El antibiograma es una herramienta fundamental para ajustar el tratamiento antibiótico a la bacteria aislada. La concentración mínima inhibitoria (CMI), considerada la concentración más baja de un antimicrobiano capaz de inhibir el crecimiento de un microorganismo, clasificaba tradicionalmente a la bacteria como sensible («S»), resistente («R») o con sensibilidad intermedia al mismo («I»). Este último grupo incluía aquellas CMI en las cuales la actividad del antibiótico, según la evidencia disponible, era incierta1.
El Comité Europeo de Evaluación de la Sensibilidad Antimicrobiana (EUCAST) publica anualmente un documento que revisa y actualiza los puntos de corte que definen cada una de estas categorías. Progresivamente, los laboratorios de microbiología en España han ido implementando esta normativa, siguiendo las recomendaciones del Comité Español del Antibiograma (COESANT).
En el año 2020 EUCAST realizó una actualización importante, cambiando la definición de «I». Desde entonces, tanto «S» como «I» hacen referencia a aislamientos sensibles. La diferencia es que los aislamientos categorizados como «S» podrían ser tratados con una dosis estándar, mientras que los «I» precisarían una dosis optimizada. Así, los aislamientos clasificados como «I» se definen como sensibles al antibiótico, siempre que aumentemos la exposición al mismo. El aumento en la exposición puede alcanzarse modificando el modo de administración, dosis, intervalo de administración o tiempo de perfusión o utilizando antibióticos con una distribución, metabolismo y excreción favorable según la localización y gravedad de la infección. Por tanto, la «I» corresponde a «increased exposure» (exposición aumentada) en lugar de «intermediate susceptibility» (sensibilidad intermedia)2.
Este cambio se ha basado en la creciente evidencia que demuestra que hay un rango de CMI con una alta probabilidad de éxito terapéutico utilizando una dosis incrementada del antibiótico. La optimización de la dosis de los diferentes antibióticos se realiza según su farmacocinética/farmacodinámica, que establece distintos objetivos según el grupo de antibióticos3,4.
Desde el grupo de trabajo de la Sociedad Española de Infectología Pediátrica PROA-SEIP, sobre programas de optimización de uso de antimicrobianos, queremos dar a conocer este cambio, ya que su errónea interpretación puede suponer un aumento en el uso inadecuado de antibióticos de uso restringido5. Por citar un ejemplo, un aislamiento de Pseudomonas aeruginosa con una CMI ≤ 8 mg/L de ceftazidima previamente era considerado como sensible, mientras que en las nuevas versiones del documento es clasificado como «I». La justificación radica en la recomendación de usar una dosis de algunos β-lactámicos (ceftazidima, cefepima o piperacilina-tazobactam) superior a la estándar en el tratamiento de las infecciones por P. aeruginosa6. Por tanto, con la nueva clasificación, EUCAST pretende evitar el uso de la dosis habitual y fomentar el uso de la dosis optimizada7. Así, la clasificación como «I» no pretende que se utilicen antibióticos con un mayor espectro antimicrobiano, como carbapenemas, sino adecuar la dosis, utilizando dosis altas e incluso administrándola en perfusión extendida.
Hay que destacar que EUCAST ha elaborado una tabla que incluye las dosis estándar e incrementadas de los diferentes antibióticos8. Sin embargo, no ha tenido en cuenta la dosificación pediátrica. Por ello, desde el grupo PROA-SEIP, con la colaboración de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), se ha decido adaptar esta tabla (https://www.seipweb.es/dosisantibioticos/), que se actualizará periódicamente según la evidencia disponible. Esperamos que pueda servir de ayuda para mejorar el uso de antibióticos, disminuyendo los riesgos asociados al mismo, evitando el desarrollo de resistencias bacterianas y de reacciones adversas medicamentosas. Además, invitamos a los lectores a consultar y verificar con el laboratorio de microbiología de cada centro la inclusión de la nueva normativa en la práctica clínica habitual.
FinanciaciónEl presente documento no ha recibido ninguna financiación específica. David Aguilera-Alonso recibe financiación del Fondo de Investigaciones Sanitarias, Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), a través de un Contrato Río Hortega (CM18/00100).
Conflictos de interésTodos los autores declaran que no presentan ningún conflicto de interés con relación a este documento.
Coordinador: Fernando Baquero Artigao (JD SEIP, Hospital La Paz, Madrid)
Secretaria: Leticia Martínez Campos (JD SEIP- GT IA SEIP, H. Torrecárdenas, Almería)
Integrantes: Carlos Rodrigo Gonzalo de Liria (GT-IB SEIP, H. Germans Trias i Pujol, Barcelona) José Tomás Ramos Amador (GT-IF-SEIP, H. Clínico San Carlos, Madrid) Cristian Launes Montaña (GT-IR-SEIP, H. Sant Joan de Deu, Barcelona) Maria Carmen Suarez Arrabal (GT IyF-SEIP, C.S. Sardinero, Santander) Luis Escosa García (GT IRAS, H. La Paz, Madrid) Susana Melendo Pérez (H. Vall d’Hebron, Barcelona) David Aguilera Alonso (H. Gregorio Marañón, Madrid) Walter Goycoechea Valdivia (H. Virgen del Rocío, Sevilla) Eneritz Velasco Arnaiz (H. Sant Joan de Déu, Barcelona) Cristina Epalza Ibarrondo (H. 12 de Octubre, Madrid) Marta García Ascaso (H. Niño Jesús, Madrid)