Hemos leído con atención la carta de Julián-Jiménez et al.1acerca de la utilidad de los biomarcadores de inflamación e infección para la prescripción antibiótica y la sospecha de bacteriemia en el Servicio de Urgencias (SU). Las enfermedades infecciosas suponen el principal motivo de consulta en los SU pediátricos, siendo los antibióticos uno de los grupos farmacológicos más prescritos en estos pacientes, tanto a nivel ambulatorio como a nivel hospitalario. Tal y como ponen de manifiesto los autores, resulta esencial la elaboración de documentos de consenso y guías clínicas para las principales patologías infecciosas atendidas en el SU, así como una monitorización de su seguimiento, para optimizar el manejo de estos pacientes. Una correcta indicación y selección empírica de antimicrobianos es primordial para reducir la tasa de resistencias bacterianas, problema mayor de salud pública en nuestro país2. En este sentido, el Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP) colabora con otras sociedades como la Sociedad Española de Infectología Pediátrica (SEIP), la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria y la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria en la elaboración de documentos de consenso sobre el manejo de las infecciones más prevalentes en pediatría, entre las que se encuentran la infección de orina y la neumonía, principales causas de ingreso hospitalario con tratamiento antibiótico3. Fruto de dicha colaboración iniciada en noviembre del 2010, actualmente están publicados los documentos de consenso para el manejo de la otitis y la faringoamigdalitis aguda4,5.Tal y como comentan los autores, en la última década numerosos trabajos han puesto de manifiesto la utilidad de la procalcitonina (PCT) como factor predictor de enfermedad bacteriana potencialmente grave en el manejo de los lactantes con fiebre sin focalidad, resultando especialmente útil en los pacientes con fiebre de corta evolución por su elevación precoz, proponiéndose distintos puntos de corte para este biomarcador (entre 0,5ng/ml y 0,9ng/ml)6–8.Numerosos trabajos avalan la utilidad de la PCT y otros biomarcadores de respuesta inflamatoria e infección (BMRIeI) como la pro-adrenomedulina, diversas interleucinas y el factor de necrosis tumoral para el clínico del SU en el manejo de distintos procesos infecciosos en población adulta, como sepsis, meningitis, neumonía e infección del tracto urinario, entre otros9, siendo el número de estudios realizados al respecto en población pediátrica mucho más limitado por el momento10. En este sentido, en el marco del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas de la SEUP se ha constituido un Grupo para el Estudio de la bacteriemia, que desde enero del 2011, está llevando a cabo un registro prospectivo multicéntrico, con la participación actual de 22 SU, de los hemocultivos (HC) positivos realizados en el SU. Además de conocer la prevalencia, la etiología y las características de los pacientes con bacteriemia en España, otro de los objetivos planteados es el análisis de la utilidad de distintos biomarcadores, entre ellos la PCT, en la identificación de la bacteriemia para los distintos microorganismos aislados y para las diferentes afecciones causantes de bacteriemia. En esta línea, en la actualidad también se está elaborando en colaboración con la SEIP una Guía práctica sobre los HC en el SU, con la revisión entre otros aspectos de sus indicaciones para los distintos procesos infecciosos según la bibliografía actual existente.
Al hilo del comentario de los autores, resulta esencial seguir aunando esfuerzos entre las distintas sociedades pediátricas para la elaboración de documentos de consenso y guías clínicas para las enfermedades infecciosas más prevalentes, lo que redundará en una mejor atención de nuestros pacientes.