La alimentación complementaria (AC) es un importante proceso que forma parte del periodo de transición desde la alimentación láctea (lactancia materna o fórmula infantil) hasta la ingesta de los alimentos de la familia, en el que se establecen los hábitos de alimentación saludables, y que tiene lugar durante una fase crítica del crecimiento y desarrollo del lactante, por lo que se trata de un periodo diana para acciones preventivas1. Existe un especial interés sobre cuándo, qué y cómo debemos introducir la AC, ya que las prácticas de alimentación saludable durante este período pueden tener efectos positivos a corto y a largo plazo sobre el crecimiento, la composición corporal, el neurodesarrollo, la preferencia de alimentos saludables o la composición y funcionalidad de la microbiota intestinal. Una correcta y saludable AC también parece estar asociada a una disminución del riesgo de infecciones, de alergias, de diabetes mellitus tipo1, de enfermedad celíaca o de otras enfermedades crónicas no transmisibles2. Así pues, la AC debe cubrir los requerimientos nutricionales del niño, evitando deficiencias nutricionales o una introducción no óptima de cierto tipo de alimentos, para evitar los posibles efectos negativos sobre la salud a corto, a medio y a largo plazo.
Para establecer el momento específico de introducción de la AC se deben tener en cuenta las necesidades nutricionales y el grado de desarrollo psicomotor, gastrointestinal y renal del lactante. En cualquier caso, la introducción de AC no se debería hacer antes de la semana 17 de edad, como recomienda el Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátricas (ESPGHAN)3. Es evidente que los padres juegan un papel muy importante en el proceso de AC, tomando decisiones acerca del momento de introducción, del contenido de la dieta y de la forma en que el niño es alimentado. Establecen pautas y expectativas, ofreciendo el modelo a seguir e influyendo en el desarrollo de las preferencias alimentarias y la regulación del apetito1-3. Por ello, los padres deben adoptar un estilo responsable de crianza y reconocer las señales de hambre y de saciedad de su hijo, evitando alimentarlo para consolarlo o premiarlo3.
Los comités de nutrición de las sociedades pediátricas más importantes apoyan la idea de que no hay evidencia suficiente para determinar cuál es el mejor método de introducción de AC, sea el tradicional con cuchara (también llamado estándar) o el que está creciendo en popularidad, el llamado Baby-Led Weaning (BLW). El BLW es un método de AC en el que se presenta al niño una gran variedad de alimentos con diferentes texturas y consistencias, quien además compartirá de forma progresiva los alimentos de la familia, seleccionándolos y autoalimentándose. En general, junto a las recomendaciones de retrasar la introducción de alimentos sólidos hasta los 6meses, existe la tendencia de evitar el periodo de «puré» inicial y ofrecer directamente alimentos en forma de dedo. Las recomendaciones indican que se debe evitar el uso prolongado de purés, y los niños deben tomar alimentos «grumosos» entre los 8 y los 10meses como muy tarde. A los 12meses, los niños deben beber de una taza, más que de un biberón1-3.
En algunos estudios el método de BLW parece ser beneficioso para los niños, favoreciendo una mejor autonomía y control de la propia ingesta de alimentos y del apetito, y un mayor nivel de respuesta de saciedad y mejores patrones de ingesta. Un BLW saludable también se ha asociado a una disminución del riesgo de sobrepeso y obesidad en etapas posteriores de la vida. Sin embargo, recientes estudios muestran que el BLW se asocia a mayor frecuencia de reflejo del vómito, arcadas y a que los niños escupan los alimentos4 frente al método tradicional. Por el contrario, no se han observado diferencias en la frecuencia de atragantamientos, índice de masa corporal e ingesta energética entre los niños alimentados con purés ofrecidos con cuchara por sus padres frente a BLW5.
Con el fin de evitar potenciales deficiencias nutricionales, como el hierro, atragantamientos o fallo de medro se han desarrollado variaciones del BLW, como el Baby-Led Introduction to SolidS (BLISS). Los niños alimentados con el método BLISS muestran un aumento de ingesta de alimentos enriquecidos en hierro, menos irritabilidad y mayor disfrute con la comida, pero no se asocia a un peso más adecuado frente al método tradicional de AC6. Nuevos estudios aleatorizados (RCT), como el de Oliveira et al.7 publicado en el presente número de ANALES DE PEDIATRÍA de 2023, están testando estos tipos de métodos de introducción de la AC. En este caso, 135 lactantes fueron aleatorizados para recibir la AC mediante el método de Parent-Led-Weaning (PLW), BLISS o método mixto, con el fin de evaluar los efectos de estos métodos sobre los síntomas de constipación, sin encontrar ninguna asociación. Otros estudios recientes han demostrado que los niños alimentados mediante BLW muestran un mayor consumo de huevos8, menor exposición a alimentos ultraprocesados y exposición más tardía9.
Finalmente, teniendo en cuenta la naturaleza y la autoselección de los padres y niños que actualmente siguen la práctica del BLW, y la limitación de datos disponibles, aún no es posible extraer conclusiones respecto al mejor método de introducción de la AC1-3. No obstante, hay nuevos estudios prometedores en marcha que servirán para aportar evidencia a las cuestiones relevantes y así poder establecer una recomendación más adecuada sobre el mejor método de introducción de la AC.