en la publicación científica.
Además de las revistas listadas, se publica en nuestro país semestralmente Vox Paediatrica, publicación oficial de la Sociedad de Pediatría de Andalucía Occidental y Extremadura y también órgano de expresión de la Sociedad de Andalucía Oriental, que representa a los pediatras de atención primaria y especializada. Suma más de 25 años de publicación periódica en formato impreso y se difunde en la página web de la sociedad (https://spaoyex.es/voxp). Tiene como finalidad la publicación y divulgación de trabajos relacionados con la Pediatría y sus especialidades e incluye editoriales, notas clínicas, originales, artículos especiales y una sección dedicada a los pediatras en formación, «Vox del residente», entre otras. Es de acceso libre y gratuito y está basada en un sistema de revisión por pares.
La pervivencia de Vox Paediatrica2, al igual que la de otras publicaciones científicas referidas por los autores, está amenazada por las dificultades económicas, la pérdida de la calidad científica por la baja atracción para los autores con experiencia y las limitaciones para la indexación en bases de datos de publicaciones científicas nacionales. Otras debilidades son el flujo editorial con escasos recursos materiales y la limitada difusión fuera del territorio regional. Sin embargo, es una herramienta útil para la difusión del contenido de las reuniones de las sociedades científicas como libro de ponencias, aumentando su atractivo, facilitando su registro y contribuyendo a la formación continuada de los pediatras.
La publicación de un original en una revista científica es la culminación de un proceso elaborado y complejo de iniciativa, ética, trabajo científico, revisión bibliográfica, organización de ideas, edición de texto, ajuste a las normas editoriales. Requiere además la elaboración de una carta de presentación, la utilización del sistema de gestión de envío, responder al editor y a los revisores, y la corrección del manuscrito. Este proceso es una oportunidad única para el pediatra en formación, que desarrolla muchos de los objetivos de su programa formativo3.
Los pediatras, especialmente los miembros de los comités editoriales, de las sociedades científicas y los tutores de Pediatría, pueden animar a los más jóvenes al envío de manuscritos a estas revistas cuando la calidad científica de su investigación no alcance lo requerido para publicaciones con factor de impacto, contribuyendo así al desarrollo editorial en nuestra lengua.